MADRID, 3 Feb. (EUROPA PRESS) -
La Sociedad Española de Cardiología (SEC) ha avisado de que los supervivientes al cáncer pueden tener un elevado riesgo a padecer algún evento cardiovascular, por lo que han destacado la necesidad de monitorizar el tratamiento oncológico.
"En los últimos 20 años, la eficacia de los tratamientos oncológicos ha reducido de forma significativa la mortalidad de los pacientes con cáncer de mama o con tumores hematológicos, sin embargo, sin una monitorización adecuada del tratamiento, el riesgo de eventos cardiovasculares es muy alto en supervivientes al cáncer", ha explicado la cardióloga del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario La Paz de Madrid y miembro de la SEC, Teresa López.
Estos efectos secundarios han llevado a cardiólogos y oncólogos a investigar los mecanismos moleculares y genéticos implicados, así como posibles alternativas terapéuticas. En concreto, en la línea de las antraciclinas se han desarrollado análogos encapsulados en liposomas, con la misma eficacia terapéutica pero menos perjudiciales para el corazón. En la misma línea hay análogos del trastuzumab con menor riesgo de toxicidad cardiaca".
Y es que, la incidencia de insuficiencia cardiaca en pacientes tratados con antraciclinas oscila entre un 10 por ciento y un 30 por ciento según la edad y el tipo de tratamiento oncológico recibido, lo que puede llegar a triplicar el riesgo cardiovascular. Además, un 20 por ciento de estos pacientes tiene que suspender el tratamiento por problemas cardiovasculares, empeorando su pronóstico oncológico.
Del mismo modo, los inhibidores de la tirosin-kinasa, una proteína enzimática involucrada en el desarrollo de las células cancerígenas y del sistema cardiaco, se presentan como nuevos fármacos para vencer al cáncer, pero también se asocian con complicaciones cardiovasculares a corto y medio plazo. De hecho, hasta un 60 por ciento de los pacientes tratados con inhibidores de la tirosin-kinasa acaban desarrollando hipertensión.
TRABAJAR CARDIÓLOGOS Y ONCÓLOGOS
"Los tratamientos oncológicos actuales nos permiten hablar de supervivencia a largo plazo. No debemos permitir que un paciente que ha superado un cáncer presente complicaciones cardiovasculares graves, que podrían haberse evitado con una monitorización adecuada del tratamiento. Por eso, los cardiólogos tenemos que trabajar con los oncólogos para conseguir el mejor tratamiento oncológico con las menores suspensiones posibles de dichos tratamientos y el menor número de efectos secundarios a largo plazo", ha comentado la experta.
Además, prosigue, se sabe que los tratamientos habituales de la insuficiencia cardiaca, (betabloqueantes, IECA's o ARA-II), pueden prevenir el desarrollo de cardiotoxicidad en pacientes que reciben tratamientos muy agresivos o que acumulan muchos factores de riesgo previos.
"El diagnóstico de cáncer no debe asociar una suspensión del tratamiento previo de la tensión, la diabetes o el colesterol. No podemos ser permisivos en este aspecto porque sabemos que los fármacos habituales para el tratamiento de la tensión (betabloqueantes, IECA's, ARA-II) o del colesterol elevado (estatinas) previenen el desarrollo de complicaciones durante y después de la quimioterapia. Del mismo modo una monitorización adecuada de la función cardiaca con ecocardiografía ayuda a detectar, tratar y revertir cambios precoces y asintomáticos en la función cardiaca que evitan el desarrollo de eventos futuros", ha puntualizado.
Por todo ello, ha insistido en la necesidad de evaluar el riesgo cardiovascular del paciente para optimizar el tratamiento oncológico y ha indicado que, aunque se sabe qué pacientes pueden tener "más riesgo" de desarrollar problemas, "todavía queda mucha investigación pendiente".
Finalmente, desde la SEC se ha reivindicado el abordaje multidisciplinar del cáncer para poder explorar "más exhaustivamente" los factores de cardiotoxicidad y detectar así estadios precoces, y por tanto reversibles, de cualquier complicación cardiovascular.