¿Cómo superar tus miedos y limitaciones?

Miedos, mujer, inseguridad
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Actualizado: miércoles, 30 diciembre 2015 7:19

   MADRID, 30 Dic. (INFOSALUS) -

   El miedo es una activación del organismo ante un peligro, real o percibido, es igual que sea una situación amenazante, basta con que el cerebro piense que lo es o lo interprete así.

    Según explica a Infosalus Enrique García Huete, psicólogo clínico y coautor de 'Psicología del miedo' (Grupo 5, 2015), el miedo es un mecanismo de los más antiguos presente en todas las especies animales cuyo objetivo es la preservación de la vida del individuo. Así, el cuerpo tiene que prepararse fisiológicamente para actuar a través del ataque, huida o la defensa.

   Cuando se trata de una respuesta adaptativa el miedo es saludable pero si es excesivo o no se adecua a la situación se convierte en limitante y patológico, es lo que sucede por ejemplo con las fobias. Se generan pensamientos de malestar que activan el organismo y conducen a evitar las situaciones en las que está implicado el objeto del miedo.

   El miedo forma parte así de nuestro acervo biológico pero con el desarrollo de la corteza cerebral y de características cognitivas propias del ser humano como la conciencia de uno mismo o los valores y la ideología, aún funcionan los mecanismos inconscientes y no se ha desarrollado ningún otro capaz de gestionar los automatismos que activan a nivel fisiológico el organismo ante el miedo.

   "No existen mecanismos en el cerebro prefrontal más desarrollado para gestionar aquellos miedos que no suponen una amenaza para nuestra supervivencia, como los que pueden presentarse ante un examen, y actuamos con nuestro cerebro primitivo como si se tratara de un peligro, lo que supone una activación fisiológica que en realidad no nos ayuda", explica García Huete.

LOS AUTOMATISMOS INCONSCIENTES DEL MIEDO

   La capacidad del cerebro de automatizar información ha permitido al ser humano evolucionar como especie, sin embargo, esta capacidad no cuenta con criterios para discernir qué automatismos nos benefician y cuáles nos perjudican.

   Las emociones dirigen en gran medida la automatización de respuestas ante nuestro entorno y el miedo juega un papel clave dentro del proceso ya que las situaciones de peligro requieren de una reacción rápida y en muchas ocasiones anteriores al pensamiento consciente.

   En este sentido, García Huete expone las tendencias de pensamiento automáticas asociadas al miedo que nos limitan en nuestro día a día:

   1. Ver solo lo negativo

   Cuando la persona sólo atiende a una parte de lo que ocurre en su entorno o cuando se valora a sí misma. El error se da cuando en este proceso sólo se piensa en los aspectos negativos. Aunque existen tendencias genéticas de personalidad, lo cierto es que en gran medida es el medio en el que vivimos lo que modela los miedos, temores y castigos asociados.

   En este caso, la opción es realizar una reestructuración objetiva de la realidad, se analiza el hecho en sí que se considera negativo, los aspectos negativos pero también los positivos que se pueden derivar de la situación. "Con ello se amplía la atención de la persona a otros aspectos, es bueno en estos casos hacer una lista escrita de puntos positivos y negativos", señala el psicólogo.

   2. Se reconoce lo que funciona pero se da más peso a lo que no funciona

   "La persona es capaz de ver los aspectos positivos o agradables de sí misma, pero el valor que les da es mínimo o insignificante mientras que amplifica los fallos y lo desagradable dándoles tanto valor que la emoción final vendrá determinada por los aspectos más negativos", indica García Huete.

   Es un error de la cultura mediterránea, con valores como "no te vanaglories", "los últimos serán los primeros", "las cosas hay que hacerlas bien" o "los errores deben ser castigados". Si detectamos este automatismo, hemos de situar en una balanza tanto lo negativo como lo positivo para que el peso de ambos esté equilibrado. Esto nos ayudará a pensar en los factores que podrán ayudarnos a mejorar nuestro estado de ánimo y a resolver el problema.

   3. Adjetivos desmedidos que tienden a exagerar lo negativo

   Las palabras no son neutras: maravilloso, genial, estupendo o fatal, horrible, asqueroso se asocian a estados emocionales que potencian una reacción fisiológica buena o mala sea uno mismo el emisor o el receptor de estos mensajes.

   Hay personas que tienden a emplear estos adjetivos extremos en situaciones que no se corresponden con la realidad y en un sentido negativo. Ante esto, cuando vayamos a expresarnos en estos términos lo mejor es detenernos y pensar con qué realidades o acontecimientos estarían más acordes: ¿qué significa en realidad 'horrible' o 'espantoso' para nosotros? ¿se corresponde con lo que nos está pasando?

   4. Tendencia a generalizar

   Es lo que sucede cuando empleamos palabras del tipo 'siempre', 'nunca', 'jamás' o 'imposible' que nos llevan a la indefensión, a la percepción de que no podemos hacer nada para cambiar aquello que nos está ocurriendo al no poder concretar la situación-problema.

   En este caso tenemos que concretar los aspectos presentes en la situación que vivimos o en aquello que se nos dice y examinar qué hay de cierto y qué no, contrastar con lo sucedido en el pasado y examinar si es posible tomar actitudes distintas de cara al futuro.

   Es posible actuar de forma más realista si se abordan cuestiones como: ¿algo es horrible o simplemente no nos gusta? ¿Por qué queremos abordar esta tarea? ¿Realmente nos interesa? ¿Tendrá beneficios? Se contrarrestan así otras tendencias negativas o sesgos de pensamiento automáticos que nos limitan y nos hacen ver la realidad con tintes negativos.

   5. Pensamientos anticipatorios o inferencias arbitrarias

   Si proyectamos un escenario futuro duro y difícil asociamos a ello en el momento actual emociones y reacciones fisiológicas ligadas al miedo que preparan al organismo para actuar.

   "Si soy una persona temerosa estos pensamientos anticipatorios negativos producen ansiedad, miedo y paralizan el comportamiento", señala García Huete, que incide en que estos escenarios catastrofistas impiden la búsqueda de soluciones ya que sólo nos conducen a finales fatalistas sin salida.

   La opción recomendable, como en las anteriores tendencias que suelen aparecer combinadas, es anteponer la realidad y plantearnos cuestiones sobre las posibilidades de que ocurra lo que tememos, cómo evitarlo o plantearnos la posibilidad de que lo fatal que esperamos no ocurra o incluso de que suceda lo contrario.

   6. Atribuciones erróneas

   Atribuir a causas internas o externas un problema supone que podemos tener o no control sobre la situación. Hay que examinar la realidad, qué cosas tienen que ver conmigo y puedo cambiar y qué aspectos vienen dados desde fuera y requieren de otro tipo de actuaciones. "Hay que cuestionar los elementos que consideramos como seguros y analizar si son o no ciertos y aprender a valorar de forma positiva los esfuerzos personales", concluye el psicólogo.

   El psicólogo recomienda poner en papel los pensamientos negativos ya que los automatismos son muy rápidos e inconscientes y en el papel quedan visibles y pueden cuestionarse. De esta forma pueden volver a la mente reestructurados y en positivo para frenar los pensamientos circulares que incapacitan.