Qué son las membranas mucosas que recubren nuestros órganos y por qué tienen superpoderes

Archivo - Membranas mucosas
Archivo - Membranas mucosas - CREVIS2/ ISTOCK - Archivo
Actualizado: viernes, 8 noviembre 2024 10:44

   MADRID, 7 Nov. (EDIZIONES) -

   Nuestro sistema inmunitario está por todo nuestro cuerpo. La gente lo entiende como algo sofisticado, que va por la sangre, y en realidad éste empieza en los pelos de la nariz. "Como cualquier sistema de defensa tiene cosas muy eficaces y menos sofisticadas. La piel es nuestra principal barrera de defensa, y las mucosas (en las que centramos este artículo) son una parte particular del sistema inmunitario".

   Así lo explica en una entrevista con Europa Press Infosalus el doctor Ricardo Cubedo, oncólogo médico e investigador clínico en el Hospital Universitario Puerta de Hierro (Madrid) y especialista del MD Anderson Cancer Center de Madrid, quien precisa que todos los conductos y cavidades del cuerpo están tapizados de mucosas, siendo una de sus principales funciones el mantener a raya los microorganismos.

   "Las mucosas son como nuestra piel de dentro. Todo el mundo se imagina la piel como una barrera que nos defiende del exterior, no sólo de los microbios, sino también de los rayos ultravioleta, de las pequeñas agresiones tóxicas o físicas; y el interior de nuestros órganos huecos, fundamentalmente el tubo digestivo, el árbol respiratorio, pero también el interior de la vía urinaria, de los órganos sexuales, todo lo que está hueco y tiene forma de tubo y conduce cosas ( puede ser aire, alimento, bilis, por ejemplo), está separado del exterior por esa piel muy adaptada, por las mucosas", prosigue este especialista.

   A su vez, hay mucosa en la parte anterior de los ojos, protegida por una sutil y transparente mucosa, llamada 'conjuntiva', tal y como afirma. "Algunas mucosas han adquirido funciones muy especializadas, como la que recubre la lengua y nos permite percibir los sabores, o la olfativa mucosa pituitaria, ubicada en el techo de las fosas nasales. Pero las dos mucosas más importantes son las del tubo digestivo y la del árbol respiratorio", subraya el doctor Cubedo en su último libro 'El órgano transparente. La inteligencia del sistema inmunitario' (Larousse).

   Destaca que son las más importantes del organismo porque son las más extensas, pero también porque son las más expuestas a la invasión de bacterias, de parásitos, de virus, de hongos, de partículas nocivas, y de sustancias tóxicas; "todos estos invasores pueblan cada bocado de comida, cada sorbo de agua, cada bocanada de aire respirado, y esas membranas mucosas, la 'piel interior', han de ser capaces de resistir el embate cada minuto del día".

LA MUCOSA DEL ESTÓMAGO

   De hecho, señala que las mucosas "tienen superpoderes", y cada una tiene una función, dependiendo de dónde se encuentre. "La del estómago, por ejemplo, tiene que fabricar y segregar ácido clorhídico, que si la echas encima de un metal o de la encimera de metal se la come", advierte el también miembro del comité de expertos que asesora a la Agencia europea del medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) sobre la evaluación de nuevos tratamientos contra el cáncer.   

   Mientras, la mucosa del intestino delgado resalta que es capaz de absorber de forma "muy eficiente" los nutrientes de alimentos; la del colon, lo es absorbiendo agua, y de forma regulada, ni mucha ni poca, y dejando pasar la mínima cantidad de microbios posibles que están mezclados con los alimentos.

LA MUCOSA RESPIRATORIA

   En el caso de la mucosa respiratoria, este investigador clínico en el Hospital Universitario Puerta de Hierro (Madrid) mantiene que empiezan en la nariz y siguen por la laringe, la tráquea, los dos bronquios principales, uno para cada pulmón, y luego una infinidad de bronquios y de bronquiolos, dividiéndose sucesivamente en ramas cada vez más pequeñas, hasta terminar en el callejón sin salida de los alveolos, microscópicos saquitos rodeados de sangre donde se absorbe el oxígeno.

   Es más, mantiene que las mucosas no se llaman así porque sí, sino que dispersas por toda la membrana respiratoria están las 'células calciformes', llamadas así porque tienen forma de cáliz, y que dedican toda su energía a fabricar moco, una sustancia fluida, viscosa y pegajosa, que impregna todo el interior del árbol respiratorio.

   Indica este investigador clínico que, al microscopio, puede observarse que, continuamente la mucosa respiratoria segrega un moco líquido que lo recubre de arriba abajo: "Es como una inmensa alfombra de pelo largo que se mueven al unísono, como si tuvieran vida propia y batiendo ese moco siempre hacia afuera, y no sólo microbios, sino también partículas de contaminación. Además, el moco con esos pelos vivos o cilios los va empujando hacia afuera, por eso digo que es piel como superpoderes".

   Recalca que los microbios o partículas nocivas que sobrepasan los pelos de la nariz, o los que inhalamos al respirar por la boca, se quedan adheridos a la película de moco como moscas a una telaraña: "Y no sólo eso, el moco guarda un par de trucos para destruir y expulsar a todos esos microbios, granos de polen, ácaros, esporas y porquería diversa que se ha quedado pegada a las paredes de la nariz o de la garganta. Las células calciformes también, aparte de fabricar moco sin parar, antes de segregarlo lo cargan de sustancias venenosas para los microbios", añade.

   Además, insiste el autor de 'El órgano transparente. La inteligencia de tu sistema inmunitario' (LAROUSSE) en que es menester que las membranas respiratorias el dejar paso franco al oxígeno, que los glóbulos rojos de la sangre transportan a cada rincón del cuerpo, y al dióxido de carbono, que eliminamos en cada espiración, y por lo que no morimos asfixiados en cuestión de minutos.

CUIDADO CON EL TABACO

   "Quizá los pelos de la nariz no parezcan gran cosa, pero forman parte de esos trucos de ingeniería de las mucosas respiratorias. (...) El aire que respiramos está colmado de partículas nocivas demasiado pequeñas como para que las veamos. Suspendidos en el aire flotan granos de polen, esporas de moho y de hongos, fibras de asbesto, polvo del cemento, alérgenos del pelo de los animales de compañía, o entre otros, los ácaros de polvo, que inhalas unas cuantas docenas cada vez que respiras. La principal línea de defensa de tu cuerpo contra ellos, y contra todos esos microorganismos minúsculos, es ese filtro pegajoso de los pelos de tu nariz", relata el doctor Cubedo.

   Aquí avisa por ejemplo este oncólogo médico, y asesor de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) que los cilios de las vías respiratorias "sufren terriblemente con el tabaco", de manera que al microscopio esa mucosa bronquial de la que hemos hablado en el caso de un fumador está despoblada. "No es como un mar en el que ondulan las algas, sino que un fumador tiene en esa barrera muchas más dificultades, y por eso vienen a sufrir más infecciones respiratorias que quienes no fuman", alerta.