MADRID, 15 Ene. (EUROPA PRESS) -
A los pacientes con diabetes tipo 2 se les debe 'recetar' actividad física para controlar el azúcar en la sangre y mejorar la salud del corazón, según apuntan las recomendaciones de un documento de posicionamiento de la Asociación Europea de Cardiología Preventiva (EAPC, por sus siglas en inglés), una rama de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC, por sus siglas en inglés).
"Los estilos de vida sedentarios y las dietas poco saludables son los impulsores más importantes del creciente número de pacientes con diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares, como ataques cardíacos. La diabetes duplica el riesgo de mortalidad, pero los pacientes en mejor estado físico se vuelven más cuanto más disminuye el riesgo. Desafortunadamente, la mayoría de los pacientes no participan en programas de ejercicio", explica Hareld Kemps, cardiólogo del Centro Médico Máxima en Veldhoven (Países Bajos), y uno de los autores del estudio, que se ha publicado en la revista 'European Journal of Preventive Cardiology'.
Uno de cada 11 adultos en todo el mundo tiene diabetes, de los cuales el 90 por ciento es de tipo 2. Casi todos los pacientes con diabetes tipo 2 desarrollan complicaciones cardiovasculares, que son las principales causas de muerte en este grupo.
El documento proporciona recomendaciones prácticas para los médicos sobre cómo motivar a los pacientes para que incorporen la actividad física en su rutina diaria, establezcan objetivos alcanzables y medibles, y diseñen programas de entrenamiento con ejercicios individualizados para cumplir esos objetivos.
"El mero hecho de recomendar a los pacientes que hagan ejercicio, que es lo que suelen hacer los médicos, no es suficiente. Los pacientes deben ser evaluados en cuanto a comorbilidades, riesgos relacionados con el ejercicio y preferencias personales. Esto será rentable a largo plazo, por lo que tenemos que despertar a los responsables de las políticas y las aseguradoras de salud para que paguen por ello", detalla Kemps.
Según el texto, la adherencia a largo plazo puede mejorarse estableciendo objetivos alcanzables que sean medibles y adaptando los planes de ejercicio a las preferencias de los pacientes. El asesoramiento remoto también se considera prometedor, ya que los pacientes se monitorean a sí mismos con relojes inteligentes y luego envían datos a un profesional sanitario para obtener comentarios.
Los objetivos prácticos y específicos tienden a ser motivadores. "Para una persona mayor, esto podría ser subir las escaleras en su casa o caminar al supermercado, logros que realmente mejorarán su calidad de vida. Poder usar menos medicamentos debido a un mejor control glucémico también es un incentivo", asegura.
En cuanto a los objetivos clínicos, la aptitud cardiorrespiratoria y el control glucémico son los dos primeros. Ambos mejoran con el entrenamiento físico, los cambios pueden medirse y están directamente relacionados con el bienestar, la morbilidad y la mortalidad. El ejercicio también ayuda a disminuir la presión arterial y los lípidos dañinos de la sangre.
En cuanto al tipo y la intensidad del ejercicio, indican que debe ser personalizado para cada paciente. El entrenamiento en intervalos de alta intensidad, por ejemplo, una caminata moderada y vigorosa, es más efectivo para mejorar la condición física y controlar el azúcar en la sangre, pero puede ser peligroso para los pacientes que desarrollan arritmias (ritmo cardíaco anormal) durante el ejercicio o tienen isquemia (flujo sanguíneo restringido al corazón).
"No puedo enfatizar lo suficiente lo efectivo que un pequeño aumento en la actividad puede beneficiar a los pacientes con diabetes tipo 2 y problemas cardíacos. La interrupción de la sesión con breves episodios de caminata mejora el control de la glucosa, mientras que dos horas de caminata rápida por semana reduce el riesgo de más problemas del corazón", concluye Kemps.