MADRID, 13 Dic. (EUROPA PRESS) -
Los jóvenes gays, lesbianas, bisexuales o confundidos (LGBQ, por sus siglas en inglés) tienen más probabilidades de experimentar síntomas depresivos desde los 10 años de edad y estos síntomas persisten al menos hasta los 20 años, según un nuevo estudio dirigido por la 'University College London' (UCL), en Reino Unido.
Los síntomas depresivos aumentan a un ritmo mayor durante la adolescencia entre los jóvenes LGBQ que para sus compañeros heterosexuales, y tienen más probabilidades de autolesionarse, según los hallazgos publicados en 'The Lancet Child & Adolescent Health'. Los autores encontraron que los jóvenes LGBQ tienen cuatro veces más probabilidades de autolesionarse con intenciones suicidas que los heterosexuales.
"Hemos sabido por algún tiempo que los jóvenes de minorías sexuales tienen peores resultados de salud mental, y es bastante preocupante que hayamos descubierto que esta tendencia comienza a los 10 años de edad y empeora durante la adolescencia", afirma el autor principal del estudio, el doctor Gemma Lewis, de 'UCL Psychiatry'.
El estudio, que es el primero de su tipo en Reino Unido, incluyó a 4.828 jóvenes una cohorte de niños de la década de los 90 del 'Estudio longitudinal de padres e hijos de Avon' (ALSPAC), que habían informado sobre su orientación sexual a los 16 años. Para obtener una muestra sólida de jóvenes LGBQ, todos los participantes que no eran exclusivamente heterosexuales se agruparon en la misma categoría de "minoría sexual", incluidas 625 personas (13 por ciento) que se habían descrito como homosexuales, bisexuales, principalmente homosexuales, principalmente heterosexuales, inseguros o no atraídos por ninguno de los dos sexos.
AUTOLESIÓN, MÁS COMÚN EN LOS NO HETEROSEXUALES
Los participantes respondieron a las preguntas sobre los síntomas depresivos siete veces desde los 10 a los 21 años, y a los 16 y 21 se les preguntó si habían intentado hacerse daño en el último año. Los síntomas depresivos aumentaron a lo largo de la adolescencia en ambos grupos, pero el incremento fue mayor para los jóvenes de minorías sexuales, quienes ya tenían más probabilidades de reportar síntomas depresivos a partir de los 10 años. La autolesión fue más común entre los no heterosexuales, tanto a los 16 como a los 21 años.
A los 18 años, los adolescentes LGBQ tenían el doble de probabilidades de cumplir los criterios para un diagnóstico clínico de depresión. Los resultados de salud mental fueron peores para cada uno de los grupos minoritarios sexuales en comparación con los heterosexuales. Aunque este trabajo no investigó las razones detrás de estas diferencias, los autores dicen que hay numerosos factores que probablemente estén involucrados.
"Dado que estas diferencias surgen tan pronto, sospechamos que una sensación de sentirse diferente podría afectar a la salud mental antes de que los niños puedan articular esa diferencia. A medida que avanzan en la adolescencia, podrían estar involucrados una variedad de factores de estrés, como la discriminación, la estigmatización y los sentimientos de ansiedad, soledad, aislamiento social, vergüenza o miedo o rechazo, incluso en casa o en la escuela", dice la primera autora del estudio, Madeleine Irish, de 'King's College London'.
"Nuestros hallazgos sugieren que los médicos que se encuentran con personas jóvenes, ya sea en atención primaria o secundaria, servicios de salud sexual, en el servicio de urgencias o como enfermeras en las escuelas, deben tener en cuenta la sexualidad al considerar el contexto más amplio de los síntomas depresivos o las autolesiones. Los médicos deberían usar lenguaje y preguntas que reflejen franqueza acerca de la sexualidad, y no asumir la heterosexualidad, y deberían ser conscientes de que una persona joven que se identifica como no exclusivamente heterosexual puede haber tenido problemas de salud mental desde el inicio del desarrollo", apunta la coautora Alexandra Pitman, de 'UCL Psychiatry'.
Lewis agrega: "El hecho de que encontramos disparidades en la salud mental a una edad tan temprana sugiere que pueden resultar útiles las intervenciones tempranas para prevenir y tratar estos problemas de salud mental. A pesar de los cambios en las percepciones y actitudes del público en los últimos años, los jóvenes homosexuales, las lesbianas y los bisexuales siguen teniendo un mayor riesgo de problemas de salud mental a largo plazo: abordar esta desigualdad debería ser una prioridad de investigación, política, clínica y de salud mental pública".