El síndrome no es una enfermedad y no hay que concederle demasiada importancia a las molestias a no ser que persistan más de allá de las dos semanas
MADRID, 1 Sep. (EUROPA PRESS) -
Las molestias físicas y psíquicas que muchas personas experimentan al acabarse las vacaciones y que se conocen con el nombre de síndrome postvacacional afectan a entre un cinco y un ocho por ciento de los niños y a un 15 por ciento de los adultos, según datos facilitados hoy por el Grupo de Salud Mental de la Sociead Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC).
"Es más común que este trastorno aparezca en menores cuyos padres también sufren estos síntomas", aseguró la experta en salud mental de la semFYC, la doctora María Jesús Cerecedo. Para los más pequeños, los médicos de familia aconsejan que éstos inicien el horario escolar cuatro o cinco días antes de empezar el curso para hacer una "adaptación progresiva" al cambio de hábitos y evitar así "la ansiedad que genera una vuelta brusca a la rutina y a los problemas cotidianos".
"También es bueno que a los niños se les destaquen los aspectos más positivos asociados al colegio, como el reencuentro con los amigos o las actividades deportivas que allí hacen", añadió la doctora Cerecedo. No obstante, "no estamos ante una enfermedad y no hay que concederle demasiada importancia a las molestias que este síndrome provoca a no ser que persistan más de allá de las dos semanas", comentó.
El síndrome postvacacional suele afectar a personas jóvenes, menores de 45 años, que experimentan una "ruptura brusca" del ritmo vacacional incorporándose al trabajo sin transición alguna. Suele presentarse igualmente en aquellos que "tienden a idealizar" el periodo de vacaciones como la culminación de su bienestar personal.
También son propensos los que presentan de forma habitual malestar con su trabajo y en la actividad laboral cotidiana y los afectados por el síndrome de 'burn out' --"quemados"--, que tienen problemas de agotamiento o desencanto con el trabajo que realizan.
PRUDENCIA CON LAS HORAS DE SIESTA
"Debemos asumir que las molestias pueden estar originadas simplemente por un cambio en la rutina diaria --explicó la vicesecretaria de semFYC, la doctora Marisa Valiente--. De ahí la necesidad de adoptar una actitud positiva, procurando no recrearse excesivamente en la incomodidad de los primeros días de incorporación al trabajo".
Cansancio, falta de apetito, somnolencia, falta de concentración, taquicardia, dolores musculares, molestias en el estómago, sensación de falta de aire e insomnio son algunos de los síntomas físicos que presentan los afectados por el síndrome vacacional. A nivel psicológico, también pueden presentarse signos o trastornos como falta de interés, irritabilidad, nerviosismo, inquietud, tristeza o indiferencia.
Según los expertos, para corregir las alteraciones de carácter físico, al paciente se le aconseja regular los horarios y el "reloj biológico" los días previos a iniciar el trabajo. Para ello es preciso acostarse en los horarios habituales y ser prudentes con el tiempo dedicado a la siesta.
"Es bueno dejarse al menos dos días del final de las vacaciones como periodo de adaptación" y, si es posible, se aconseja "regular progresivamente" la intensidad de la actividad que se realiza en el trabajo, además de "dormir más horas los primeros días de incorporación al trabajo, con un horario bien regulado", afirmó la vicesecretaria de semFYC.