El síndrome de fatiga crónica se asocia con cambios distintivos en el microbioma y en el intestino

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Archivo - Microbioma - OLEKSANDRA TROIAN/ ISTOCK - Archivo
Publicado: jueves, 9 febrero 2023 7:51

MADRID, 9 Feb. (EUROPA PRESS) -

Dos nuevos estudios han estudiado la encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica (EM/SFC) en relación con el microbioma y los metabolitos que producen las especies microbianas y han descubierto que está asociado con niveles reducidos en el microbioma gastrointestinal de microbios conocidos por producir el ácido graso butirato.

Estas alteraciones del microbioma podrían explicar en parte cómo se altera el sistema inmunitario en las personas con EM/SFC, según estas dos investigaciones publicadas en la revista 'Cell Host & Microbe'.

"Es importante señalar que esta investigación muestra correlación, no causalidad, entre estos cambios en el microbioma y l EM/SFC--destaca Julia Oh, profesora asociada del Laboratorio Jackson y autora principal de uno de los dos artículos--. Pero estos hallazgos son el preludio de muchos otros experimentos mecanicistas que esperamos hacer para comprender mejor L EM/SFC y sus causas subyacentes".

"Esta investigación demuestra que existen firmas bacterianas sólidas de disbiosis intestinal en individuos con EM/SFC --afirma Brent L. Williams, profesor adjunto de la Universidad de Columbia y autor principal del otro artículo--. Ayuda a ampliar este creciente campo de investigación al señalar las alteraciones estructurales y funcionales del microbioma en una enfermedad crónica que afecta a la calidad de vida de millones de personas".

La EM/SFC es una enfermedad crónica, compleja y sistémica asociada a disfunciones neurológicas, inmunológicas, autonómicas y del metabolismo energético. Está reconocida desde hace décadas, pero sus causas siguen siendo poco conocidas. Al igual que la COVID larga, se cree que en la mayoría de los casos está desencadenada por la exposición a virus u otros agentes infecciosos.

Algo que ha dificultado el estudio de la EM/SFC es que tiende a ser heterogéne: no todas las personas que padecen la enfermedad tienen el mismo historial médico ni los mismos síntomas. Ambos equipos de investigación afirman que por eso es importante realizar estudios como éste, que analizan los datos de un gran número de pacientes. El microbioma se ha revelado recientemente como un posible factor contribuyente y biomarcador de la EM/SFC, por lo que es importante estudiarlo.

El estudio de Oh utilizó metagenómica de escopeta para comparar muestras del microbioma de personas con EM/SFC de corta duración (definidos como aquellos diagnosticados en los cuatro años anteriores; 74 pacientes) y EM/SFC de larga duración (definidos como aquellos que han tenido síntomas durante más de 10 años; 75 pacientes), así como de 79 controles sanos emparejados por edad y sexo. Los investigadores también analizaron muestras de plasma de los participantes, que recibían tratamiento en el Centro Bateman Horne de Salt Lake City (Utah), que colabora desde hace tiempo con miembros del Laboratorio Jackson.

El análisis demostró que los pacientes con la enfermedad a corto plazo presentaban una serie de cambios en sus microbiomas con respecto a la diversidad. El más notable era la disminución de microbios productores de butirato. El butirato es importante para proteger la integridad de la barrera intestinal y también se sabe que desempeña un papel importante en la modulación del sistema inmunitario.

En cambio, los afectados por la enfermedad a largo plazo tenían microbiomas intestinales que se habían restablecido y eran más similares a los de los controles sanos. Sin embargo, esos participantes habían acumulado una serie de cambios en los metabolitos de su plasma sanguíneo, incluidos muchos de los relacionados con el sistema inmunitario. También presentaban diferencias en los niveles de ciertos tipos de células inmunitarias en comparación con los controles sanos.

El estudio de Williams utilizó la secuenciación metagenómica de escopeta para examinar los microbiomas de 106 personas con EM/SFC y 91 controles sanos emparejados por edad, sexo, geografía y estatus socioeconómico. Este estudio fue llevado a cabo por un grupo de investigación interdisciplinar y multiinstitucional, el Centro de Soluciones para la EM/SFC, y reclutó a pacientes de cinco centros distintos de Estados Unidos, lo que ayudó a controlar las diferencias en el microbioma que pueden estar presentes en las distintas regiones geográficas.

Este estudio también analizó los niveles de especies microbianas en las heces. No incluyó análisis del plasma, aunque este grupo ya ha publicado análisis metabolómicos del plasma de su cohorte en otro lugar. Sí se analizaron los metabolitos en las heces, lo que demostró niveles reducidos de metabolitos de butirato en EM/SFC.

El estudio del equipo de Columbia halló relaciones significativas entre la gravedad de los síntomas de fatiga y los niveles de especies específicas de bacterias intestinales, en particular la bacteria Faecalibacterium prausnitzii, productora de butirato. También reveló una mayor carga global de bacterias en las heces y alteraciones en las interacciones entre especies bacterianas en pacientes con EM/SFC.

Señalan que es necesario seguir investigando antes de que estos resultados puedan aplicarse directamente a nuevos tratamientos, pero los investigadores afirman que contribuirán al desarrollo de nuevas herramientas de diagnóstico y a la creación de mejores modelos animales.

"Aunque estos hallazgos no demuestran de forma inequívoca una relación causal entre las alteraciones del microbioma y los síntomas, estas relaciones microbioma-síntoma presentan objetivos potencialmente manipulables para futuros ensayos terapéuticos --afirma Williams--. Estos ensayos quizá podrían centrarse en intervenciones dietéticas, probióticas, prebióticas o simbióticas y podrían aportar pruebas directas de que las bacterias intestinales influyen en la presentación de síntomas crónicos".

Oh señala que sus futuros estudios ayudarán a subdividir aún más a los pacientes según las características de su enfermedad, incluyendo a aquellos con afecciones frecuentemente asociadas a EM/SFC, como el síndrome del intestino irritable y los trastornos neuroinflamatorios. "Esto nos ayudará a identificar factores microbianos y metabolómicos específicos asociados a esta enfermedad", asegura.

Williams planea seguir investigando sus hallazgos en modelos animales. "Un modelo de ratón manejable para estudiar las alteraciones del microbioma intestinal en la EM/SFC sería una herramienta importante para evaluar hipótesis causales, mecanismos y tratamientos", concluye.