MADRID, 14 Feb. (EDIZIONES) -
El síndrome del elevador del ano es una patología que puede alterar la calidad de vida de los pacientes y que, por lo tanto, es importante conseguir con ella una correcta evaluación médica, así como un tratamiento adecuado para poder aliviar la sintomatología.
"Es importante recalcar que la primera línea de tratamiento es una buena relación médico paciente, en la que el médico transmita que el síndrome del elevador del ano es un trastorno benigno de tipo funcional que, con un seguimiento estrecho, y diversas opciones terapéuticas, puede desaparecer o mejorar la calidad de vida del paciente", afirma la doctora Isabel Lechuga, especialista en cirugía general del Hospital Quirónsalud Valle del Henares (Torrejón de Ardoz).
Concretamente, esta especialista detalla que el síndrome del elevador del ano (LAS), también llamado 'síndrome puborrectal' o 'espasmo del elevador', se caracteriza por un dolor anal crónico, que puede ser recurrente o constante en el tiempo, y no llegar nunca a desaparecer.
"Se trata de un dolor localizado en el ano. Es descrito por los pacientes como un dolor vago o sensación de presión (tenesmo) en el recto de predominio diurno, y que empeora al estar sentado", afirma esta experta de Quirónsalud.
Así, y durante los episodios de dolor, señala esta doctora que los pacientes refieren una sensación de "sentarse en una pelota", o bien de "tener una pelota en el recto". Tienen una duración de, al menos, 20 minutos, y se alivia al tumbarse o defecar. "El estreñimiento y la defecación incompleta son síntomas frecuentes. Los trastornos urinarios y el dolor con el coito son síntomas raros", agrega.
En este contexto, la doctora Lechuga mantiene que se trata de una patología poco frecuente en la población, que afecta al 6,6% de las personas, siendo más común en mujeres de edades comprendidas entre los 30 y 60 años.
CUÁLES SON SUS CAUSAS
Aunque el mecanismo por el cual se produce el LAS no es bien conocido, esta especialista en Aparato Digestivo indica que las hipótesis más aceptadas sobre el mismo son los espasmos o las contracciones transitorias de la musculatura del suelo pélvico, un aumento de la presión de reposo del canal anal, y la disinergia defecatoria (falta de coordinación entre las contracciones abdominales y la función del esfínter anal).
En ocasiones, la especialista en cirugía general del Hospital Quirónsalud Valle del Henares mantiene que esta patología se identifica con un factor desencadenante como el parto o la cirugía anorrectal, urológica, o ginecológica. "Otros factores descritos son la sedestación prolongada, el estreñimiento, y el estrés", apostilla.
En cuanto al diagnóstico dice que es de "exclusión", de forma que aquellos casos en los que la exploración física y las pruebas complementarias (rectoscopia/colonoscopia, ecografía endoanal y resonancia pélvica) no identifiquen una causa orgánica de la sintomatología (fisura anal, hemorroides, abscesos perianales...) se deberá orientar el diagnóstico hacia un origen funcional como causante de los síntomas.
"Si bien es cierto que con la exploración física se puede observar hipersensibilidad o molestia a la tracción del músculo puborrectal. Esto, asociado a los síntomas típicos, y a una duración de los mismos de 3 meses en el último año, orientan al diagnóstico", aclara.
Dado que las causas que originan el LAS no son conocidas, la doctora Lechuga resalta que el tratamiento está encaminado a tratar los síntomas, y se basa en intentar relajar la musculatura pélvica y/o mejorar la coordinación anorrectal.
Concretamente, esta experta enumera varias opciones terapéuticas para el síndrome del elevador del ano, entre las que se encuentran:
Baños de asiento
Masaje digital: es un tratamiento complementario que se basa en la liberación de adherencias por cicatrices, masajes de liberación y reposicionamiento, desensibilización por presión de puntos gatillo en los músculos del suelo pélvico.
Fármacos: para tratar el dolor agudo o modular el dolor crónico, asociado al tratamiento de la ansiedad y mejora del sueño.
Eletroestimulación nerviosa con corriente galvánica (EEG): se aplica con una sonda anal a los músculos del suelo pélvico provocando la fasciculación y relajación de los músculos.
Biofeedback: es un método de entrenamiento neuromuscular en el que el paciente aprende a contraer y a relajar los músculos del suelo pélvico ayudados por retroalimentación visual y auditiva.
Toxina botulínica: se utiliza en casos refractarios con tratamiento rehabilitador; ayuda a disminuir el tono muscular de los músculos contracturados con alivio del dolor.
Otras más invasivas como la descompresión nerviosa, o el bloqueo nervioso.
"Gran parte de las veces, los síntomas mejoran o desaparecen con las diversas opciones terapéuticas, aunque conviene mencionar que, a pesar de ello, esta patología muchas veces puede volverse crónica y tener recaídas", concluye la doctora Isabel Lechuga, especialista en cirugía general del Hospital Quirónsalud Valle del Henares (Torrejón de Ardoz).