MADRID, 20 Ago. (EUROPA PRESS) -
Un estudio de la Universidad de Waterloo (Canadá) ha evidenciado la necesidad de generalizar el uso de mejores mascarillas y la importancia de una buena ventilación para mitigar la propagación de la COVID-19 en interiores.
En su trabajo, publicado en la revista 'Physics of Fluids', los investigadores realizaron experimentos utilizando un maniquí para simular la respiración de una persona sentada en una habitación grande. Los estudios mostraron una importante acumulación en el tiempo de gotas de aerosol (gotas exhaladas tan diminutas que permanecen suspendidas y viajan por el aire) a pesar del uso de mascarillas quirúrgicas comunes de tela y color azul.
"No cabe duda de que es beneficioso llevar cualquier cobertura facial, tanto para protegerse de cerca como a distancia en una habitación. Sin embargo, hay una diferencia muy seria en la eficacia de las distintas mascarillas cuando se trata de controlar los aerosoles", explica Serhiy Yarusevych, líder del estudio.
Investigaciones anteriores han constatado que los aerosoles dispersados por las personas infectadas son una fuente de transmisión del virus SARS-CoV-2, que causa la COVID-19, incluso fuera de la zona de distanciamiento social de dos metros ampliamente recomendada por las autoridades de salud pública.
El estudio demostró que la mayoría de las mascarillas comunes, debido principalmente a problemas de ajuste, filtran alrededor del 10 por ciento de las gotas de aerosol exhaladas. Los aerosoles restantes se desvían, sobre todo por la parte superior de la mascarilla, donde se ajusta a la nariz, y escapan al aire ambiente sin filtrar.
En cambio, las mascarillas N95 y KN95, de mayor calidad y más caras, filtran más del 50 por ciento de los aerosoles exhalados que pueden acumularse en el interior y propagar el virus cuando son inhalados por otras personas.
La eficacia mucho mayor de las mascarillas N95 y KN95 frente a las de tela y las quirúrgicas constituye un argumento convincente para que se usen en entornos interiores, como escuelas y lugares de trabajo, en la medida de lo posible.
"Mucho de esto puede parecer de sentido común. Hay una razón, por ejemplo, por la que los médicos llevan mascarillas N95: funcionan mucho mejor. La novedad aquí es que hemos aportado cifras sólidas y un análisis riguroso para respaldar esa suposición", argumenta al respecto.
Los experimentos también cuantificaron el impacto de los sistemas de ventilación, que hacen circular y sustituyen el aire en las habitaciones, en la acumulación de aerosoles. Se comprobó que incluso unos índices de ventilación modestos eran tan eficaces como las mejores mascarillas para reducir el riesgo de transmisión.