MADRID, 7 Jun. (EUROPA PRESS) -
Un análisis que comparó los microbiomas intestinales de bebés y adultos que viven en zonas rurales y urbanas de Nigeria ha revelado que no solo existen muchas diferencias entre los adultos que viven en entornos de subsistencia frente a los urbanos, sino también que estas variaciones comienzan a una edad muy temprana. El estudio se detalla en un artículo publicado este martes en la revista 'Cell Reports'.
"Siempre hemos supuesto que los microbiomas de los bebés eran los mismos en todas partes, y que las diferencias llegaban más tarde en la vida", dice la autora principal Silvia Turroni, del Departamento de Farmacia y Biotecnología de la Universidad de Bolonia, en Italia.
"Nos sorprendió descubrir que a los microbiomas de los bebés que vivían en áreas rurales les faltaban componentes que durante mucho tiempo creímos que eran estándar para todas las poblaciones infantiles, especialmente porque carecían esencialmente de 'Bifidobacterium", dice. 'Bifidobacterium' domina los microbiomas de los bebés occidentales y se ha considerado un elemento clave para un crecimiento y desarrollo saludables.
Estudios previos que han analizado los microbiomas de sociedades rurales, cazadoras-recolectoras, generalmente los han comparado con poblaciones urbanas distantes en Europa o Estados Unidos. Este trabajo fue único en el sentido de que se centró en personas africanas rurales y urbanas en la misma área geográfica. Las poblaciones urbanas en el estudio provienen de cuatro capitales estatales en Nigeria y la capital nacional, Abuja.
"Esta investigación fue específicamente diseñada para llenar las lagunas de conocimiento sobre la variación del microbioma intestinal humano, así como el metaboloma, en relación con los patrones de subsistencia en poblaciones geográficamente cercanas", dice la primera autora, Funmilola Ayeni, del Departamento de Microbiología Farmacéutica de la Universidad de Ibadan, en Nigeria.
LOS NIVELES DE BACTERIAS PARA DIGERIR LA FRUTA, MÁS ELEVADOS EN LA POBLACIÓN RURAL
Este estudio también fue único porque analizó microbiomas infantiles y adultos. Para los fines de este estudio, se definió a los bebés como niños hasta la edad de 3 años. Inesperadamente, los investigadores encontraron que los bebés que vivían en áreas rurales tenían perfiles de microbioma que, en general, eran más diversos y más parecidos a los de los adultos.
Las personas rurales incluidas en el estudio, una sociedad agrícola llamada Bassa, consumen una dieta que consiste en tubérculos, granos y sopas de hojas, así como también agua no tratada. La dieta urbana contenía alimentos procesados y agua tratada, pero tenía más elementos de una dieta tradicional nigeriana que lo que se ve en los países occidentales. A los lactantes rurales se les suministró alimentos distintos a la leche materna a una edad más temprana que a los bebés urbanos.
Aunque es solo un factor, la dieta es un componente importante que afecta a la composición de la microbiota intestinal. Los científicos encontraron que la población rural poseía un nivel más alto de ciertas especies bacterianas que son importantes para digerir la fibra. Además, cuando se analizaron los metabolitos en las muestras, las poblaciones rurales tenían niveles más bajos de aminoácidos y aminas biogénicas, lo que sugiere un menor consumo de proteína.
Hubo algunos inconvenientes en el estudio. Por un lado, la gente de Bassa generalmente no sabe su edad exacta y, por otro, los datos sobre el género no se recopilaron para los Bassa que participaron, por lo que los investigadores no pudieron ver si había diferencias entre los sexos.
Aun así, los hallazgos fueron notables. "Estudios como estos tienen una profunda relevancia evolutiva porque recuerdan formas de vida que han caracterizado la historia humana, desde la caza y la recolección de nuestros antepasados ??paleolíticos hasta la agricultura en pequeña escala, y el estilo de vida postindustrial occidental", dice Turroni.
"Los rasgos microbianos y metabólicos distintivos observados en poblaciones tradicionales, que tienden a tener tasas mucho más bajas de enfermedades occidentales, podrían ayudarnos a comprender los mecanismos que conducen a la ruptura de estas relaciones microbioma-huésped --agrega Ayeni--. Esto también podría dar lugar a una mayor comprensión de la inflamación y la desregulación inmune consecuente".