MADRID, 10 Ene. (EUROPA PRESS) -
Durante las olas de calor, no llueve y el suelo se seca. Esa sequía aumenta aún más el aumento de las temperaturas de las olas de calor. Sin embargo, la desecación de los suelos hace que las olas de calor sean menos mortales para los seres humanos, en lugar de más, debido a la reducción de la humedad del aire, según un estudio de la Universidad de Gante (Bélgica).
Las olas de calor y las sequías están causando un exceso de mortalidad y daños a la sociedad en todo el mundo. Por ejemplo, el número de muertes relacionadas con la ola de calor europea de 2003 asciende a más de 70.000, pero también las olas de calor más recientes han provocado un exceso de mortalidad considerable, además de la pandemia de COVID-19.
Hasta ahora, se creía que la desecación de los suelos hace que las olas de calor sean aún más mortíferas, ya que hace que las temperaturas de las olas de calor sean aún más altas. Al fin y al cabo, un suelo más seco provoca una menor evaporación. En consecuencia, queda más energía en la superficie de la Tierra para calentar más el aire exterior.
Pero el efecto de la sequía sobre la temperatura es engañoso: la elevada humedad del aire también dificulta el enfriamiento del cuerpo humano a través de la transpiración, lo que aumenta las posibilidades de sobrecalentamiento. Una menor evaporación conduce al mismo tiempo a una menor humedad del aire. Ese efecto beneficioso se impone y hace que las olas de calor sean menos mortales.
MEJORES MEDIDAS CONTRA LA SEQUÍA Y EL CALOR
Los resultados dejan más claro qué medidas contra los periodos de sequía y calor mortal son más eficaces. Esos periodos son cada vez más largos, más frecuentes y más intensos en un clima que se calienta. Ya se están aplicando muchas medidas, como la (re)forestación y el riego de las tierras de cultivo, y son necesarias para la conservación de la naturaleza, la biodiversidad, la agricultura y la producción de alimentos.
Sin embargo, este estudio demuestra que estas medidas de resistencia a la sequía son ineficaces contra el calor mortal e incluso pueden ser perjudiciales, a pesar de que suavizan las temperaturas extremadamente altas. El efecto favorable debido a una temperatura más baja queda anulado por la mayor humedad, que hace que el calor sea más intenso. Por tanto, las medidas eliminan el efecto beneficioso de la sequía durante las olas de calor mortales.
El estudio subraya una vez más lo grande que es el reto de contrarrestar el calor y la sequía, cada vez más mortíferos, y que las medidas aparentemente eficaces contra el calor pueden seguir siendo contraproducentes. Por eso es necesario, en primer lugar, combatir el calentamiento global en sus fundamentos, mediante la reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, habría que reconsiderar las medidas existentes contra la sequía y el calor y explorar medidas alternativas resistentes a la sequía y el calor dentro de los sectores agrícola, alimentario e hidrológico. Habría que profundizar en las especies vegetales mejor adaptadas a un clima más seco y cálido.
Hay que considerar las opciones de cultivo (por ejemplo, trigo o maíz) y las medidas agrícolas (por ejemplo, la agricultura sin labranza o la modificación genética de los cultivos) para reducir el uso de agua y reflejar mejor la energía solar. Es necesario realizar una investigación posterior para conocer la eficacia y conveniencia de estas medidas.