MADRID, 12 Feb. (EUROPA PRESS) -
Existe una tendencia mundial hacia el sedentarismo, cada vez más personas pasan el día sentados en su trabajo; el tiempo libre lo dedican a ver la televisión o a estar frente al ordenador, y para desplazarse usan el coche en lugar de ir andando o en bicicleta, incluso en trayectos cortos.
En el continente europeo se estima que más de un tercio de los adultos y dos tercios de los adolescentes son insuficientemente activos, es decir que son sedentarios y, en consecuencia, tienen un riesgo de padecer enfermedades como la diabetes o la hipertensión, además de ser un condicionante para el desarrollo de la obesidad o el sobre peso.
Además, el sedentarismo parece tener otras consecuencias no conocida hasta ahora, ya que, según un estudio publicado en 'Neurology', tener mala condición física en la mediana edad puede estar vinculada a un tamaño más pequeño cerebro 20 años más tarde.
"Hemos encontrado una correlación directa en nuestro estudio entre la falta de ejercicio y el volumen del cerebro décadas después, lo que indica el envejecimiento acelerado del cerebro", dice la autora del estudio, Nicole Spartano, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston, en Estados Unidos.
Para el estudio, 1.583 personas inscritas en el 'Framingham Heart Study', con una edad media de 40 años y sin demencia o enfermedades del corazón, realizaron una prueba de esfuerzo. Dos décadas más tarde se sometieron a otra, además de realizárseles imágenes de resonancia magnética.
Los investigadores también analizaron los resultados cuando excluyeron a los participantes que desarrollaron enfermedad cardiaca o comenzaron a tomar beta-bloqueantes para controlar problemas de presión arterial o del corazón; un grupo que tenía 1.094 personas.
Los participantes tenían una capacidad de ejercicio promedio estimada de 39 ml/kg/min, que también se conoce como VO2 pico, o la máxima cantidad de oxígeno que el cuerpo es capaz de utilizar en un minuto. La capacidad de ejercicio se estimó empleando la longitud de tiempo que los participantes fueron capaces de correr en la cinta antes de que su frecuencia cardiaca alcanzara cierto nivel.
A MÁS RITMO CARDIACO EN EL EJERCICIO, CEREBROS MENORES
Por cada ocho unidades inferiores que una persona realizaba la prueba de esfuerzo, su volumen cerebral dos décadas más tarde era más pequeña, equivalente a dos años de envejecimiento acelerado del cerebro. Cuando se excluyó a los que desarrollaron enfermedades del corazón o aquellos que tomaban bloqueadores beta, cada ocho unidades de menor rendimiento físico se asoció con una disminución del volumen del cerebro igual a un año de envejecimiento acelerado del cerebro.
El trabajo también mostró que las personas cuya presión arterial y ritmo cardiaco subió a una tasa más alta durante el ejercicio también eran más propensas a tener volúmenes cerebrales más pequeños dos décadas más tarde. Spartano dice que las personas con mala condición física a menudo tienen respuestas de la presión arterial y la frecuencia cardíaca más elevadas frente a bajos niveles de ejercicio en comparación con los individuos con una mejor condición física.
Spartano señala que el estudio es observacional y, por tanto, no prueba que una condición física deficiente provoca una pérdida de volumen cerebral; sino que muestra la asociación. "Aunque aún no se ha estudiado a gran escala, estos resultados sugieren que la condición física en la mediana edad puede ser particularmente importante para los muchos millones de personas en todo el mundo que ya tienen evidencia de enfermedad cardiaca", concluye.