MADRID, 10 Oct. (EUROPA PRESS) -
La salud mental es uno de los problemas más importantes al que se enfrentan las personas con VIH, según han resaltado expertos durante el XX Congreso Nacional sobre el Sida e ITS, organizado la pasada semana en Bilbao por la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida (SEISIDA).
Entre ellos, Jeffrey Lazarus, jefe del Grupo de Investigación de Sistemas de Salud en ISGlobal y profesor asociado en la Universidad de Barcelona, ha señalado que este problema nunca se ha tomado suficientemente en serio "en parte porque los esfuerzos estaban en diagnosticar y tratar a las personas que lo necesitaban".
Asimismo, hay otra cuestión que dificulta la identificación de la salud mental. Lazarus ha apuntado que es posible que los profesionales en el campo de las enfermedades infecciosas "no sean las personas más adecuadas, porque lo que hace falta una derivación a especialistas en salud mental, y no todos los centros tienen expertos en este campo".
En este sentido, Rodrigo Oraa, del Servicio de Adicciones de la Red de Salud Mental de Vizcaya, la cronicidad del VIH hace cada vez más relevante la importancia de la salud mental al considerar la calidad de vida de las personas con VIH.
"Cuando nos referimos a salud mental tenemos que verla como un continuo. Simplificando mucho, el estado de salud mental es un equilibrio entre las capacidades de afrontamiento que tiene una persona, y la situación que está viviendo en ese momento. Ahí influyen los determinantes personales, biográficos, sociales, la enfermedad... En los momentos de malestar las capacidades de adaptación se ven desbordadas por las exigencias de las situaciones vitales. El equilibrio puede recuperarse mejorando estos estresores y reforzando los apoyos", ha explicado.
Oraa ha recordado que las necesidades de las personas con el VIH pueden ser muy variadas: "Algunas se situarán en un extremo, con adicciones y otros trastornos mentales, y posiblemente requerirán un abordaje especializado, que puede incluir tratamientos psicofarmacológicos y psicoterapéuticos".
La cronicidad del VIH ha traído consigo nuevos retos para la salud de los pacientes, como una mayor carga de enfermedad (comorbilidades) y tratamiento (polifarmacia). También para la atención médica que reciben, mayor complejidad clínica y mayores necesidades asistenciales, tal y como ha asegurado Juanse Hernández, del Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt-VIH).
"El estigma y la discriminación, en sus diferentes manifestaciones, continúan siendo un motivo adicional de sufrimiento para las personas con VIH y una de las principales barreras para prevenir y tratar esta infección", ha detallado.
Alicia González Baeza, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), ha argumentado que hay factores relacionados con las enfermedades mentales, como situaciones de estrés, baja autoestima, ansiedad o depresión, que hace que esa calidad de vida sea inferior a la del resto de la población.
La experta se ha referido a los estresores asociados al proceso de vivir con VIH, es decir, a los efectos que tiene el propio VIH en el sistema nervioso central (SNC) o de los tratamientos.
"factores tan relevantes como el impacto del diagnóstico, la discriminación y el estigma, las expectativas de rechazo, el propio estigma internalizado que interfiere en el día a día y relaciones sociales, las preocupaciones por no tener cura, por posible transmisión sexual, por adherencia, complicaciones médicas, cambios imagen corporal", ha pormenorizado.
Sin embargo, el actual modelo de atención del VIH, centrado en la enfermedad y en los servicios, presenta "limitaciones para alcanzar el objetivo de mejorar la calidad de vida de los pacientes".
En cuanto a las intervenciones para abordar este importante problema, González Baeza considera que debían de ser de diferentes tipos: preventivas, para "reducir barreras y estresores, y acompañar y fomentar estrategias adaptativas"; para la detección de problemas de salud mental, "con el fin de intervenir lo antes posible"; psicológicas individualizadas, "centradas en acontecimientos vitales estresantes, regulación emocional y estrategias de afrontamiento"; y por último, "a través de grupos terapéuticos basados en intervenciones coordinadas, y combinadas".