Sabor, temperatura y dolor están vinculadas neurológicamente

Archivo - Temperatura, termómetro, cama, hospital
Archivo - Temperatura, termómetro, cama, hospital - JCOMP / FREEPIK - Archivo
Publicado: lunes, 21 marzo 2022 18:49

MADRID, 21 Mar. (EUROPA PRESS) -

Una nueva investigación publicada por biólogos de la Universidad de Oklahoma (Estados Unidos) ha demostrado que el cerebro clasifica las sensaciones relacionadas con el sabor, la temperatura y el dolor en una región común del cerebro.

En su trabajo, publicado en la revista científica 'The Journal of Neuroscience', los investigadores sugieren que el cerebro también agrupa estas sensaciones como placenteras o aversivas, lo que podría ofrecer nuevas ideas sobre cómo los científicos podrían entender mejor la respuesta del cuerpo al dolor y su tratamiento.

"La sensación de picante que se obtiene de un chile es en realidad una sensación de dolor... esto sigue a la activación de las fibras relacionadas con el dolor que inervan la lengua y son sensibles al calor. Lo que ocurre es que una sustancia química presente en los chiles, llamada capsaicina, provoca la activación de las fibras del dolor y 'engaña' a las neuronas para que reaccionen como si hubiera un estímulo de calor en la boca, por lo que notarás que cuando comas alimentos picantes, tu cuerpo reaccionará para intentar eliminar el calor: tus vasos sanguíneos pueden dilatarse y puedes empezar a sudar porque tu cuerpo 'cree' que se está sobrecalentando", explica uno de los líderes de la investigación, Christian H. Lemon.

"Los mensajes neuronales asociados al dolor son transportados en parte por los circuitos neuronales relacionados con la detección de la temperatura. "Esto explicaría, por ejemplo, por qué cuando se toca una estufa caliente se siente un dolor ardiente. Hay vínculos íntimos entre la temperatura y el dolor, y hay vínculos íntimos entre la temperatura y el sabor... casi todo lo que comemos se calienta o se enfría, y se sabe que eso tiene un efecto bastante fuerte en la forma en que percibimos ciertos sabores", apunta Lemon.

El equipo de investigación quería entender mejor cómo la temperatura y el dolor se cruzan con el sabor neurológicamente. Partiendo de su investigación anterior, que había demostrado que las señales de temperatura y sabor confluyen en una sección concreta del cerebro medio, el grupo de investigación de Lemon utilizó modelos de ratón bajo anestesia para estimular artificialmente las fibras relacionadas con la temperatura y el dolor, en combinación con un método fisiológico para monitorizar las acciones que se producen en el cerebro para determinar la conexión entre estos sentidos.

"Se sabe que la temperatura y el gusto pueden activar algunas de las mismas células en el cerebro, pero esto rara vez se había estudiado de forma sistemática. Queríamos saber si las respuestas a la temperatura que veíamos en esta parte del cerebro eran realmente atribuibles a la activación de fibras térmicas y relacionadas con el dolor que inervan la cabeza, la cara y la boca. Para ello utilizamos una moderna tecnología genética con la que pudimos insertar una proteína en estas células de 'temperatura/dolor' que nos permitía controlar estas células con luz azul: podíamos encender las células con una luz, como un interruptor", detalla el científico.

Lo que descubrieron es que estas neuronas que los científicos han estudiado durante mucho tiempo como neuronas del gusto responden realmente a la estimulación artificial de estas células de temperatura/dolor.

"Esto es significativo porque la mayoría de los científicos que han estudiado el gusto, normalmente sólo estudian los circuitos neuronales desde la perspectiva del gusto. Los científicos que estudian el dolor normalmente sólo se fijan en las respuestas relacionadas con el dolor, pero en realidad se juntan en esta parte del cerebro medio, y no sólo se juntan, sino que lo hacen de una forma muy sistemática en la que los sabores preferidos y las temperaturas preferidas se separan de los sabores y las temperaturas adversas en cuanto a la forma en que se producen las respuestas en esta parte del cerebro", argumenta el científico.

Los investigadores clasifican los sabores preferidos o placenteros como algo dulce, como el azúcar, mientras que los sabores adversos son amargos, lo que puede significar que algo puede ser tóxico o dañino. Del mismo modo, las personas, y los ratones, tienen temperaturas preferidas, como un entorno cómodamente calentado o enfriado en comparación con un estímulo de frío o calor extremo.

Mediante esta estimulación artificial de las células de temperatura/dolor y las correspondientes neuronas del gusto, descubrieron que el cerebro segregaba los sabores y temperaturas preferibles de los adversos. Este hallazgo ofrece nuevos conocimientos sobre la interacción de estos sentidos, lo que podría tener implicaciones para que los científicos comprendan las respuestas del cerebro a los estímulos que causan dolor.

"Lo que muestran nuestros resultados es que en un circuito del cerebro medio hay una representación muy ordenada de los hedónicos del gusto y la temperatura -si algo es placentero o aversivo- que depende de la entrada de estas células de temperatura/dolor. Estos descubrimientos sugieren que el cerebro utiliza realmente células comunes para representar la información de los distintos sentidos cuando existen relaciones entre ellos. Dado que el dolor está relacionado con la detección de la temperatura, estos resultados podrían proporcionar pistas sobre cómo las señales de temperatura o dolor podrían interactuar con otros sentidos, lo que podría ser importante para desarrollar nuevas estrategias terapéuticas para el tratamiento del dolor", resalta Lemon.