MADRID, 5 Jun. (EUROPA PRESS) -
Cada vez más, la ciencia apunta a conexiones sorprendentes entre la salud física y el bienestar mental, áreas que tradicionalmente se han estudiado por separado. Nuevas investigaciones están profundizando en cómo ciertos factores pueden influir simultáneamente en ambos ámbitos, desafiando las ideas convencionales y abriendo el camino a nuevos enfoques preventivos y terapéuticos.
En medio de un contexto donde problemas como la obesidad y la ansiedad crecen de forma alarmante, especialmente en las generaciones más jóvenes, los expertos buscan entender mejor las complejas relaciones biológicas que subyacen a estas condiciones. Los avances recientes prometen aportar datos valiosos que podrían cambiar la forma en que concebimos la salud integra.
INTERACCIONES ENTRE EL INTESTINO Y EL CEREBRO
Ante el aumento de las tasas de obesidad y ansiedad, especialmente entre los más jóvenes, una nueva investigación de la Universidad Estatal de Georgia (Estados Unidos) sugiere que ambas afecciones podrían estar relacionadas mediante interacciones entre el intestino y el cerebro.
El estudio, realizado en ratones, vincula la obesidad inducida por la dieta con síntomas similares a la ansiedad, alteraciones en la señalización cerebral y diferencias en la microbiota intestinal que podrían contribuir al deterioro del funcionamiento cerebral.
"Varios estudios han señalado una relación entre la obesidad y la ansiedad, aunque aún no está claro si la obesidad causa ansiedad directamente o si la asociación se ve influenciada por presiones sociales", desarrolla la doctora Desiree Wanders, profesora asociada y jefa de nutrición en la Universidad Estatal de Georgia.
"Nuestros hallazgos sugieren que la obesidad puede provocar comportamientos similares a la ansiedad, posiblemente debido a cambios tanto en la función cerebral como en la salud intestinal", afirma Wanders, quien presenta los hallazgos en NUTRITION 2025 , la reunión anual insignia de la Sociedad Estadounidense de Nutrición que se llevará a cabo del 31 de mayo al 3 de junio en Orlando, Florida (Estados Unidos).
Si bien es bien sabido que la obesidad puede provocar afecciones como la diabetes tipo 2 y las cardiopatías, sus posibles efectos en la salud cerebral son menos claros. Para investigar la relación entre la obesidad, la función cognitiva y la ansiedad, los investigadores diseñaron una serie de experimentos con un modelo murino que desarrolla muchos de los mismos problemas relacionados con la obesidad que se observan en humanos.
ESTUDIO EN RATONES
El estudio incluyó 32 ratones macho. Entre las 6 y las 21 semanas de edad (un período equivalente a la adolescencia y la adultez temprana en humanos), la mitad de los ratones recibieron una dieta baja en grasas y la otra mitad, una dieta alta en grasas. Al final de este período, los ratones con una dieta alta en grasas pesaron significativamente más y tenían significativamente más grasa corporal que los ratones con una dieta baja en grasas.
En pruebas de comportamiento, los investigadores descubrieron que los ratones obesos mostraban más comportamientos similares a la ansiedad, como quedarse paralizados (una conducta defensiva que los ratones exhiben en respuesta a una amenaza percibida), en comparación con los ratones delgados. Estos ratones también mostraron diferentes patrones de señalización en el hipotálamo, una región del cerebro involucrada en la regulación del metabolismo, lo cual podría contribuir al deterioro cognitivo.
Además, los investigadores observaron diferencias claras en la composición de la flora intestinal de los ratones obesos en comparación con los ratones delgados. Estos hallazgos concuerdan con la creciente evidencia que apunta al papel del microbioma intestinal en la regulación del comportamiento.
Si bien reconoce que la investigación en ratones no siempre se traduce directamente a los humanos, Wanders señala que los resultados brindan nuevos conocimientos que subrayan la importancia de apuntar a múltiples sistemas para comprender y potencialmente tratar los deterioros cognitivos relacionados con la obesidad.
"Estos hallazgos podrían tener implicaciones importantes tanto para la salud pública como para las decisiones personales", apunta Wanders. "El estudio destaca el posible impacto de la obesidad en la salud mental, especialmente en términos de ansiedad. Al comprender las conexiones entre la dieta, la salud cerebral y la microbiota intestinal, esta investigación podría ayudar a orientar las iniciativas de salud pública centradas en la prevención y la intervención temprana de la obesidad, especialmente en niños y adolescentes".
QUE EL MUNDO REAL ES MUCHO MÁS COMPLEJO
Wanders también agrega que las condiciones cuidadosamente controladas utilizadas en el estudio otorgan rigor y credibilidad a los resultados, pero agregó que el mundo real es mucho más complejo.
"Si bien nuestros hallazgos sugieren que la dieta desempeña un papel importante en la salud física y mental, es importante recordar que la dieta es solo una pieza del rompecabezas", resume Wanders. "Los factores ambientales, la genética, el estilo de vida y el nivel socioeconómico también contribuyen al riesgo de obesidad y sus consecuencias para la salud. Por lo tanto, si bien estos resultados son importantes, deben considerarse en el contexto de un enfoque más amplio y multifactorial para comprender y abordar el deterioro cognitivo y los problemas de salud mental relacionados con la obesidad".
A continuación, los investigadores esperan explorar más a fondo los mecanismos por los cuales la obesidad inducida por la dieta afecta el cerebro y el comportamiento, profundizando en los cambios en el microbioma intestinal y ampliando su estudio para incluir ratones hembra y diferentes grupos de edad. Wanders concluye que sería útil determinar si las intervenciones para la pérdida de peso podrían revertir estos efectos.