MADRID, 7 Ene. (EDIZIONES) -
La actual sociedad, con su contaminación acústica, está creando una generación de sordos. Los auriculares, la música alta y durante mucho tiempo, las discotecas, el ruido de las obras, el de los pitidos de los coches, por ejemplo, son los responsables de que diariamente machaquemos nuestros oídos, cuando es vital cuidarlos día a día para que en la madurez no perdamos la audición.
De hecho, se está considerando que este envejecimiento, que tendría que suceder a los 60, se va a adelantar a los 40, fundamentalmente por ese uso abusivo de escuchar música. Pero lo peor de todo es que descuidamos a los más pequeños muchas veces por ese desconocimiento general de que no les va a pasar nada por tener un ruido fuerte cerca. Su sistema auditivo es más vulnerable que el nuestro, por lo que es importante cuidarlo y vigilarlo.
"Los oídos son para toda la vida y hay que cuidarlos porque no hay marcha atrás", asegura en una entrevista con Infosalus la doctora María José Lavilla, presidenta de la Comisión de Audiología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología (SEORL), y miembro del servicio de esta especialidad en el Hospital Clínico de Zaragoza, quien también explica para poder entenderlo que el oído tiene tres partes: el oído externo, que es el pabellón y conducto auditivo; el oído medio, donde se alojan la cadena huesos; y el oído interno, donde está la cóclea y el nervio auditivo.
"Cualquier causa que les afecte producirá sordera o hipoacusia de cualquier grado y de diferente tipo. Es diferente la sordera del oído interno que la del externo. Por ejemplo, por un tapón de cera o por una otitis se puede perder audición pero no permanente, no es el caso del que hablamos. La sordera más frecuente y que padeceremos todos es la pérdida del oído interno, que se produce en la cóclea, una pérdida neurosensorial que tienen los niños que nacen sordos, y también la que todos vamos a tener por el envejecimiento", apostilla.
En concreto, esta pérdida de audición por la edad se conoce como 'presbiacusia' y suele empezar a los 60 años, o quizás antes; todo depende de lo que cuidemos nuestros oídos. "A los 60, el 20 por ciento de la población está afectada. Conforme se cumplen años es más frecuente la sordera, y a los 65 años, un 25 por ciento, mientras que a los 75 años, un 70 por ciento ya tienen esta pérdida", añade.
Lavilla precisa que esta pérdida por el envejecimiento empieza de una manera muy sutil, muy lenta. "Al principio es imperceptible pero con el tiempo va progresando. Empieza por la pérdida de frecuencias agudas y después se extiende a otras más graves", sostiene la especialista de la SEORL.
La otorrino indica a su vez que hay personas que tienen una mayor predisposición que otras a padecer sordera, de la que se desconoce el porqué y, por ejemplo, a la misma intensidad y exposición al ruido unas personas se ven más afectadas que otras. También recuerda el factor genético, que aquí sí cobra importancia.
RIESGOS A EVITAR
A juicio de Lavilla, lo que más afecta a la audición con el tiempo es el abuso, o lo que se conoce como 'la exposición al ruido'. "De alguna manera no se puede evitar el envejecimiento pero sí se puede influir y prevenir este deterioro, y que éste sea menor. La prevención empieza por evitar la exposición al ruido a lo largo de la vida, puesto que ésta la adelanta y la acentúa", avisa.
Asimismo, la experta destaca que "tan importante es el volumen como el tiempo de exposición", subrayando que si se sube el volumen habrá que escuchar música menos tiempo. Por otra parte, Lavilla indica también que afectan a la audición las enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo como la hipercolesterolemia, la hipertensión, la obesidad, o la diabetes; por lo que una buena salud y unos buenos hábitos harán que se pierda más lentamente la audición, así como ejercicio físico regular.
A su vez, la experta del Hospital Clínico de Zaragoza considera que hay que evitar la exposición a tóxicos que puedan dañar la audición como el tabaco. Hay medicamentos que son ototóxicos, incluso algunos de uso muy habitual como la 'Aspirina', el paracetamol y los antiinflamatorios no esteroideos, que si los utilizamos prolongadamente pueden perjudicar a nuestra audición.
Igualmente, recomienda no manipular el oído con bastoncillos, ni con nada. "Los niños con tendencia a acatarrarse no deben de bucear, no por el hecho de mojarse el oído, sino porque al bucear se somete al oído a una presión negativa y daña la audición a estas personas", alerta la experta.
"Las personas que hayan tenido alteraciones auditivas previas, como otitis, tienen que cuidarse y aquellas que hayan tenido una exposición al ruido y han notado molestias como pitidos o sensación de vacío padecen una sordera transitoria. Si te ha pasado una vez, tienes más riesgo", advierte Lavilla.
CONSEJOS PARA NO PERDER AUDICIÓN: LA DIETA DEL RUIDO
Por todo ello, la presidenta de la Comisión de Audiología de la SEORL aconseja seguir diariamente lo que ella denomina como 'la dieta del ruido', es decir, modificar nuestros hábitos y dosificar el ruido limitando su volumen, disminuyendo el tiempo de escucha con volumen alto, evitando ruidos impulsivos (muy altos y en muy corto tiempo como petardos), alejarnos de fuentes de fuerte ruido - cada metro que nos alejamos son seis decibelios menos_, usar protectores auditivos como los tapones, procurar no generar ruidos que molesten a otros, y para los más jóvenes, no escuchar la música con auriculares más de 60 minutos y a más del 60 por ciento del volumen del aparato.
Otra manera de prevenir la presbiacusia es a través de la detección precoz. "El síntoma más importante es que se oye pero no se entiende lo que se dice, o se pone la televisión muy alta. Hay que acudir al especialista cuando el problema se inicia. La ayuda técnica necesaria suele ser el audífono y no hay que esperar a no oír nada. No oímos con los oídos sino con el cerebro, que interpreta lo que oímos. Entonces, si estamos mucho tiempo sin oír señales no interpreta el sentido de la conversación, se genera un deterioro cognitivo", agrega.
Finalmente, advierte de que no sólo se ven los audífonos de una persona que no oye correctamente, sino también se percibe la sordera. "Está comprobado que las personas mayores si esperan mucho se aíslan, se deprimen y se pierden lo que hay a su alrededor. Animar a las personas a que en seguida se pongan audífonos y avisar de que la tecnología es cada vez más perfecta y estética. Hay que tener miedo a perder audición y a que sea tarde para poner remedio", sentencia la experta de la SEORL.