MADRID, 5 Abr. (EDIZIONES) -
La capacidad de procesar y almacenar información para poder utilizarla tiempo después, nos referimos a la memoria, es fundamental para la supervivencia individual y como especie. En realidad, todo lo que somos es memoria. Así lo muestran las dramáticas patologías que implican un déficit importante en esta capacidad, como las amnesias o las demencias.
Según explica a Infosalus Antonio Manzanero, coautor del libro 'La Memoria Humana: aproximaciones desde la neurociencia cognitiva' (Pirámide, 2015), sin memoria no podríamos desarrollar y ejecutar las habilidades (leer, escribir o conducir) adquiridas con el entrenamiento a lo largo del tiempo e incluso las más básicas como buscar alimento, defendernos o andar. Tampoco seríamos capaces de reconocer dónde estamos o los objetos que nos rodean y perderíamos todos los conocimientos adquiridos sobre el funcionamiento del mundo (Historia, Geografía, Arte o Ciencia).
Estas dos capacidades son vitales para nuestra supervivencia y la de la especie y son compartidas con otras especies. Pero los humanos tenemos una capacidad distintiva y superior de memoria que nos permite tener conciencia de nosotros mismos, como individuos, y que tiene que ver con nuestros recuerdos.
"Los recuerdos nos permiten recuperar información sobre acontecimientos vividos en lugares y momentos específicos de nuestra vida, con la sensación particular de que eso lo hemos experimentado nosotros. Esta información conforma nuestra identidad como personas", señala Manzanero, profesor de Psicología de la Memoria en la Universidad Complutense de Madrid.
Además, existen los procesos de metamemoria que nos permiten manejar toda la información y tomar decisiones con respecto a su origen, el esfuerzo necesario para completar una tarea de memoria y estimar nuestro rendimiento o hacer planes de cara al futuro. "Sin información del pasado es imposible vivir el presente ni proyectarse al futuro", comenta Manzanero.
¿QUÉ DICE LA CIENCIA SOBRE LA MEMORIA?
El autor señala que desde un punto de vista funcional, la ciencia nos ha ayudado a comprender cada vez más cómo son esos procesos, cómo funciona la memoria y qué factores la afectan. Se sabe cada vez más sobre las estructuras neurológicas que soportan esas funciones y cómo interaccionan entre sí, lo que permite predecir a grandes rasgos las consecuencias funcionales de los daños en esos órganos.
"No obstante, todavía queda un enorme camino por recorrer debido a que en los procesos de memoria intervienen multitud de estructuras cerebrales en complejas interacciones. Por otro lado, el cerebro ha mostrado ser enormemente flexible y la mayoría de las investigaciones muestran una gran variabilidad entre funciones pero también entre personas", apunta el autor.
Esta flexibilidad o plasticidad es responsable de los cambios continuos que se producen en el cerebro a lo largo de toda nuestra vida, que permiten la adaptación a situaciones novedosas, presiones ambientales, cambios fisiológicos, la experiencia e incluso superar daños cerebrales, más allá de las limitaciones que la genética y la fisiología imponen.
RETOS EN EL ESTUDIO DE LA MEMORIA
Manzanero señala que todavía quedan por superar grandes problemas en nuestro intento por entender más y mejor la memoria:
* Faltan hipótesis integrales sobre los mecanismos de la memoria: la ciencia ha compartimentado por razones prácticas los procesos de memoria y sus mecanismos, por lo que carecemos de información suficiente para integrar adecuadamente función y estructura. Se avanza en el reemplazo de órganos dañados pero en cuanto al cerebro esto jamás será posible, pues se trataría de un trasplante de cuerpo ya que funciones cognitivas, identidad, recuerdos, conocimientos y habilidades pertenecerían a ese cerebro y un cerebro nuevo supondría una persona distinta, algo incompatible con restaurar la persona que fue", aclara el autor.
* La mayoría de las aproximaciones al estudio de la memoria se hacen desde la enfermedad más que desde su funcionamiento normal: así, se ha escrito mucho sobre las diferentes patologías que pueden afectar a la memoria y su correlación con daños específicos en algunas estructuras cerebrales concretas. ¿Cómo podemos comprender estas patologías si no sabemos todavía con exactitud cómo funciona normalmente la memoria?
* Una pobre información entre los "especialistas" sobre los procesos de memoria y un uso anticuado de la taxonomía: deberían completarse y actualizarse los planes de estudio de la mayoría de las facultades de Medicina.
"No puede ser que a estas alturas sigamos hablando de la memoria como algo unitario y la única distinción que seamos capaces de hacer sea solo en función de una dimensión temporal (corto, medio y largo plazo), cuando ya hace tiempo se han descrito disociaciones claras entre la capacidad de memoria para caras, planes o vivencias, e incluso entre la capacidad para memorizar elementos animados e inanimados", asegura Manzanero.
* Grave problema a la hora de medir la capacidad de memoria (o sus déficits): por el momento carecemos de instrumentos adecuados para evaluar de forma precisa los distintos tipos de memoria. Procedimientos como las técnicas de imagen han ayudado a registrar cada vez mejor los cambios que se producen en la actividad de las distintas estructuras cerebrales, pero todavía falta desarrollar las teorías y procedimientos que nos permitan interpretar adecuadamente sus resultados.
La mayoría de procedimientos actuales evalúan el rendimiento en tareas acontextuales que utilizan dígitos, palabras e incluso figuras abstractas sin embargo la memoria humana es en gran parte contextual y basa su funcionamiento en el significado de la información que procesa. "Estamos obteniendo una idea parcial y sesgada de las capacidades de memoria que podría llevarnos a conclusiones erróneas", mantiene Manzanero.
* Una memoria en evolución constante: los procesos y mecanismos de memoria deberían contemplarse desde un punto de vista evolutivo. La memoria sufre procesos de desarrollo a lo largo de toda la vida, no es igual en la infancia que entre adolescentes, adultos o ancianos. La memoria cambia, se adapta y evoluciona a lo largo de la vida y algunas capacidades se potencian mientras otras decrecen, cambios que deben ser tenidos en cuenta en los estudios sobre la memoria.
* Desterrar las falsas creencias: son un freno para una buena comprensión de la memoria. La más importante tiene que ver con asimilar el funcionamiento de la mente humana a un ordenador. La mente humana es proactiva y constantemente reconstruye la realidad.
"Nuestros recuerdos son pura construcción que en muchas ocasiones en nada se parece a la supuesta realidad que la originó", aclara el autor. También deberíamos abandonar la idea de que la memoria es como una cámara de vídeo que todo lo archiva y mantiene de forma inmutable a lo largo del tiempo.