MADRID, 23 Abr. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Maryland, Estados Unidos, dicen que aunque una gran mayoría de los recién nacidos están expuestos en sus primeros días de vida al bisfenol A (BPA), un químico muy utilizado en revestimientos plásticos y en los alimentos y refrescos, pueden alterarlo químicamente y eliminarlo del organismo.
Los resultados, publicados este jueves en 'The Journal of Pediatrics', desafían la creencia actual sobre la toxicología del BPA. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos han encontrado que más del 92 por ciento de los estadounidenses mayores de 6 años en adelante tienen BPA en sus cuerpos, muy probablemente a través del consumo de alimentos almacenados en envases fabricados con él.
RIESGOS DEL BISFENOL A EN RECIÉN NACIDOS
Nadie había estudiado los niveles en los recién nacidos sanos, pero se asumió que sus hígados inmaduros tendrían dificultades para procesarlo químicamente y que podría significar un aumento de los riesgos para la salud debido al BPA. El BPA imita la hormona sexual estrógeno en el cuerpo y pueden tener efectos sobre el desarrollo del cerebro, los pulmones y los órganos reproductivos, y se ha asociado con la diabetes y algunos tipos de cáncer.
Actualmente, se utiliza en muchos plásticos en Estados Unidos, pero fue prohibido en los biberones y tazas para bebés en 2012 por la agencia estadounidense del medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) por el miedo de qué podría provocar este químico en los más pequeños. Pero todavía hay un uso generalizado de BPA porque la FDA ha concluido repetidamente que es seguro en los niveles actuales que se producen en los alimentos.
"A pesar de que hemos eliminado el BPA de las botellas, este trabajo muestra que los bebés todavía están expuestos a él", afirma la líder del estudio, Rebecca Massa Najman, becaria post-doctoral en el Departamento de Ciencias de la Salud Ambiental de la Escuela de Salud Pública de la Johns Hopkins. "Pero la buena noticia es que nuestro estudio también muestra que los recién nacidos sanos son más capaces de manejar la exposición de lo que pensábamos", añade.
Para su investigación, realizada entre diciembre 2012 y agosto de 2013, Najman y sus colegas recogieron muestras de orina de 44 bebés nacidos a término, una vez entre los tres y seis días de edad y de nuevo entre los siete y 27 días de edad. Buscaban dos formas de BPA: BPA libre y BPA glucurónido.
El primero es el producto químico tal y como aparece en los productos de consumo y el BPA glucurónido es lo que queda después de que el BPA es metabolizado por el cuerpo. Los investigadores no encontraron BPA libre en las muestras de orina, pero más del 70 por ciento de las muestras contenían BPA glucurónido, que es biológicamente inerte y, por lo tanto, considerado inofensivo para el cuerpo.
Los científicos estaban preocupados de que el BPA se comportaría de manera similar en el cuerpo a la bilirrubina, un subproducto biológico creado por la descomposición de los glóbulos rojos. Los hígados sanos convierten bilirrubina en glucurónido de bilirrubina, un proceso muy similar al del BPA, que luego se puede excretar. Rutinariamente, los bebés pueden tener problemas con este proceso en sus primeros días, lo que resulta en ictericia en la mayoría de los recién nacidos.
Najman dice que los investigadores aún no saben cómo se expusieron los bebés al BPA. En particular, el grupo de Najman no encontró diferencias entre los niveles de BPA glucurónido en los bebés que fueron alimentados con fórmula y los que fueron amamantados. El 51 por ciento de los bebés fueron alimentados con leche de fórmula; el 28 por ciento con lactancia materna y el 21 por ciento con una combinación de los dos.
Los estudios han demostrado que la leche de fórmula en polvo para bebés no contiene BPA, mientras que la leche materna sí. Entre los niños y adultos, se cree que la comida es la fuente principal del BPA que se encuentra en el cuerpo, a pesar de que también se halla en los recibos de caja, las botellas de agua rellenables, el revestimiento de las tuberías de agua e, incluso, en el polvo.
Debido a su corta vida media, el BPA en la orina refleja el contacto reciente con una fuente de BPA, por lo que la transmisión en el útero de la madre al bebé puede ser un posible culpable. "Tiene que venir de algún lugar fuera de la dieta", añade esta experta.