MADRID, 2 Ago. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio de la University of South Australia ha presentado la evidencia más sólida hasta la fecha de la relación causal entre la obesidad y una amplia gama de afecciones graves, incluyendo enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y afecciones neurológicas, musculoesqueléticas y respiratorias.
El trabajo, publicado en la revista 'Lancet Digital Health', extrae datos del 'UK Biobank', una base de datos de investigación que contiene información sobre salud y genética de medio millón de voluntarios, para analizar las asociaciones entre el índice de masa corporal (IMC) y una serie de resultados de enfermedades en 337.536 personas.
Investigaciones anteriores han sugerido que un alto IMC está asociado con un mayor riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, pero debido a la dificultad de llevar a cabo ensayos clínicos relacionados con la obesidad, ha sido difícil probar la causalidad.
En este trabajo, los investigadores desarrollaron un análisis multidimensional en el que los datos genéticos se sometieron a una serie de exámenes rigurosos con el fin de proporcionar una alta confianza en la causalidad. Compararon la evidencia de cinco enfoques estadísticos diferentes para establecer qué cuán fuerte es realmente la evidencia del efecto causal.
Observaron pruebas totalmente consistentes en todos los enfoques para 14 enfermedades diferentes, y para 26 enfermedades diferentes se obtuvieron pruebas por lo menos para cuatro de los cinco métodos utilizados. "Lo que aumenta la confianza de que estas asociaciones reflejan en gran medida los efectos reales es el hecho de que los efectos que se encontraron con evidencia consistente también son aquellos para los que tenemos evidencia clínica previa", explican los investigadores.
Por ejemplo, vieron evidencia de efectos sobre los trastornos nerviosos periféricos, úlceras crónicas en piernas y pies, e incluso gangrena e insuficiencia renal, que se sabe que son complicaciones diabéticas. "Esto sugiere que un aspecto clave para reducir el riesgo de comorbilidad en la obesidad es la monitorización cuidadosa del azúcar en sangre y el control eficaz de la diabetes y sus complicaciones", aseguran.