MADRID, 1 Oct. (EUROPA PRESS) -
Científicos rusos han descubierto, tras realizado pruebas para comparar el proceso de coagulación de la sangre en adultos y recién nacidos, que estos últimos enfrentan un mayor riesgo de trombosis.
El trabajo, que forma parte de un proyecto financiado por el Programa Presidencial de Proyectos de Investigación de la Russian Science Foundation (RSF), y cuyos resultados se han publicado en la revista 'Pediatric Research', ha comparado también ese proceso en bebés prematuros y aquellos que nacieron a los nueve meses de gestación.
Según apuntan los investigadores del estudio, los trastornos del sistema de coagulación son una de las principales causas de muerte o discapacidad infantil. Además, los riesgos de trastornos hemorrágicos o trombosis aumentan "considerablemente" en presencia de complicaciones en los recién nacidos, siendo el parto prematuro uno de los más significativos.
Actualmente, recuerdan que "no hay métodos efectivos" para diagnosticar trastornos de la hemostasia (la capacidad que tiene un organismo de hacer que la sangre en estado líquido permanezca en los vasos sanguíneos) en bebés en la práctica clínica. Por un lado, la incidencia de complicaciones clínicas asociadas con trastornos del sistema de hemostasia en bebés es generalmente "baja", lo que hace que la detección masiva sea poco práctica.
Por otro lado, señalan que tales pruebas podrían recomendarse para grupos de alto riesgo, como en los recién nacidos prematuros o bebés con infecciones sistémicas congénitas. "Esto, sin embargo, nos lleva a otro problema: los instrumentos de prueba de laboratorio no son lo suficientemente sensibles para detectar trastornos en las primeras etapas", indican.
PRUEBAS DE HEMOSTASIA INNOVADORAS
"Nuestro trabajo consistió en aplicar pruebas de hemostasia innovadoras, que se basan en una comprensión de los principios y mecanismos mediante los cuales se produce un trombo. Las pruebas se llevaron a cabo para evaluar la condición del sistema de coagulación en los bebés nacidos sin ningún problema (el grupo de control) y bebés prematuros (el grupo de prueba)", explica la autora del artículo, Anna Balandina.
Los científicos analizaron las desviaciones en la coagulación del plasma e investigaron el estado de las plaquetas, lo que implicó estudiar células individuales usando señales de fluorescencia y dispersión de luz (citometría de flujo). Así, el trabajo ha demostrado que la hemostasia en los recién nacidos es "sustancialmente diferente" de la de los adultos.
En resumen, explican que los recién nacidos enfrentan un mayor riesgo de trombosis, es decir, la formación de trombos dentro de los vasos sanguíneos, lo que impide el flujo libre de sangre. Además, las plaquetas en los recién nacidos exhiben una capacidad reducida de activación. Las diferencias fueron aún más pronunciadas en el grupo de bebés prematuros.
En base a esto, los investigadores concluyeron que, durante los primeros días de la infancia, la hemostasia existe en un único estado de equilibrio que es radicalmente diferente del equilibrio en adultos. Cualquier complicación, como el parto prematuro, altera este equilibrio y, en consecuencia, provoca un aumento de la incidencia de trombosis y hemorragia.
"Ahora continuamos con nuestro trabajo y reclutaremos a un grupo de bebés extremadamente prematuros. Además, estamos tratando de comprender las causas subyacentes de tales diferencias dramáticas entre la hemostasia de adultos y bebés. Esperamos que el trabajo finalmente resulte en un protocolo de detección infantil para detectar alteraciones latentes en el funcionamiento del sistema de hemostasia", concluye Anna Balandina.