MADRID, 23 Feb. (EUROPA PRESS) -
Las personas mayores que presentan diabetes deberían realizarse un examen de fondo de ojo anualmente para detectar la aparición de retinopatía diabética, según la responsable Asistencial de Igurco Servicios Sociosanitarios de Grupo IMQ, Naiara Fernández.
Así lo ha afirmado durante su conferencia 'Valoración geriátrica integral: definición de objetivos por áreas en el abordaje de la limitación visual', donde ha recordado que la prevalencia de la diabetes en personas mayores de 70 años se sitúa por encima del 15 por ciento, según datos de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición.
De entre las personas mayores diabéticas, los estudios apuntan a que cuatro de cada diez desarrollan una retinopatía diabética, uno de los problemas de salud ocular "más frecuentes en este colectivo", ha señalado.
El cribado de estos aspectos, de forma regular, "es esencial". Por ejemplo, se debe olvidar que la mitad de las personas mayores que tienen diabetes, "desconocen que la padecen y, por ello, si no son controlados de forma regular, el riesgo de presentar una insuficiencia visual, entre otros muchos aspectos de salud, se incrementa", ha expuesto la especialista.
VALORACIÓN GERIÁTRICA INTEGRAL
Asimismo, ha explicado que a través de una valoración geriátrica integral de la persona mayor con limitación visual "mediante la consideración de las área clínica, funcional, cognitiva y social de la misma, se puede establecer aquellos objetivos a conseguir tras la corrección de la patología causante de limitación visual".
Teniendo como objetivo principal de la "intervención la promoción de la autonomía, unos mejores resultados de salud, y, en definitiva, la mejoría de la calidad de vida del paciente mayor".
Además, ha advertido de la necesidad de contextualizar los problemas de salud y relacionarlos con el estado físico y vital del mayor.
"Por ejemplo, ante una pérdida de agudeza visual no diagnosticada, desde la geriatría nos planteamos que esa persona mayor se encuentra con un riesgo alto de sufrir una caída y, consecuentemente, de tener una rotura de cadera que puede ver comprometida no sólo su calidad de vida y su salud, sino su propia capacidad para valerse por sí misma; es decir, su autonomía", ha manifestado.
De igual modo, "a la hora de los exámenes visuales en personas mayores no se ha de acabar únicamente con la propia patología visual, sino comprender cómo ésta puede afectar a otros aspectos de la salud del mayor o de su calidad de vida".
Y está comprobado que la pérdida de visión "no sólo incrementa el riesgo de caídas y de dependencia, sino que influye muy negativamente en la aparición de trastornos como la depresión, alteraciones de la nutrición y hastío vital derivado de la incapacidad de realizar actividades habituales o placenteras como pueden ser pasear, leer o coser, por poner unos ejemplos cotidianos".