Mujer en sofá con tetera y viendo la tele
Foto: GETTY/ CATHERINE YEULET
Actualizado: lunes, 4 mayo 2015 11:47

MADRID, 23 Ene. (INFOSALUS) -

   La gripe es una infección vírica que suele propagarse rápidamente en forma de epidemias estacionales. El virus se transmite con facilidad de una persona a otra a través de gotículas y pequeñas partículas expulsadas con la tos o los estornudos. Por ello la mejor manera de evitar la infección es mediante la prevención y, según un nuevo estudio, el aislamiento social es la clave para evitar la enfermedad.

   Las intervenciones no farmacéuticas (ISFL, por sus siglas en inglés), es decir, las acciones que los individuos pueden realizar para disminuir la propagación de enfermedades, como lavarse las manos y minimizar los contactos con las personas enfermas, pueden desempeñar un papel clave en la reducción de la propagación de patologías infecciosas como la gripe, según concluye un estudio que se publica en 'BMC Infectious Diseases'.

   El distanciamiento social, quedarse en casa viendo la televisión y evitar la actividad social, es un importante ISFL en caso de una epidemia, especialmente cuando no hay vacuna disponible o es limitada. Bien iniciados de forma privada o dirigidos políticamente, los ISFL como el cierre de escuelas y lugares de ocio o la cancelación de eventos públicos son cada vez más relevantes en las estrategias de control, según la información del artículo.

   "El brote de gripe porcina que afectó a la ciudad de México en abril de 2009 podría haber sido peor, pero la propagación del virus se redujo por los comportamientos de respuesta de las personas que se distanciaron de los demás", señala el economista de la Universidad de California Davis Michael Springborn, autor principal del estudio, que se basó en las fortalezas disciplinarias combinadas de la epidemiología y la economía para crear un nuevo modelo que incorpora los comportamientos de respuesta en los modelos existentes de propagación de la enfermedad.

   Tras la confirmación de una nueva cepa del virus de la influenza A/H1N1 (gripe porcina), el viernes 24 abril de 2009 el Gobierno federal mexicano cerró las escuelas públicas de la Ciudad de México y se pusieron en marcha medidas de distanciamiento social. Investigadores de las universidades estadounidenses de California, de Arizona, de Georgia y de Yale utilizaron el consumo de televisión en casa en el centro de México como un indicador del comportamiento de respuesta durante la pandemia.

   Los datos de audiencia de la televisión están sistemáticamente y ampliamente disponibles y "se correlacionan altamente con el tiempo de estancia en el hogar", explica Springborn. Estos datos son un buen indicador del nivel de interacción social, ya que el tiempo dedicado a ver la televisión, en general, aumenta con el tiempo que se pasa en casa. Cuando las personas están en casa, reducen el número de contactos.

YA HAY UNA EVIDENCIA HISTÓRICA

   "Encontramos que la respuesta de comportamiento al brote fue inicialmente fuerte pero se desvaneció antes de lo esperado", detalla Springborn. Esta dinámica se interpreta como un "efecto de rebote", de forma que al inicio de un brote de gripe, el público responde fuertemente a las políticas de control aconsejadas, pero tras un periodo prolongado de quedarse en casa la gente empieza a pasar menos tiempo en sus hogares.

   "Esto sugiere que los esfuerzos para utilizar el distanciamiento social con el fin de mitigar la propagación de la enfermedad puede tener una ventana limitada de eficacia", señala Springborn. Existe evidencia histórica de este comportamiento: las observaciones de la pandemia de la gripe de 1918 en Australia mostraron que cuando la percepción del riesgo disminuyó, el público volvió de nuevo a su comportamiento normal.

   "Nuestro estudio refuerza la opinión de que recopilar los cambios de comportamiento que amplifican o contienen la velocidad de transmisión es la clave para mejorar nuestra capacidad de hacer predicciones sobre el impacto de las epidemias", afirma el coautor Gerardo Chowell, miembro de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Estatal de Georgia.

   Ciertos grupos de edad y grupos socioeconómicos respondieron con más fuerza que otros, con los niños y los grupos más ricos siendo los que más tiempo pasaron viendo la televisión. Por ello, los autores especulan con que los de familias más pobres pueden enfrentarse a mayores dificultades para adoptar medidas de autoprotección como el distanciamiento social, por ejemplo, debido a una menor flexibilidad en las horas de trabajo.

   Estas diferencias entre los grupos demográficos podrían tener implicaciones en las políticas de salud pública, puesto que las respuestas de comportamiento afectan claramente al curso de la enfermedad. "Esto afecta a las autoridades sanitarias encargadas de la planificación de las epidemias", dice Springborn, quien señala también que tiene implicaciones en el asesoramiento de la gestión, como la asignación de los recursos al sector farmacéutico y las intervenciones no farmacéuticas.

   Dentro del conjunto de intervenciones no farmacéuticas, los resultados proporcionan información para la selección de la duración y la intensidad de las principales intervenciones (cierre de empresas y cancelación de eventos públicos) frente a otras formas de asistencia, como la distribución de mascarillas.

   Las políticas de distanciamiento social pueden ser eficaces contra la gripe pandémica pero es importante recordar, según estos expertos, que otros comportamientos, como lavarse las manos y las mascarillas, podrían contribuir y deben ser una rutina con el fin de reducir la transmisión.