MADRID, 24 Abr. (EUROPA PRESS) -
Científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) han descrito la labor educativa del mecanismo biológico de la fagocitosis, por el que unas células especiales del sistema inmune (los macrófagos) practican el "canibalismo" y se comen a aquellas muertas o inservibles para evitar que se acumulen y dañen a los tejidos.
En un artículo en la revista 'Journal of Experimental Medicine' explican esta paradoja de la naturaleza protagonizada por los macrófagos o células 'comedoras grandes', que en condiciones normales están distribuidas por todos los tejidos y sirven para limpiar el organismo de cualquier tipo de material biológico que es necesario eliminar, desde partículas nocivas como microcristales o virus, a proteínas o complejos más grandes que aparecen, por ejemplo, durante el desarrollo.
Asimismo, son importantes para eliminar células dañinas, por ejemplo, linfocitos que reconocen moléculas propias y podrían causar problemas de autoinmunidad, como los que aparecen en enfermos de lupus o artritis reumatoide, o incluso células cancerosas.
En colaboración con el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) e investigadores de Estados Unidos, los investigadores utilizaron un ingenioso sistema en el que se unía la circulación de dos ratones, uno de los cuales contiene una proteína fluorescente y el otro no.
"Cuando los macrófagos del ratón no-fluorescente comían células provenientes de la sangre de su compañero, adquirían su fluorescencia", ha explicado Noelia Alonso-González, una de las autoras, que describe cómo este sencillo truco les permitió aislar y estudiar por primera vez esta población comedora de células en tejidos vivos.
El estudio demuestra que los macrófagos comedores son diferentes en cada tejido, y diferentes a su vez de aquellos que no ingieren células muertas. Estas diferencias, señala Andrés Hidalgo, otro de los investigadores, "son importantes porque mantienen a raya procesos inflamatorios y fomentan a su vez la eliminación de otras células dañadas, es decir, aumentan su apetito".
Investigaciones anteriores ya habían demostrado que cuando este proceso de fagocitosis no es normal, los organismos pueden desarrollar autoinmunidad. Y este nuevo estudio del CNIC vislumbra por primera vez cómo este proceso se organiza realmente en tejidos vivos.
IDENTIFICAN LAS MOLÉCULAS QUE 'EDUCAN' EN CADA ÓRGANO
Una conclusión importante del trabajo es que el propio proceso de ingestión de células inservibles educa al sistema inmune para mantener los tejidos limpios y sanos, y que los macrófagos son muy importantes en este proceso. Las observaciones del grupo identifican en detalle las moléculas que realizan parte del trabajo en cada uno de los órganos, desde el intestino al hígado, o la médula ósea.
Sorprendentemente, afirman los investigadores, descubren que cada tejido tiene sus propios recursos moleculares para deshacerse de células innecesarias.
"Este descubrimiento sugiere que sería posible modular este importante proceso de fagocitosis en órganos individuales, sin alterar lo que pasa en el órgano vecino. Por ejemplo, se podría potenciar la eliminación de células peligrosas en el bazo sin afectar las que son beneficiosas en los pulmones", ha indicado Alonso-González.
Aunque el potencial terapéutico queda aún lejos, el estudio describe cómo el organismo se mantiene limpio y sano, y no es por tanto insensato prever que en no mucho tiempo se podría coordinar el trabajo de estos macrófagos limpiadores en nuestro beneficio.
Según ironizan los investigadores, "en las células de nuestro cuerpo, como en nuestra sociedad, alimentación, educación y limpieza son la clave para mantener un sistema en armonía".