Los problemas cardíacos después de COVID-19 son poco comunes en niños y jóvenes pero se necesita investigar más

Archivo - Niño asustado mirando por la ventana.
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Publicado: martes, 12 abril 2022 10:42

MADRID, 12 Abr. (EUROPA PRESS) -

Las complicaciones cardíacas son infrecuentes, aunque tratables, en niños y adultos jóvenes tras la COVID-19, según una nueva declaración científica de la Asociación Americana del Corazón publicada en la revista científica 'Circulation'.

Según estos expertos, es seguro volver a practicar deportes y actividades físicas extenuantes una vez resueltos los síntomas cardíacos, aunque puede considerarse la posibilidad de realizar exámenes adicionales en el caso de los jóvenes que experimenten síntomas más graves.

La declaración también reclama más investigación, incluyendo estudios que analicen los efectos cardiovasculares a largo plazo de COVID-19 en niños y adultos jóvenes.

"Dos años después de la pandemia y con una gran cantidad de investigaciones realizadas en niños con COVID-19, esta declaración resume lo que sabemos hasta ahora en relación con la COVID-19 en los niños. Nos centramos en los efectos de este virus para aquellos con enfermedades cardíacas congénitas o de otro tipo, así como en los últimos datos sobre la posible asociación de las vacunas contra la COVID-19 con las complicaciones cardíacas en niños y adultos jóvenes. Si bien es mucho lo que sabemos, esta emergencia de salud pública necesita una investigación continua para entender los impactos a corto y largo plazo en los niños", explica el presidente del grupo de redacción de la declaración, Pei-Ni Jone, director de Ecocardiografía 3D de la Clínica de la Enfermedad de Kawasaki y de la Calidad en Ecocardiografía del Hospital Infantil de Colorado en Aurora, Colorado (Estados Unidos).

El análisis de las últimas investigaciones indica que los niños generalmente presentan síntomas leves de la infección por SARS-CoV-2. En los Estados Unidos, hasta el 24 de febrero de 2022, los niños han representado el 17,6 por ciento del total de casos de COVID-19 y alrededor del 0,1 por ciento de las muertes por el virus. Además, los adultos jóvenes, de entre 18 y 29 años, han representado el 21,3 por ciento de los casos y el 0,8 por ciento de las muertes por COVID-19.

Los estudios sugieren que algunos factores pueden ayudar a explicar por qué los niños pueden ser menos susceptibles a la infección grave por COVID-19: las células del organismo de los niños tienen menos receptores para adherirse al virus del SARS-CoV-2; y los niños pueden tener una respuesta inmunitaria menor debido a una respuesta de citoquinas diferente a la de los adultos y a una inmunidad entrenada por otras vacunas e infecciones víricas.

Aunque los niños con cardiopatías congénitas han tenido bajas tasas de infección y mortalidad por la infección por el SARS-CoV-2, tener un síndrome genético subyacente, como la trisomía 21 (también conocida como síndrome de Down), parece estar asociado a un mayor riesgo de COVID-19 grave.

De acuerdo con la declaración, las complicaciones relacionadas con el corazón en niños con COVID-19 son "poco comunes". Los casos de complicaciones cardíacas incluyen shock cardiogénico, donde un corazón repentinamente debilitado no puede bombear suficiente sangre para satisfacer las necesidades del cuerpo; miocarditis (inflamación del músculo cardíaco); pericarditis (inflamación del pericardio, una estructura delgada en forma de saco que rodea el corazón); y arritmias (latidos y ritmos cardíacos irregulares).

En niños con COVID-19 grave que afectaba al corazón se ha producido la muerte súbita cardíaca y el fallecimiento tras un tratamiento médico intensivo y de soporte vital.

Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, se identificó en todo el mundo un nuevo síndrome inflamatorio multisistémico en niños (MIS-C), en el que hasta la mitad de los casos implicaba la inflamación del músculo cardíaco o de las arterias del corazón. Durante el primer año de la pandemia, uno de cada 3.164 niños infectados por el SRAS-CoV-2 desarrolló el SMI-C.

La mayoría de los corazones de los niños se recuperan bien entre 1 y 4 semanas después del diagnóstico de SMI-C. El riesgo de complicaciones a largo plazo y de muerte por SMI-C se estima en un 1,4-1,9 por ciento.

La mayoría de los casos se produjeron en niños identificados en los registros médicos como de raza negra o de etnia hispana. Se necesitan más investigaciones sobre la SMI-C para saber por qué las personas de diversos grupos raciales o étnicos pueden verse afectadas de forma desproporcionada y para comprender los factores de riesgo de esta enfermedad.

Las vacunas contra el COVID-19 pueden evitar que los pacientes contraigan la COVID-19 y disminuyen el riesgo de SMI-C en un 91 por ciento entre los niños de 12 a 18 años de edad. De hecho, los datos indican que los beneficios de recibir las vacunas superan el riesgo de desarrollar potencialmente una miocarditis asociada a la vacuna.

"Por ejemplo, por cada millón de dosis de las vacunas COVID-19 de ARNm en varones de 12 a 29 años (el grupo de mayor riesgo de miocarditis asociada a la vacuna), se estima que se evitarían 11.000 casos de COVID-19, 560 hospitalizaciones y 6 muertes, mientras que se esperarían entre 39 y 47 casos de miocarditis", apunta la declaración.

De hecho, la infección viral es la causa más común de miocarditis en los niños. Aproximadamente 1 a 2 de cada 100.000 niños son diagnosticados anualmente en los Estados Unidos con miocarditis antes de la pandemia de COVID-19, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).

Los niños también son más propensos que los adultos a desarrollar miocarditis como resultado de una infección viral como la del COVID-19. Los CDC continúan siguiendo de cerca la miocarditis en niños y adultos jóvenes, en particular una posible conexión con las vacunas de ARNm COVID-19.

"Aunque se ha aprendido mucho sobre el impacto del virus en el corazón de los niños y los adultos jóvenes, es necesario encontrar la mejor manera de tratar las complicaciones cardiovasculares y prevenir las enfermedades graves, así como continuar con los ensayos de investigación clínica para comprender mejor los impactos cardiovasculares a largo plazo. También es importante abordar las disparidades sanitarias que se han hecho más evidentes durante la pandemia. Debemos trabajar para garantizar que todos los niños tengan el mismo acceso a la vacunación y a una atención de alta calidad", remacha Jone.