MADRID, 12 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un estudio del Boston Children's Hospital (Estados Unidos) ha advertido de que, en un pequeño porcentaje de casos, las bacterias vivas en las formulaciones probióticas pueden causar infecciones del torrente sanguíneo en pacientes ingresados en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
Esta investigación, publicada en la revista 'Nature Medicine', comenzó cuando el grupo de Prevención y Control de Infecciones del centro sanitario estadounidense comenzó a notar casos de bacteriemia en la UCI causada por 'Lactobacillus', un género de bacterias que se encuentra comúnmente en los probióticos. En concreto, registraron una incidencia de 1,1 por ciento de los pacientes que recibieron probióticos en la UCI entre 2009 y 2014, así que decidieron hacer un estudio.
Los investigadores compararon sus seis casos en UCI con otros 16 pacientes que estaban recibiendo probióticos pero no tenían bacteriemia. Los dos grupos fueron emparejados por el tipo de enfermedad subyacente y el tiempo que habían estado recibiendo probióticos. "Queríamos ver si había factores que pudiéramos identificar clínicamente, para poder hacer recomendaciones sobre la administración de probióticos en la UCI", explica una de las autoras, Kelly Flett.
Estudios anteriores han evidenciado que ciertos pacientes están en mayor riesgo de infección por probióticos, por lo general aquellos con sistemas inmunológicos comprometidos o con problemas en el tracto intestinal que permitirían que los probióticos ingresen al torrente sanguíneo. "Pero estos pacientes no tenían ninguno de esos factores de riesgo. El único factor de riesgo era estar gravemente enfermo en la UCI", puntualiza un autor de este nuevo estudio, Thomas Sandora.
Esto llevó a la siguiente fase del estudio: una investigación genómica. Usando técnicas de secuenciación de todo el genoma, los científicos demostraron que las bacterias en la sangre de los pacientes eran una combinación casi perfecta con las de las cápsulas probióticas: una cepa llamada 'Lactobacillus rhamnosus' GG (LGG). Los resultados de la secuenciación coincidieron con la identificación obtenida en el Laboratorio de Diagnóstico de Enfermedades Infecciosas del hospital.
Además, los investigadores mostraron que algunas bacterias LGG en los probióticos, una vez establecidas en el tracto gastrointestinal del paciente, desarrollaron una nueva mutación que los hizo resistentes a los antibióticos. Algunas mutaciones provenían claramente de LGG en diferentes lotes de probióticos, pero otras se encontraron solo en aislados de la sangre de los pacientes, lo que sugiere que pueden haber ayudado a la bacteria a entrar o sobrevivir dentro del torrente sanguíneo.
Con base en estos estudios forenses, el equipo sospecha que la bacteria entró al torrente sanguíneo desde el tracto gastrointestinal, pero también es posible que entrara a través de las vías de los pacientes. Para evitar esta posibilidad, el Boston Children's ha establecido nuevos protocolos que requieren que los enfermeros usen guantes antes de manipular las cápsulas probióticas y luego se cambien los guantes antes de administrar los probióticos. Los médicos ahora también cubren la vía con un paño limpio antes de abrir las cápsulas, y limpian las superficies donde se preparó el probiótico con un desinfectante.