VALENCIA, 1 Sep. (EUROPA PRESS) -
Tras el verano las dolencias más comunes en los pies son dolor en la planta, el tobillo y problemas en las uñas, de hecho en torno al 75 por ciento de las patologías están relacionadas con el uso de un calzado inadecuado como chanclas y zuecos o por andar descalzo en exceso.
CUIDADO DE LOS PIES
Según ha explicado el Ilustre Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV), antes de volver a utilizar calzado cerrado, se debe realizar una quiropodia para eliminar el exceso de piel muerta e hidratar los talones y las plantas del pie.
Además, aconsejan revisar el estado del calzado de invierno que se vaya a reutilizar, sobre todo las plantillas del interior del zapato, por si se hubieran endurecido y generaran problemas al caminar.
La razón se debe a que el verano es la época del año en la que los pies están descubiertos y, por tanto, "más expuestos" con lo que "aumentan las probabilidades de que se vean afectados por algún tipo de dolencia". Además del dolor en el tobillo, en la planta, empeine y arco interno del pie, según los podólogos, también es frecuente una deshidratación "excesiva" y las uñas despuntadas o rotas por el contacto diario con el agua y el uso de calzado descubierto.
De igual modo, se agravan los callos en el caso de personas que habitualmente utilizan plantillas porque en verano dejan de utilizarlas. La revisión es especialmente importante en el caso de las personas diabéticas ya que, al padecer neuropatías y tener dificultad de cicatrización, "deben ser controladas para impedir que cualquier rozadura o impacto en el pie derive en una úlcera".
HIDRATAR LOS PIES ADECUADAMENTE
Los podólogos señalan que antes de volver a utilizar un calzado cerrado se deben hidratar los pies adecuadamente para evitar la aparición de ampollas, grietas y sequedades, especialmente en el talón; secarlos cuidadosamente para evitar la aparición de hongos y bacterias; escoger correctamente los calcetines, que sean de fibras naturales, permitan una transpiración correcta al pie y no aprieten en la parte alta para evitar problemas circulatorios.
Además, aconseja revisar las plantillas del interior del calzado porque cuando los zapatos permanecen guardados varios meses, es posible que las plantillas se hayan resecado por la sudoración, estén desgastadas o rotas. En el caso de que el calzado se encuentre en buen estado, se recomienda cambiarlas por si hubieran aparecido hongos o generaran molestias al caminar.