MADRID 14 Ago. (EUROPA PRESS) -
El ejercicio físico tiene múltiples beneficios para la salud y, en el caso de las personas con VIH, un estudio de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos) ha revelado que permite mejorar el funcionamiento cerebral y reducir el deterioro neurocognitivo.
Así se desprende de los resultados de un estudio publicado en la revista 'Journal of NeuroVirology', que muestra como aquellos pacientes infectados que practicaban ejercicio tenían la mitad de probabilidades de presentar signos de deterioro, así como una mejor memoria y una mayor capacidad para procesar información rápido en comparación con quienes seguían un estilo de vida sedentario.
A pesar de los recientes avances en el tratamiento antirretroviral, la alteración de la función cerebral es una realidad a la que se enfrentan casi la mitad de los enfermos de VIH, lo que en algunos casos puede afectar a su quehacer diario y a tareas tan cotidianes como conducir o acordarse de tomar la medicación.
El mayor beneficio de ejercicio para el cerebro parece ser la reducción de los factores de riesgo neurocognitivos, tales como la presión arterial alta y niveles anormalmente altos de lípidos en la sangre.
Además, el síndrome metabólico asociado con el uso del tratamiento antirretroviral también está vinculado a un aumento en los factores de riesgo cerebrovasculares, tales como la diabetes, la hipertensión y la obesidad.
En el estudio participaron 335 pacientes, a quienes se les preguntó cuánto ejercicio habían llevado a cabo en las últimas 72 horas, pidiéndoles también que especificaran aquellas actividades que les provocaban más esfuerzo.
Para vincular esta actividad con su capacidad neurocognitiva, se analizó la actividad de siete áreas cognitivas comúnmente afectadas por el VIH, como la fluidez verbal, la memoria de trabajo, la velocidad de procesamiento de la información, el aprendizaje, la memoria, la función ejecutiva y la función motora.
"El ejercicio puede reducir o prevenir potencialmente el deterioro neurocognitivo en personas infectadas por el VIH", ha reconocido David J. Moore, autor de la investigación.