MADRID, 16 Oct. (EDIZIONES) -
Después de un embarazo el abdomen de la mujer generalmente se encuentra distendido y débil, al igual que puede haber ocurrido con su suelo pélvico, que ha tenido que sustentar durante 9 meses el peso creciente del bebé, además de una posible episiotomía o desgarro durante el parto. La realización en el período del postparto de ejercicios abdominales que empujen el contenido visceral, y aumenten la presión intraabdominal, sólo van a conseguir distender aún más estos tejidos. Éste fue el motivo por el que se diseñaron los ejercicios hipopresivos, ya que al realizarlos se consigue tonificar la musculatura abdominal y del suelo de la pelvis, y sin dañarlos en absoluto.
Así lo asegura en una entrevista con Infosalus la fisioterapeuta Celia del Barrio, quien asegura que no son pocas las mujeres que sufren tras uno o varios embarazos lo que se conoce como una 'diástasis abdominal' o 'diástasis de rectos', que es una separación de los músculos más superficiales de nuestros abdominales, los músculos 'rectos del abdomen', a nivel del tejido fibroso que los une y generalmente cercano al ombligo.
"Ellas aprecian su abdomen como si aún tuviesen tripita de embarazada aún meses después de haber dado a luz. Hoy en día los ejercicios abdominales hipopresivos se ven indispensables para conseguir tonificar el músculo más profundo de nuestra faja abdominal, el transverso del abdomen. Así se conseguirá mejorar la diastasis abdominal, que ya no es sólo un problema estético, sino que puede suponer un problema de salud, en este caso para la mujer", señala la especialista y responsable del Centro de Fisioterapia Myos (Madrid), aunque precisa que también puede presentarse en hombres con un abdomen muy voluminoso, y predisponer a la formación de hernias abdominales umbilicales, y dolor de espalda entre otros.
Asimismo, indica que durante el parto, una mamá entrenada en hipopresivos previamente con su matrona o fisioterapeuta podría aprovecharlos para producir una contracción abdominal "eficiente en el expulsivo", de forma que se dañe lo menos posible su suelo pélvico, a diferencia de los pujos tradicionales en apnea inspiratoria.
Igualmente, este tipo de ejercicios estarían indicados para solventar problemas posturales y de dolor de espalda.
"Actualmente son varios los traumatólogos que nos derivan pacientes a los que prescriben ejercicios hipopresivos para mejorar la estabilidad de su espalda mediante el trabajo a través de este tipo de ejercicio terapéutico de la musculatura del tronco y la musculatura profunda que se encarga de proporcionar estabilidad a las vértebras, por ejemplo en caso de pacientes que sufren lesiones como espondilolistesis o hernias discales", explica Del Barrio.
¿EN QUÉ CONSISTEN?
La fisioterapeuta explica que se trata de ejercicios en los que se utiliza la respiración, asociados a unas pautas posturales muy concretas, con el fin de conseguir una tonificación, de manera refleja, de la musculatura que forma la faja abdominal y el suelo pélvico. "Se denominan 'hipopresivos' porque durante su realización se produce una disminución de la presión dentro de nuestra cavidad abdominal y pélvica, al contrario de lo que sucede cuando realizamos los ejercicios abdominales de toda la vida", apostilla.
Según destaca, todo esto se lleva a cabo gracias a la movilización del diafragma, que es el principal músculo de la respiración, y está situado justo debajo de los pulmones. "Al coger aire el diafragma se contrae y desciende permitiendo que los pulmones se hinchen a la vez que empuja hacia abajo las vísceras abdominales, y al exhalar el diafragma se relaja y sube", explica.
Durante el ejercicio hipopresivo, Del Barrio sostiene también que se realiza lo que se conoce como 'maniobra de aspiración diafragmatica', un movimiento que consiste en, una vez se ha expulsado todo el aire de los pulmones y el diafragma está lo más arriba posible y relajado, se aguanta la respiración (apnea) y se intenta abrir la caja torácica como si se quisiera coger aire pero sin dejar que éste entre.
"La consecuencia es que el diagrama se estira y sube aún más, arrastrando a las vísceras abdominales y pélvicas hacia arriba debido a las conexiones ligamentosas existentes entre ellas y a este gran músculo. Digamos que el diafragma actúa como lo haría un desatascador, succionando el contenido visceral y, por tanto, disminuyendo la presión intraabdominal", agrega.
LISTADO DE BENEFICIOS Y PAUTAS PARA LLEVARLOS A CABO
En este sentido, la secretaria general de la Asociación Española de Fisioterapeutas, Carmen Suárez, resalta a Infosalus la importancia de que un profesional guíe y apoye la ejecución de los ejercicios hipopresivos. A su juicio, como cualquier otro ejercicio, si no se ejecuta de forma correcta no se obtendrán los resultados esperados.
"No es como hacer una tabla de ejercicios del gimnasio. Requiere que alguien los enseñe para que se hagan bien. Combina respiración con una progresión de ejercicios de cierta dificultad", indica, a la vez que resalta que tienen muchos beneficios para los procesos utilizados en la fisioterapia, para el tratamiento de problemas dolorosos, así como para fortalecer y reeducar la musculatura.
En esta misma línea, la responsable del Centro Myos de Fisioterapia subraya que sus beneficios son "muy extensos" y van desde los propios de realizar cualquier tipo de ejercicio físico, como la liberación de endorfinas, las hormonas que producen bienestar, a otros más específicos como:
-. Mejora de la capacidad respiratoria.
-. Tonificación de la faja abdominal que, aparte del impacto estético que conlleva la disminución del perímetro de la cintura, permite mejorar la estabilidad del tronco y la columna resolviendo ciertos dolores y problemas de espalda.
-. Mejora el tono de la musculatura del suelo pélvico, muy importante en casos de incontinencia urinaria y prolapsos, o descenso de vísceras pélvicas como útero, vejiga o recto.
-. Puede mejorar o prevenir ciertas hernias como las de hiato o las hernias inguinales.
-. Mejora problemas posturales.
-. Puede contribuir a mejorar la circulación de retorno venoso en las piernas.
-. Ayuda a flexibilizar el tejido que forma ciertas cicatrices como la de la cesárea o cualquier otra situada en la región abdominal o pélvica.
En cambio, este tipo de ejercicios están contraindicados en el embarazo debido a que, durante su práctica regular, se producen unas contracciones rítmicas en el útero que podrían inducir a un parto prematuro. Sin embargo, se considera que a unas tres semanas de dar a luz, si no existen ya contracciones naturales, la práctica progresiva de posturas hipopresivas, combinadas con apneas muy suaves en la última semana, podrían ser beneficiosas para inducir contracciones uterinas que deriven en un parto natural.
Tampoco se aconsejan en personas o pacientes con hipertensión arterial. "En este caso, si su médico así lo indica, podríamos hacer un entrenamiento a nivel individual, muy progresivo y dirigido por un profesional sanitario, en el que se incluya la toma de tensión varías veces durante el ejercicio con el fin de controlarla", advierte Del Barrio.
PASOS PARA REALIZAR UN EJERCICIO HIPOPRESIVO
En este contexto, Del Barrio precisa que la práctica de ejercicios hipopresivos debe ser siempre guiada y supervisada por un profesional sanitario formado, como el fisioterapeuta; especialmente si la persona tiene algún tipo de problema de salud o lesión.
Además, proporciona una serie de pautas para realizarlos: "Durante la realización del ejercicio hipopresivo es fundamental ejecutar a la vez una serie de correcciones o pautas posturales para potenciar la efectividad de ejercicio. No es fácil, requiere práctica, y en los comienzos es fundamental el apoyo de un profesional que guíe tu ritmo respiratorio y te proporcione los estímulos táctiles y verbales para que consigas realizar el ejercicio correctamente".
Aunque su práctica correcta es complicada, la fisioterapeuta enumera sus pautas principales:
1.- Colócate de pie con los pies paralelos abiertos a la anchura de las caderas. Flexiona muy ligeramente tus rodillas y haz la intención de crecer hacia el techo suavemente desde tu coronilla, imaginando que se separan todas tus vértebras y te haces más alto. Introduce ligeramente tu barbilla.
2.- Separa ligeramente tus brazos del tronco, manteniéndolos estirados, así como los dedos de tus manos, y proyéctalos hacia el suelo y un poco hacia fuera desde tus hombros.
3.- Mantén la posición y desplaza tu centro de gravedad un poquito hacia delante sin perder el equilibrio, hasta que notes el peso de tu cuerpo en la parte delantera de tus pies pero evitando tener que agarrarte con tus dedos al suelo.
4.- Sigue manteniendo todos los parámetros y ahora coge aire lento y profundo ensanchando tu caja torácica. Exhala por la boca y respira dos veces más. Sigue manteniendo la postura y una vez hayas exhalado todo el aire por tercera vez, aguanta la respiración, quédate en apnea y, sin coger nada de aire cerrando tu glotis, haz el gesto de coger aire ensanchando el tórax pero sin dejar que entre nada.
5.- Mantén la apnea y la apertura torácica unos 6 segundos si es posible. Ahora necesitarás coger aire, así que respira tranquilamente.