MADRID, 4 Dic. (EDIZIONES) -
Llamamos hernia discal a la salida del contenido blando (también llamado 'núcleo pulposo') del disco intervertebral al canal vertebral, por donde descienden la médula o las raíces nerviosas. Se trata de una patología bastante frecuente en nuestra sociedad y que a día de hoy suele ser más habitual en los hombres. Veamos el porqué.
Según nos explica en una entrevista con Infosalus el doctor Rafael Llombart Blanco, del Departamento de Cirugía Ortopédica y Traumatología de la Clínica Universidad de Navarra, y miembro de la Sociedad Española de Columna Vertebral, el disco intervertebral se compone de dos partes: un anillo fibroso en la periferia y el núcleo pulposo localizado en su interior.
"Para que se produzca una hernia discal el núcleo pulposo debe desplazarse hacia fuera a través de una rotura del anillo fibroso. La causa más frecuente es la degeneración discal. En segundo lugar, los traumatismos", subraya este especialista.
Concretamente, el doctor detalla que las hernias discales pueden producirse en tres zonas diferenciadas de la columna: en la zona cervical, en la dorsal, y en la lumbar. "Las hernias discales más frecuentes ocurren en la columna lumbar, seguidas por las de la columna cervical. Esto se debe a que son las zonas más flexibles y con mayor movilidad de la columna", argumenta este traumatólogo.
MENOS FRECUENTES ENTRE LAS MUJERES
Con ello, el doctor Llombart mantiene que existen trabajos publicados que han encontrado una mayor frecuencia en varones (57%) que en mujeres (43%), y con una edad media en torno a los 40 años. "Un factor de riesgo importante es el sobrepeso o la obesidad. Además, las recidivas (volver a tener una hernia) son más frecuentes en pacientes obesos. Otros factores de riesgo son la diabetes, la hiperlipidemia, y el tabaco", apostilla este experto de la Sociedad Española de Columna Vertebral.
El síntoma más frecuente de las hernias discales y que describen los pacientes, según prosigue el especialista de Clínica Universidad de Navarra, es dolor en el territorio del nervio comprimido. "Los pacientes describen este dolor como punzante, o quemante. El dolor también puede acompañarse de hormigueos, de adormecimiento, e incluso de pérdida de sensibilidad. En los casos más graves los pacientes pueden presentar una pérdida de fuerza o de control de esfínteres", agrega.
¿PODEMOS EVITARLAS DE ALGUNA MANERA EN NUESTRO DÍA A DÍA?
En cuanto a si está en nuestra mano su prevención, este traumatólogo sostiene que sí podemos reducir el riesgo si controlamos los factores de riesgo que hemos comentado antes:
Mantener una vida activa con ejercicio regular y un adecuado control del peso corporal.
Evitar el tabaquismo.
Adecuado control de las glucemias y de los niveles de colesterol.
Por otro lado, remarca Llombar que cuando nos diagnostican de una hernia discal debemos evitar ciertas acciones que pueden aumentar los síntomas: "Aunque, clásicamente se recomendaba mantener reposo, actualmente se aconseja evitar permanecer mucho tiempo sentado o acostado. Además, tenemos que evitar movimientos de flexión y rotaciones de la columna, así como el levantar pesos o hacer esfuerzos".
EL DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
En cuanto al diagnóstico, señala que éste se realiza mediante una entrevista clínica y una exploración física. "Durante la entrevista, el médico preguntará al paciente sobre sus síntomas, duración, y cómo se iniciaron", añade.
La exploración física debe incluir un examen neurológico que permita localizar el nivel afectado mediante la valoración de la fuerza y de sensibilidad de las extremidades, así como los reflejos osteotendinosos, comenta el doctor.
Asimismo, indica que suelen realizarse una serie de maniobras que permiten a los especialistas el valorar la afectación radicular. "Una vez el diagnóstico clínico se haya realizado debemos confirmar la sospecha mediante una prueba de imagen. La prueba preferida por ser la más sensible es la resonancia magnética nuclear", destaca el miembro de la Sociedad Española de Columna Vertebral.
Sobre los tratamientos resalta que la mayoría de las hernias discales se resuelven solas en un plazo de 6 a 12 semanas. "Inicialmente el tratamiento es conservador con la toma de fármacos antiinflamatorios o de analgésicos. Una vez los síntomas han disminuido, los pacientes pueden beneficiarse de fisioterapia. En caso de no mejoría con fármacos, una segunda línea de tratamiento serían las infiltraciones epidurales, o bien las infiltraciones selectivas alrededor de los nervios afectados", agrega.
En última instancia, el miembro de Clínica Universidad de Navarra sostiene que la cirugía se plantea en aquellos casos en los que el dolor no se controla con los tratamientos conservadores, o bien cuando existe una pérdida de fuerza progresiva.