MADRID, 31 Jul. (EDIZIONES) -
Con la llegada del verano son muchos los que sustituyen el gimnasio por la piscina, una buena opción si se tiene en cuenta que en el agua se mueve más masa muscular que en el suelo firme, a excepción del esquí de fondo.
Así lo ha comentado a Europa Press el presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (Semed), Pedro Manonelles, quien ha explicado que el agua permite realizar esfuerzos en un ambiente con menor gravedad y facilita el movimiento de las articulaciones.
Y es que, nadar, siempre y cuando no se tenga ninguna patología previa y se tomen precauciones, ayuda a fortalecer los abdominales (cuando se imita el gesto de flexión del tronco), así como la espalda, brazos y piernas. Por ello, se aconseja, en condiciones de salud, nadar un mínimo de tres días por semana durante unos 20 minutos.
En este sentido, el experto ha asegurado que en personas con artrosis de rodilla o caderas o que están recién operadas, los beneficios de practicar actividad física en el agua aumentan. "En estas personas realizar ejercicio en el gimnasio puede ser contraproducente por la sobrecarga que realizan cuando pisan el suelo, aspecto que no ocurre en el agua porque se pesa menos y las articulaciones soportan menos presión y sobrecarga", ha enfatizado el experto.
Los que padecen varices son también otros de los que más se benefician del medio acuático, puesto que, gracias a que la temperatura es más baja y a la presión que ejerce el agua, estas personas pueden realizar actividad física y controlar la inflamación.
PISCINA Y MAR: CUIDADOS QUE HAY QUE TENER
Ahora bien, pese a estos beneficios, el doctor Manonelles ha avisado de que no todas las personas pueden realizar el mismo tipo de natación. "No todas las especialidades de natación son beneficiosas. Por ejemplo, la mariposa o la braza de competición no son recomendables en algunas patologías de la columna vertebral como las hernias de disco", ha recalcado.
Además, tal y como ha añadido el experto en Medicina del Deporte, existen otros peligros como, por ejemplo, ahogamientos, hidrocución (también conocida como corte de digestión) o golpes que pueden producir una lesión medular y, por ende, paraplejia.
"Las piscinas tienen más seguridad porque se ve el fondo, pero en el mar existen elementos urticantes (medusas, peces que pican), resacas, corrientes u olas que ponen en peligro a la persona. En piscinas naturales, ríos y lagos el principal riesgo es el de las zambullidas, por lo que hay que evitar las inmersiones de cabeza puesto que si se contacta con la cabeza en el suelo o con un elemento que no se había previsto existen unas posibilidades enormes de tener una lesión medular que puede acabar en paraplejia", ha zanjado Manonelles.