MADRID, 5 Jun. (EUROPA PRESS) -
El jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario del Henares (Madrid), el doctor Javier Correas Lauffer, ha señalado que "las personas con trastorno del espectro autista (TEA) tiene menos riesgo de desarrollar un trastorno por uso de sustancias que las personas con otros trastornos como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la depresión o la esquizofrenia".
Existe una alta incidencia de la coexistencia de adicciones y otros trastornos mentales, conocida como Patología Dual, en trastornos como la depresión, la psicosis, el trastorno bipolar, los trastornos de la personalidad o el TDAH, entre muchos otros. Sin embargo, esta relación no está tan clara en el trastorno del espectro autista (TEA), lo que le ha valido el sobrenombre de la patología dual olvidada.
"El TEA es un trastorno que hasta hace relativamente poco (y aún hoy) ha pasado desapercibido para los psiquiatras de adultos. Pasaba algo parecido con el TDAH, que parecía que era un trastorno exclusivo de los niños. Ya desde hace muchos años sabemos que el TDAH no se cura al cumplir los 18 años, por lo que hemos investigado y hemos visto su relación con el abuso de sustancias. Sin embargo, en el TEA eso no ha llegado hasta ahora", ha declarado el doctor Lauffer durante su participación en el 25 Congreso de la Sociedad Española de Patología Dual.
El síntoma nuclear en las personas con trastorno del espectro autista es la dificultad que experimentan en la comunicación social. En ese sentido, en el caso de aquellas que presentan manifestaciones TEA menos graves (sin retraso mental ni trastorno del lenguaje), se ha observado el uso del alcohol como recurso para mitigar las dificultades en la interacción social.
Como ha matizado el doctor Correas Lauffer, no se trataría de fobia o ansiedad social, sino de dificultad para entablar conversaciones fluidas y entender las convenciones sociales que facilitan la comunicación.
"Estas personas tienen dificultad para entender las convenciones sociales. Ellos ni son capaces de utilizar esas convenciones ni son capaces de entenderlas, hay que decirles las cosas directas, sin doble sentido, porque van a entender solo la literalidad del lenguaje", ha destacado el doctor.
Además, "también presentan dificultades a la hora de expresar emociones y de percibir las emociones de los demás". En este sentido, ha apuntado que esto "genera sufrimiento en las relaciones sociales, un malestar por no entender lo que ocurre y la sensación de que que no encajan en ningún sitio y en ningún lugar".
Esa sensación de no encajar genera ansiedad "no por timidez sino por esa dificultad en la relación social. Y esa ansiedad la pueden mitigar con alcohol, sintiéndose más cómodos en situaciones sociales", ha añadido el experto.
No obstante, según todos los estudios, las personas TEA presentan menos problemas de abuso de sustancias que los afectados por otros trastornos mentales. "El problema es que aquellos que descubren que con el alcohol se sienten mejor en situaciones sociales, tienen mucho más riesgo de desarrollar un trastorno por uso de alcohol", ha apuntado el doctor Correas Lauffer.
Durante el simposio 'Espectro autista, la patología dual olvidada', se ha puesto en valor la evidencia que tienen los programas de habilidades sociales en la prevención del consumo de sustancias entre las personas con TEA.
"Trabajar en habilidades sociales de este tipo, enseñarles cosas básicas, herramientas de comunicación social que para los demás son convenciones sociales que aprendemos de forma natural puede ayudar a prevenir el consumo de alcohol", ha argumentado el experto.
Asimismo, ha destacado la importancia de que estos programas se lleven a cabo cuanto antes, a poder ser en la adolescencia: "De esta forma se evita mucha frustración y mucho malestar. Estos programas disminuyen los niveles de ansiedad en las interacciones sociales y, a su vez, ayudan a reducir el riesgo del recurso al alcohol".
En el caso de las personas TEA que ya han desarrollado un trastorno por uso de alcohol, el experto ha afirmado que estos programas son igual de valiosos como parte del tratamiento.
"Hay que identificar qué ha llevado a una persona a usar el alcohol de forma patológica y en estos casos, tratando la ansiedad podemos ayudar al paciente a reducir el uso de alcohol. Además, es necesario trabajar toda la parte de psicoeducación para ayudarle a manejarse en esas situaciones sociales que le generan ansiedad sin necesidad de recurrir al alcohol", ha concluido.