MADRID, 10 Ago. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis (Estados Unidos) han descubierto nuevos detalles sobre cómo se desarrolla el epitelio olfativo de los humanos, lo que podría ayudar a los científicos a probar que los cornetes y el área superficial más grande resultante del epitelio olfativo son la razón definitiva por la que los perros tienen tan buen olfato.
Los perros, conocidos por sus extraordinarios sentidos del olfato, pueden ser entrenados para encontrar drogas, bombas, excursionistas desaparecidos e incluso el cáncer. Entre los perros y otros animales que dependen del olfato, al menos un factor que puede darles una ventaja es un tejido en la cavidad nasal.
En los humanos, este tejido, llamado epitelio olfativo, es una única lámina plana que recubre el techo de la cavidad nasal. En perros, sin embargo, el epitelio olfativo forma un laberinto complejo, plegándose y curvándose sobre una serie de protuberancias óseas, llamadas cornetes, que se forman en la cavidad nasal.
El epitelio olfativo contiene neuronas especializadas que se unen a moléculas de olor y envían señales al cerebro que se interpretan como olor. Los perros tienen cientos de millones más de estas neuronas que las personas. Se supone que esta complejidad estructural adicional es responsable de la capacidad superior de los perros para oler. Pero, sorprendentemente, eso nunca se ha demostrado científicamente.
"Creemos que el área de la superficie de la lámina es importante en lo bien que huelen los animales y en los tipos de olores que pueden detectar. Una razón por la que creemos esto se debe a las diferencias en la complejidad de estos cornetes. Los animales que consideramos que tienen un gran sentido del olfato tienen sistemas de cornetes realmente complejos", explica David M. Ornitz, uno de los impulsores del estudio, publicado en la revista 'Developmental Cell'.
Así, la investigación también podría ayudar a responder una pregunta evolutiva que se plantea desde hace tiempo: ¿cómo los sentidos del olfato de los animales se volvieron tan enormemente variables? "La forma en que estas habilidades divergieron de la historia evolutiva sigue siendo un misterio. Comprender estas señales podría ayudarnos a descubrir cómo los perros evolucionaron un sistema olfativo extraordinario y los humanos terminaron con uno relativamente atrofiado", indican.
Este grupo de investigadores ha hallado que una célula madre recientemente descubierta, que los investigadores denominan células FEP, controlan el tamaño del área superficial del epitelio olfativo. Estas células madre también envían una molécula de señalización específica a los cornetes subyacentes, diciéndoles que crezcan. La evidencia sugiere que esta diafonía de señalización entre el epitelio y los cornetes regula la escala del sistema olfativo que termina desarrollándose, a veces dando como resultado epitelios olfatorios con áreas superficiales más grandes, como en el caso de los perros.
Cuando las células madre no pueden señalizar adecuadamente, el crecimiento de los cornetes y el área superficial del epitelio olfativo se detiene. Para estudiar esto en el laboratorio, los ratones con tal atrofia olfativa podrían, en teoría, compararse con ratones típicos para aprender más sobre cómo estas señales gobiernan la complejidad final del sistema olfativo de un animal.
"Antes de nuestro estudio, no sabíamos cómo el epitelio se expande de un pequeño parche de células a una lámina grande que se desarrolla en conjunto con cornetes complejos. Podemos usar esto para ayudar a entender por qué los perros, por ejemplo, tienen un sentido del olfato tan bueno. Tienen estructuras de cornetes extremadamente complejas, y ahora sabemos algunos de los detalles sobre cómo se desarrollan esas estructuras", concluyen los investigadores en su artículo.