MADRID, 12 Abr. (EDIZIONES) -
Uno de los aspectos que más influye en nuestra felicidad es el saber poner punto y final a las cosas, desprendernos emocionalmente de algo que no nos conviene. Pero también no podemos vivir sin tener las cosas controladas muchas veces, llegando a generarnos estados de ansiedad en muchas ocasiones, para nada satisfactorios en nuestra salud mental.
Charlamos sobre este tema con la psicóloga Gema Sánchez Cuevas quien reconoce que, efectivamente, decir adiós es asumir una pérdida, algo muy común en nuestras vidas, pues cualquier cambio implica una pérdida, lo queramos o no.
"Lo que ocurre es que hay situaciones que escapan a nuestro control, como la pérdida de un ser querido o la ruptura de una relación. En estos casos, sabemos que ya no compartiremos nuestra vida con esa persona, que hay un fin o un cambio en nuestra relación con ella, y esto implica una reconfiguración de nuestro día a día principalmente y de nuestra historia porque hay que aprender a vivir con esa pérdida", destaca la autora de 'Ahora es tu momento. Claves para sanar y ser feliz' (Grijalbo).
De hecho, sostiene que cuando esto se produce es necesario transitar por un proceso de duelo, un tiempo determinado que nos servirá para recolocar nuestras emociones, aceptar la nueva situación, y reconciliarnos con ella: "Y esto implica en buena medida afrontar la incertidumbre, lo desconocido, la vida sin esa persona, sabiendo que aún así tiene sentido. Y esto nos duele y nos incomoda, mucho más cuando nosotros no hemos tomado la decisión de terminar".
PAUTAS PARA PONER PUNTO Y FINAL
Para poner punto y final recurre a Neimeyer, profesor de Psicología e investigador de estos temas y enumera los siguientes 5 consejos:
1. Reconocer lo que ha ocurrido, la realidad de la pérdida, es decir, entender el daño y el sufrimiento que tenemos a raíz de esta: cómo nos afecta a nivel emocional, cómo nos cambia y nos limita, cómo influye en nuestra identidad.
2. Es importante abrirse al dolor, a aquello que sentimos, en lugar de evitarlo; por lo tanto, hay que aceptar las emociones que experimentamos y alternarlas con la reflexión de que esa persona ya no está, recurriendo a los recuerdos que tenemos de ella y la reincorporación a nuestra rutina; hay que moverse entre el sentir y el hacer y encontrar un equilibrio.
3. Dar un significado a la pérdida: no pasar por encima o ignorarla, sino ver qué supone o ha supuesto en nuestras vidas, ya que cuando alguien se va, esto puede afectar a nuestra forma de concebir el mundo; son muchas las personas que hacen grandes cambios en su vida, tras el fallecimiento de un familiar o una ruptura de pareja.
4. Reelaborar el vínculo: Si hemos puesto fin a una relación de pareja podemos reflexionar sobre qué nos ha aportado, de qué manera vamos a relacionarnos con esa persona (si es que hay contacto) y emprender ese camino personal y propio de reconstrucción; en el caso de un fallecimiento se trata de abrazar los recuerdos y de convertir la relación en una conexión simbólica con quien ya no está.
5. Reinventarnos a nosotros mismos: Esto no implica olvidar, sino enfocarnos en qué vamos a hacer y asumir el nuevo rol que tenemos.
TENER EL CONTROL DE TODO
Otra de las situaciones que tratamos con esta psicóloga es cuando intentamos tener todo controlado. Según justifica esta experta, mediante estas actitudes las personas sienten seguridad, si bien matiza que se trata de "una falsa seguridad" porque realmente pocas cosas podemos controlar.
"Y cuando no la tienen surge la ansiedad, la angustia, y la preocupación, así como una inseguridad que controla toda su vida. Querer controlarlo todo es una fantasía, una historia que nos contamos que nos hace sufrir bastante", reconoce Gema Sánchez Cuevas.
Para lidiar con ello defiende que hay que trabajar la tolerancia a la incertidumbre ya que, fundamentalmente, todo puede ser más complejo de lo que creemos, además de que no tenemos el superpoder de saber qué ocurrirá en cada momento, y cómo reaccionará cada persona: "Soltar el control es la solución y para ello hay que asumir que tenemos miedo a ciertas cosas y que la vida y las personas no son a nuestra imagen y semejanza".
En este punto recuerda la importancia de ser flexibles. "Esto nos permite cambiar y aprender, no limitarnos a una opción, sino explorar varios caminos, descartar algunos y seleccionar otros. Es una habilidad que nos ayuda a salir de 'yo soy así', 'esto es así', y nos invita a explorar y a mirar desde múltiples perspectivas", remarca.