MADRID 16 Nov. (EDIZIONES) -
La tecnología avanza a pasos agigantados, experimentando un auge sin precedentes, pero no podemos obviar que cualquier tipo de avance sea bueno, ni que ello implique un futuro o sociedad mejor. La culpa no es de la tecnología, sino de las personas, ya que lamentablemente en algunas cosas también retrocedemos.
"Con el incremento del consumo, el culto a lo material, las compras compulsivas y el exhibicionismo de las redes sociales se han perdido valores en la familia, se han perdido tradiciones y costumbres sanas y saludables", según denuncia en una entrevista con Infosalus Mercedes Bermejo Boixareu con motivo de la publicación de 'La Danza de las emociones familiares' (Desclée De Brouwer).
Muchos de nosotros, según alerta, no sabemos vivir sin las nuevas tecnologías y desde que nos levantamos estamos inmersos en los complejos recursos tecnológicos de los que disponemos. A su juicio a esto habría que añadirle el ritmo frenético de la sociedad actual, que no nos permite pararnos a analizar el gran avance que ha supuesto la tecnología en nuestra sociedad, que a su vez promueve más el consumo, normalizando el exceso de inputs que recibimos. Esto nos lleva en muchas ocasiones al consumismo, a las compras compulsivas, alterando las costumbres, perdiendo a su vez en gran medida, el cara a cara en el trato con los demás.
Desde el marco terapéutico Bermejo resalta que en consulta se encuentra con frecuencia adolescentes con el conocido Síndrome Peter Pan, o con crecientes conductas de riesgo, agresiones físicas o sexuales, adictos a los programas de televisión sensacionalistas, donde se normaliza exponer la intimidad de las personas, con un exhibicionismo vulgar, haciendo un espectáculo de las acusaciones o problemas de la gente.
Precisamente, recientemente ha salido a la luz un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Ottawa, publicado en la revista científica 'The Lancet Child & Adolescent Health', que pone de manifiesto que más de dos horas de tiempo recreativo con pantallas se asocian con un peor desarrollo cognitivo en los niños.
LOS PADRES NO SON NATIVOS DIGITALES
Por ello, la experta defiende que es importante que las familias se planteen qué pueden hacer desde casa. "El gran problema de la tecnología hoy en día tiene que ver sobre todo con que los padres no somos nativos digitales y por eso estamos muy perdidos frente a buen uso de nuevas tecnologías. Se ven diferencias en el desarrollo cognitivo entre los niños que pasan más de dos horas frente a algún elemento de nueva tecnología frente a los que pasan menos de dos horas al día.
A su vez, los niños que están más expuestos a las nuevas tecnologías tienen una estimulación cerebral mínima y ésta es plena cuando juegan o hacen deporte por ejemplo al aire libre, todo su cerebro está activado", advierte la especialista.
Asimismo, la experta considera que los padres vivimos en una sociedad de estrés, con ritmos agigantados que ni siquiera somos capaces de sobrellevar, cuando los niños tienen otros ritmos evolutivos y emocionales. "Les sometemos a una presión que no son capaces de soportar y muchos presentan estrés, influido en muchos casos por el exceso de tecnología que empleamos los adultos", agrega.
Por ello aconseja en primer lugar el dar ejemplo a los hijos con el uso de las nuevas tecnologías. Darnos cuenta de cuántas horas pasamos con ellas y la importancia de practicar con el ejemplo. "Somos todos adictos a las nuevas tecnologías y qué ejemplo les damos a los niños si estamos todo el día con el móvil, después de prohibirles por ejemplo la tele o la Tablet. Hay que darle un buen uso a las nuevas tecnologías y si éstas implican quitar tiempo a la familia, al ocio, o al disfrute, es un gran error. Por eso es fundamental el poder controlar y regular el uso de estos dispositivos", defiende la psicóloga familiar infanto-juvenil.
Como mínimo sostiene que hasta los dos años el niño no debería tener ningún contacto con la tecnología y, si lo tiene, siempre con acompañamiento del adulto. Aquí resalta que el WhatsApp es para mayores de 16 años, igual que las redes sociales, las plataformas deben adecuarse a la edad para la que están diseñadas y no deben emplearse antes.
Por otro lado, defiende que la tecnología no debe ocupar un tiempo de otras áreas de desarrollo importante para el niño como el deporte, el ocio, la vida familiar, o simplemente el estar al aire libre.
Después, Bermejo valora el fomentar el trato cara a cara, ya que se está viendo que a los adolescentes les falla mucho todo lo relacionado con la inteligencia emocional y con las habilidades sociales. Se atiende al individualismo y no se necesitan estimular a nivel cerebral las áreas relacionadas con la expresión emocional, con la autorregulación, con la empatía, las relaciones con las demás, se dejan de entrenar o practicar por el espacio que ocupan las nuevas tecnologías.
"Las nuevas tecnologías han venido para quedarse y podemos sacarles provecho y hacer de ellas un buen uso pero desde la ignorancia no sabemos hacerlo. Tenemos que buscar que sea nutricia para los niños y no algo violento y destructivo, y donde el niño no aprenda. Por eso los adultos deben filtrar y acompañar en toda esta vivencia y experiencia con las nuevas tecnologías", subraya la psicóloga.
A su juicio, es a partir de los 12 años el momento en el que un niño puede tener móvil porque tiene la autonomía de un adulto, sale con sus amigos a la calle o al cine.