MADRID, 2 Jun. (EUROPA PRESS) -
Los microplásticos, fragmentos de plástico de menos de cinco milímetros, se han convertido en una preocupación creciente para la salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos contaminantes están presentes en diversas fuentes, incluyendo el aire que respiramos y los alimentos que consumimos, como pescados, mariscos, agua embotellada y sal de mesa.
Además, estudios recientes han detectado microplásticos en muestras de pulmones, sangre, leche materna, placenta y heces, lo que confirma que estas partículas pueden ingresar al cuerpo humano desde el medio ambiente.
Ahora, un nuevo estudio muestra resultados que plantean inquietud sobre los posibles riesgos para la salud humana y señalan la necesidad de más investigación.
Los resultados de un nuevo estudio de la Universidad de California (Estados Unidos) con animales sugieren que las partículas microscópicas de plástico presentes en alimentos y bebidas podrían afectar el metabolismo de la glucosa y dañar órganos como el hígado. Los hallazgos
Al descomponerse, el plástico forma micropartículas (<5 mm) y nanopartículas (<100 nm), que pueden entrar en la cadena alimentaria y acabar en los mariscos y otros alimentos que consumimos. Estudios estiman que una persona puede ingerir entre 40.000 y 50.000 partículas de microplástico al año a través de alimentos y bebidas , y algunos estiman que la exposición puede alcanzar los 10 millones de partículas al año.
"Dada la creciente preocupación por la exposición a microplásticos y nanoplásticos, quisimos evaluar su impacto en la salud", apunta Amy Parkhurst, candidata a doctorado en el laboratorio del doctor Fawaz George Haj, de la Universidad de California, Davis. "Nuestras observaciones de que la ingestión oral de nanoplásticos de poliestireno contribuye a la intolerancia a la glucosa y a los signos de lesión hepática confirman y amplían lo informado recientemente sobre los efectos de los nanoplásticos en modelos animales".
Parkhurst, quien también es investigador TL1 del Centro de Ciencias Clínicas y Traslacionales de la Universidad de California, Davis, presenta los hallazgos en NUTRITION 2025 , la reunión anual insignia de la Sociedad Estadounidense de Nutrición que se llevará a cabo del 31 de mayo al 3 de junio en Orlando (Estados Unidos).
Para el nuevo estudio, los investigadores se centraron en la exposición oral a nanopartículas que imitan la dieta presentes en alimentos y bebidas. Administraron a ratones machos de 12 semanas de edad una dieta estándar para roedores con una dosis oral diaria de nanopartículas de poliestireno. El poliestireno es un plástico ampliamente utilizado en envases y productos alimenticios. Los investigadores eligieron una dosis diaria de nanopartículas de 60 mg por kilogramo de peso corporal, basándose en los niveles de exposición en humanos y en estudios previos con ratones que mostraron efectos sobre la salud en cantidades similares.
"No podemos controlar todos los plásticos a los que están expuestos los ratones", comenta Parkhurst. "Sin embargo, el diseño de nuestro estudio nos permitió observar cambios correlacionados con la dosis, ya que el grupo que recibió dosis de nanoplásticos tendría una mayor exposición".
En comparación con el grupo de control sin poliestireno, los ratones que consumieron nanoplásticos presentaron intolerancia sistémica a la glucosa y niveles elevados de alanina aminotransferasa, lo cual indica daño hepático. En los ratones que consumieron poliestireno, los investigadores también observaron un aumento de la permeabilidad intestinal y niveles elevados de endotoxinas, factores que contribuyen a la disfunción hepática.
"Nuestros hallazgos justifican estudios adicionales para fundamentar las políticas en torno a los micro y nanoplásticos", asegura Parkhurst. "La evidencia científica sólida desempeña un papel fundamental en la definición de las iniciativas de monitoreo y la orientación regulatoria".
Los investigadores continúan estudiando el impacto de los nanoplásticos en otros tejidos. Quieren realizar más estudios en modelos de roedores para comprender mejor los tejidos y órganos afectados por los nanoplásticos y los mecanismos moleculares subyacentes.