MADRID 31 Jul. (EUROPA PRESS) -
Cuando formamos un nuevo recuerdo, el cerebro sufre cambios físicos y funcionales conocidos colectivamente como "huella de memoria". Una huella de memoria representa los patrones específicos de actividad y las modificaciones estructurales de las neuronas que ocurren cuando se forma un recuerdo y luego se evoca. Pero ¿cómo "decide" el cerebro qué neuronas participarán en un rastro de memoria?
Ahora, científicos de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), en Suiza, dirigidos por el neurocientífico Johannes Gräff han explorado si la epigenética podría afectar la probabilidad de que las neuronas sean seleccionadas para la formación de la memoria. Su investigación en ratones, ahora publicada en 'Science', muestra que el estado epigenético de una neurona es clave para su papel en la codificación de la memoria. "Estamos arrojando luz sobre el paso más temprano de la formación de la memoria desde un nivel centrado en el ADN", enuncia Gräff.
Gräff y su equipo se preguntaron si los factores epigenéticos podrían influir en la función "mnemónica" de una neurona. Una neurona puede estar epigenéticamente abierta cuando el ADN dentro de su núcleo está desenredado o relajado; y cerrada cuando el ADN es compacto y apretado.
Descubrieron que las neuronas abiertas son las que tienen más probabilidades de ser reclutadas en el "rastro de la memoria", el conjunto escaso de neuronas del cerebro que muestra actividad eléctrica cuando se aprende algo nuevo. De hecho, las neuronas que estaban en un estado de cromatina más abierto también eran las que mostraban una mayor actividad eléctrica.
Los científicos de la EPFL utilizaron un virus para introducir enzimas epigenéticas que inducían artificialmente la apertura de las neuronas. Descubrieron que los ratones correspondientes aprendían mucho mejor. Cuando los científicos utilizaron el método opuesto para cerrar el ADN de las neuronas, la capacidad de aprendizaje de los ratones se anuló.
Los hallazgos abren nuevas vías para comprender el aprendizaje que abarcan el núcleo de la neurona, e incluso podrían conducir algún día a la aparición de medicamentos para mejorar el aprendizaje. Como explica Gräff: "Se alejan de la visión neurocientífica dominante sobre el aprendizaje y la memoria que se centra en la importancia de la plasticidad sináptica, y ponen el énfasis en lo que sucede dentro del núcleo de una neurona, en su ADN. Esto es especialmente importante, ya que muchos trastornos cognitivos, como la enfermedad de Alzheimer y el trastorno de estrés postraumático, se caracterizan por mecanismos epigenéticos que fallan".