MADRID 20 Nov. (EUROPA PRESS) -
Aproximadamente entre el siete y el ocho por ciento de todos los pacientes hospitalizados en España tienen infecciones nosocomiales contraídas en el centro, cuestión que será tratada en el marco del Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), que se celebra estos días en Murcia.
Según explica Emilio Bouza, catedrático-jefe de Servicio de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas del Hospital General Universitario Gregorio Marañón /Departamento de Medicina de la Universidad Complutense, las principales infecciones nosocomiales son las urinarias -normalmente asociadas a sondas vesicales-, la neumonía adquirida en el hospital, la infección de la herida quirúrgica y la bacteriemia asociada a catéteres endovasculares.
El problema para abordar estas infecciones deriva de la resistencia a antibióticos. "Este hecho supone un problema gravísimo ya que hay bacterias, llamadas multi-resistentes, que lo son a los principales grupos de antibióticos disponibles para su tratamiento, quedando sólo antibióticos marginales o bastantes tóxicos y mal tolerados para su uso", afirma Bouza.
De esta manera, "el mal uso de antibióticos y la transmisión de esas bacterias entre pacientes, dentro y fuera de las instituciones sanitarias, son los factores clave que influyen en esta resistencia", añade.
En España, puntualiza, está aumentado la multiresistencia en algunas bacterias, como las 'Gram' negativas, mientras que en otras comienza a disminuir, como en el 'Staphylococcus aureus', en el que la resistencia a meticilina "parece encontrarse en discreto descenso".
REDUCIR LA RESISTENCIA A ANTIBIÓTICOS
Para Bauza, la primera medida a tomar para reducir la actual resistencia a antibióticos es "modernizar las técnicas diagnósticas en los departamentos de Microbiología", para que se disponga en más ocasiones de la identidad de un microorganismo causal en menos tiempo.
"Esto implica sustituir muchas técnicas clásicas de diagnóstico por procedimientos ya disponibles no basados en el cultivo". Además, implica la implantación de programas de "reducción del mal uso de antimicrobianos", dirigidos por equipos multidisciplinares y aceptados por los facultativos que prescriben, y por una población "más concienciada del problema que supone este mal uso", conluye.