MURCIA 8 Jul. (EUROPA PRESS) -
Con la llegada del verano, los días más largos y el comienzo de las vacaciones, se multiplican los desplazamientos en coche y, como consecuencia, también se incrementa el número de accidentes, muchos de ellos debidos a problemas visuales sin corregir del propio conductor.
Al igual que comprobamos el estado del vehículo antes de viajar, debemos hacer lo mismo con nuestra visión, sobre todo si utilizamos corrección visual y/o superamos los 45 años de edad, según han informado fuentes de los ópticos-optometristas en un comunicado.
Sin embargo, "el 46 por ciento de los automovilistas no revisa su visión anualmente, aumentando, por tanto, el riesgo de sufrir accidentes de tráfico", explica Ana Belén Almaida, presidenta del Colegio Oficial de Ópticos-Optometristas de la Región de Murcia.
Además de los factores de riesgo que más influyen en la calidad de visión de los conductores, como la edad, el estado psicofísico o las enfermedades oculares, existen otros factores concurrentes, llamados externos o ambientales, que inciden de forma directa en la visión del conductor, incrementando el riesgo de accidentes de tráfico. Entre ellos destacan la conducción nocturna, la baja luminosidad por factores atmosféricos y el deslumbramiento.
En este último caso, los haces de luz de los otros vehículos y la luz natural o radiación solar constituyen las dos principales fuentes de deslumbramiento al volante.
Almaida explica que "una fotoprotección ocular adecuada, mediante gafas de sol, puede atenuar y evitar los efectos de la radiación, que se traducen en una serie de riesgos en carretera. Situaciones como conducir con el sol de frente al anochecer y al atardecer, con los reflejos en el asfalto mojado o con los destellos de la luz del mediodía sobre el capó de otros vehículos provoca, en muchos casos, pérdida temporal de visión, incrementando el riesgo de accidentes de tráfico".
Sin embargo, las estadísticas reflejan que el 12 por ciento de los conductores nunca se pone gafas de sol, el 33 por ciento reconoce que solo lo hace en algunas ocasiones y únicamente el 55 por ciento se protege de manera habitual mientras conduce.
EFECTOS SOBRE LOS OJOS
Los conductores se encuentran más expuestos a la radiación solar que el resto de la población. El uso de gafas de sol al volante protege nuestros ojos al ofrecer una gran calidad visual, incrementan la sensibilidad al contraste, reducen el tiempo de adaptación a los cambios de iluminación y evitan el deslumbramiento.
Asimismo, a largo plazo, evitan la aparición de patologías oculares derivadas de una exposición prolongada a las radiaciones solares dañinas, como las cataratas, el terigión (carnosidad blanca o de color crema que aparece en la superficie ocular) o el carcinoma epidermoide de la córnea o de la conjuntiva (tumor de la superficie ocular), lo que nos permite mantener nuestra autonomía personal en etapas avanzadas de la vida.
Y es que, en los días soleados y en los momentos en los que haya cambios bruscos de luz, las gafas de sol son imprescindibles. Las mejores gafas de sol para conducir son las que incorporan lentes polarizadas, que reducen el deslumbramiento y facilitan la visión en ambientes muy luminosos.
Los tratamientos anti-reflejantes en la superficie de las lentes, por su parte, disminuyen los reflejos, incrementado el contraste. Pero hay que tener mucho cuidado con el lugar en el que adquirimos las gafas, ya que, según el COORM, el 70 por ciento de las gafas de sol que se venden en España no cumplen la normativa sanitaria de seguridad y calidad.
Así, lo más recomendable es adquirir las gafas en un establecimiento sanitario de óptica, donde se cuenta con el asesoramiento de un profesional de la salud visual óptico-optometrista, quien, además de ofrecer una solución personalizada, garantiza que las gafas cumplen la normativa.
"Acudir a revisiones visuales al menos una vez año, en lugar de esperar a la renovación del permiso de conducción, constituye una medida de prevención de accidentes", concluye Ana Belén Almaida Planes.