Casi el 50% de la radiación ultravioleta a la que nos vemos expuestos a lo largo de la vida se produce antes de los 18 años
MURCIA, 4 Jun. (EUROPA PRESS) -
El Colegio Oficial de Ópticos-Optometristas de la Región de Murcia ha advertido que los ojos de los niños son más vulnerables que los de los adultos a los efectos nocivos de la radiación solar, según informaron fuentes de la institución colegiada ante la llegada del buen tiempo y las vacaciones de verano.
Estos meses son propicios para que los niños pasen muchas horas al aire libre, según el Colegio, que reconoce que los padres son conscientes de los riesgos del sol para la piel de sus hijos pero no suelen "tener en cuenta que sus ojos se muestran igual de sensibles frente a los efectos nocivos de la radiación ultravioleta".
"Esto se debe, en gran medida, al desconocimiento acerca de las graves consecuencias de una exposición solar prolongada durante la infancia", añaden las mismas fuentes.
El Colegio señala que las gorras, los sombreros y las gafas de sol contribuyen a proteger los ojos, aunque no siempre se recurre a los medios más adecuados. "Las lentes de las gafas de sol "de juguete" no bloquean la radiación ultravioleta, ofreciendo, por lo tanto, una falsa sensación de seguridad", señala Ana Belén Almaida Planes, Presidenta del Colegio Oficial de Ópticos-Optometristas de la Región de Murcia, "con el agravante de que, al dilatarse la pupila, contribuyen a que las radiaciones nocivas penetren aún más en el interior del ojo".
"Unas gafas homologadas y adquiridas en un establecimiento sanitario de óptica con el asesoramiento de un óptico-optometrista garantizan el 100 por ciento de protección", añade.
A MENOR EDAD, MAYOR NECESIDAD DE PROTECCIÓN
El Colegio señala que el ojo del niño resulta más vulnerable que el del adulto por varias razones, ya que antes del primer año de vida, el cristalino, que ejerce de filtro, deja pasar a la retina el 90 por ciento de la radiación UVA y el 50 por ciento de la UVB.
Además, la pupila permanece más dilatada que la de los adultos, y la pigmentación del ojo, que actúa como barrera protectora, se va oscureciendo con el paso del tiempo. De ahí que los niños, especialmente los rubios y de ojos claros, resulten más vulnerables que los adultos.
La consecuencia es que, según los expertos, casi el cincuenta por ciento de la radiación ultravioleta a la que nos vemos expuestos a lo largo de la vida se produce antes de cumplir los 18 años. Entre los daños que surgen a corto plazo destacan las queratitis o quemaduras solares de la córnea, que en los más pequeños se manifiestan con síntomas de dolor, fotofobia y enrojecimiento de los ojos.
A largo plazo, el Colegio advierte que el daño "puede ser más grave, en forma de alteraciones corneales, lesiones degenerativas y quemaduras agudas en la retina, que afectan a la visión de forma permanente".
CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO
En diversos estudios se ha relacionado la radiación solar durante la infancia con la aparición de diversas patologías en la edad adulta, como las cataratas, primera causa de ceguera reversible en el mundo; o la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), primera causa de ceguera irreversible en mayores de 65 años.
Asimismo, se ha relacionado con el Pterigión, un crecimiento anormal de tejido sobre la córnea, que produce irritación ocular y sensación de cuerpo extraño y puede disminuir la agudeza visual, provocando pérdida de visión.
Por ello, el COORM afirma que el uso de gafas de sol de calidad durante la infancia, acompañado de otros elementos de protección como las gorras, los sombreros y las viseras, reduce el riesgo de padecer estas patologías.
"Las gafas de sol infantiles, al igual que las de los adultos, deben estar homologadas y llevar la marca CE como estándar mínimo de calidad. Es preferible no utilizar gafas a llevar las "de juguete", ya que puede suponer un serio peligro para la salud visual y ocular de los niños", señala Ana Belén Almaida Planes, Presidenta del Colegio Oficial de Ópticos-Optometristas de la Región de Murcia.
La adquisición de las gafas de sol en un establecimiento sanitario de óptica y el asesoramiento de un profesional de la salud visual óptico-optometrista, suponen una garantía de que las lentes cumplen todos los parámetros de seguridad y protección. "Además, las gafas de sol de calidad no necesariamente tienen que ser más caras", recuerda Ana Belén Almaida.