MADRID, 13 Abr. (EUROPA PRESS) -
Más de cinco millones de españoles, un 11 por ciento de la población, padece el síndrome del ojo seco, un trastorno ocular que afecta especialmente a las mujeres mayores y que causa malestar, problemas visuales e inestabilidad de la película lagrimal con daño potencial en la superficie ocular.
Así se ha puesto de manifiesto durante la sesión plenaria '¿Qué no sabes y deberías saber sobre el ojo seco?', celebrada en el marco del 25 Congreso Internacional de Optometría, Contactología y Óptica Oftálmica (OPTOM 2018), donde, además, se ha informado de que la prevalencia de esta patología en la práctica clínica diaria varía entre un cinco y un diez por ciento, dependiendo de los criterios utilizados para su diagnóstico.
El trastorno afecta más a las mujeres debido al factor hormonal, dado que está considerado como la enfermedad ocular más frecuentes en edades avanzadas. Este las causas que lo provocan son la cirugía ocular, la diabetes, enfermedades tiroideas, síndrome de Sjögren, dermatitis seborreica, la atopía y las colagenopatías, así como algunos fármacos orales como, por ejemplo, retinoides, antihipertensivos, antidepresivos, estrógenos, diuréticos o benzodiacepinas.
Asimismo, durante el encuentro se ha recordado que en el caso del ojo seco evaporativo hay causas intrínsecas y extrínsecas. Las primera son estructurales, tales como anomalías de los párpados o de tipo de funcional, mientras que las extrínsecas incluyen irregularidades de la superficie ocular, alergias, uso de lentes de contactos o, incluso, el consumo de tabaco ya que el humo provoca un deterioro de la película lipídica de la película lagrimal precorneal que origina sensación de arena o ardor.
Del mismo modo, el índice de evaporación también aumenta con una apertura palpebral mayor, un intervalo de parpadeo mayor, un aumento en el flujo de aire, una mayor temperatura o una reducción de la humedad ambiental.
Finalmente, los expertos han informado de que para combatir el síndrome del ojo seco es importante tener una adecuada higiene ocular, tanto en la zona del ojo como en las manos; usar lentes desechables; utilizar lubricantes oculares como, por ejemplo, lágrimas artificiales; no frotarse los ojos si se tiene la sensación de arenilla; evitar la exposición directa a las corrientes de aire; y parpadear frecuentemente para mantener el ojo humedecido.