MADRID, 11 Oct. (EUROPA PRESS) -
La exposición prolongada a ruidos de baja frecuencia puede causar numerosos problemas de salud, pero la solución puede encontrarse en un objeto inesperado como son las pelotas de tenis de mesa que pueden, con algunas modificaciones, ayudar a absorber el ruido de la ciudad, según un estudio publicado en el 'Journal of Applied Physics'.
El ruido de baja frecuencia es omnipresente en las ciudades, cerca de las carreteras y junto a los aeropuertos. Aunque puede oírse como fondo en el paisaje acústico, puede desencadenar dolores de oído, alteraciones respiratorias, irritabilidad y otros efectos adversos a largo plazo. Dado que es producido por diversas fuentes y se ve menos afectado por las estructuras que el sonido de alta frecuencia, el ruido de baja frecuencia puede ser difícil de evitar.
Investigadores de la Universidad de Lille (Francia) y la Universidad Técnica Nacional de Atenas (Grecia) han ideado una metasuperficie acústica que utiliza pelotas de pimpón como resonadores de Helmholtz para crear un aislamiento acústico de baja frecuencia barato pero eficaz.
"Las pelotas de pimpón son objetos cotidianos muy conocidos, presentes en grandes cantidades en todo el mundo --señala Robine Sabat, de la Universidad de Lille y autora del estudio--. Nuestra motivación era utilizar estos objetos de fácil acceso para crear una estructura de paneles aislantes de baja frecuencia. Por tanto, las pelotas de pimpón presentan una alternativa económica a los aislantes acústicos tanto por su bajo coste como por su potencial reciclado".
Las metasuperficies acústicas son materiales especialmente diseñados para manipular las ondas sonoras. Esta metasuperficie utiliza pelotas huecas con pequeños agujeros perforados en cada una, modelando resonadores de Helmholtz.
"El resonador de Helmholtz tiene la capacidad única de captar las ondas sonoras ambientales con precisión en su frecuencia natural y puede representarse como cavidades conectadas a su entorno a través de un cuello estrecho --explica Sabat--. La originalidad del trabajo consistió en considerar el efecto del acoplamiento entre dos resonadores, lo que lleva a la aparición de dos frecuencias de resonancia".
Más frecuencias de resonancia significaba que el dispositivo era capaz de absorber más sonido. Ante el éxito de dos resonadores acoplados, los investigadores añadieron más, hasta que su dispositivo se asemejó a una lámina cuadrada de pelotas de tenis de mesa pinchadas, multiplicando el número de frecuencias resonantes que podían absorberse.
Ajustando el número de pelotas, el número de agujeros y el tamaño de éstos, los investigadores pudieron modificar las propiedades acústicas de la metasuperficie, demostrando que es posible diseñar un panel de absorción acústica sin materiales caros.
"El potencial de esta metasuperficie va más allá del aislamiento acústico --afirma Sabat--. Puede ampliarse para conseguir diversas funciones similares a las de otras metasuperficies. Estas funcionalidades abarcan la focalización del sonido, la reflexión acústica no convencional, la manipulación de la transmisión del sonido, etc.".