SEVILLA 16 May. (EUROPA PRESS) -
El director del Laboratorio de Investigaciones Cardiovasculares y Biológicas del Mount Sinai, en New York (EEUU), Juan José Badimón, que ha participado esta semana en Sevilla en el 'XLV Congreso de la Sociedad Andaluza de Cardiología', ha anunciado que la nueva familia de fármacos inhibidores de la coagulación y de la antitrombina "reducirán el número de embolias, mejorando así la calidad de vida de una sociedad cada vez más envejecida y, por tanto, con mayor problemas vasculares".
En una entrevista concedida a Europa Press, Badimón ha explicado que el aumento de la esperanza de vida de la poblaciones occidentales está provocando un desarrollo de las enfermedades valvulares, lo que, unido a la necesidad de poner cada vez más stent (dispositivos metálicos o de tipo molecular que se introducen en las arterias para evitar su oclusión o el cierre), "está implicando a su vez un mayor uso de fármacos anticoagulantes que sen cada vez más seguros, efectivos y predictivos".
Por ello, ha resaltado la nueva familia de fármacos inhibidores frente a otros anticoagulantes más clásicos que, como la warfarina, "es muy barato y efectivo, aunque su gran problema es que tiene un efecto impredictible".
En concreto, este especialista ha explicado que la warfarina es un anticoagulante cuyo principal problema es que es fácilmente afectable ante simples cambios en la dieta. "Eso significa que una persona, pese a que pudiese estar en un nivel adecuado de trombina, el mero cambio de su dieta podría hacer que su nivel de trombina subiese o bajase", ha aclarado Badimón, quien ha dicho que "este efecto poco predictible supone que el paciente tenga que estar siempre muy monitorizado".
A su vez, este problema de permanente monitorización, ha proseguido este experto del Mount Sinai, "suele provocar en el paciente que se termine cansando y abandone el tratamiento (poca adherencia), lo que puede llegar a provocar que se convierta en un enfermo hiperantiocoagulado, es decir, que puede tener una trombosis o una embolia". También puede provocar el efecto contrario, que se convierta en un paciente hipoantiocoagulado.
Frente a ello, ha contrapuesto la nueva familia de fármacos, entre ellos los inhibidores del factor 10 de la coagulación y los inhibidores de la antitrombina (dabigatrán) "cuyo efecto es mucho más predecible, no requiriendo así el que el paciente esté permanentemente monitorizarlo, al menos por los datos que tenemos hasta el momento".
"El paciente pone así menos de su parte, mejorando de esta forma la adherencia a su tratamiento", ha recalcado Badiola en su entrevista con Europa Press, quien además ha resaltado que estos nuevos medicamentos "no se ven ya modificados por la dieta, con lo cual teóricamente todo es más beneficio".
No obstante, ha reconocido que el "único problema" de estos fármacos es que son costosos, aunque ha recordado que "hoy en día tenemos la relación coste-beneficio, donde se tiene en cuenta no sólo lo que cuesta el fármaco, sino lo que se ahorra en tratamiento posterior a un enfermo y, mucho más importante aún, lo que le supone a la familia del afectado, ya que puede ser muy incapacitante".
Por todo ello, ha vaticinado que estos nuevos fármacos "van a suponer un salto cualitativo muy importante que, a la larga, se traducirá también en una reducción del impacto socioeconómico que supone la enfermedad cardiovascular".
PREVÉ QUE EN UNOS MESES LO APRUEBE LA EMEA
"Los inhibidores del factor 10 de la coagulación y los inhibidores de la antitrombina se están presentando como una alternativa más segura y efectiva a la warfarina, posibilitando el tener un menor número de embolias, aunque a expensas de un mayor costo y de tomarlo dos veces al día", ha agregado.
Para Badimón, se está ante un arsenal terapéutico "más seguro y efectivo", prueba de lo cual "ya está aprobado por la FDA y se prevé que se apruebe por la EMEA en unos meses", ha concluido.