MADRID, 2 Ago. (EUROPA PRESS) -
Las personas con más tendencias agresivas y psicopáticas adoptan comportamientos hostiles de forma rápida, pero les cuesta abandonarlos cuando ya no son adaptativos o prácticos. Aunque esto ya se sospechaba, un nuevo trabajo del Grupo de Investigación Individual Differences Lab (IDLab) de la Facultad de Psicología y del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Barcelona (UBneuro), confirma esta hipótesis por primera vez.
El estudio, publicado en la revista 'Translational Psychiatry', se ha desarrollado gracias a una amplia metodología matemática aplicada a una tarea que mide respuestas hostiles de forma explícita. En el estudio se aplica un modelo matemático que permite desentrañar qué mecanismos cognitivos tienen un papel más relevante en la adquisición de estas respuestas.
El trabajo, llevado a cabo con 256 voluntarios, evalúa diversos aspectos relacionados con la agresión, hostilidad, recompensa y castigo, entre otros. En el trabajo también han participado expertos de la Universidad de Lübeck (Alemania) y del Centro Psiquiátrico Forense Pompestichting y la Universidad Radboud de Nimega (Países Bajos).
"El descubrimiento más inesperado fue identificar el mismo patrón tanto en personas con una alta agresividad, que se caracteriza por tendencias más impulsivas, como en aquellas con alta psicopatía, que se define por una conducta antisocial más controlada o sangre fría", detalla Maci Buades-Rotger, primer autor del artículo y profesor lector del Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología de la Facultad de Psicología de la UB.
Este hallazgo cuestiona algunas premisas bastante arraigadas que apuntaban a mecanismos psicológicos y neurobiológicos distintos en agresividad y psicopatía. "Estos dos rasgos, agresión y psicopatía, son similares y están evidentemente correlacionados, pero normalmente se asume que se caracterizan por mecanismos psicológicos y neurobiológicos distintos", subraya el profesor David Gallardo-Pujol, jefe del IDLab.
"El nuevo estudio, en cambio, revela que en realidad no son tan diferentes, y que ambos pueden dar lugar a la adquisición del comportamiento hostil a través de los propios procesos de aprendizaje", apuntan los autores.
Por tanto, en conclusión, señalan que los tratamientos que funcionen para gente con psicopatía, como el entrenamiento en regulación emocional, podrían potencialmente funcionar para personas con problemas de gestión de la ira. "Evidentemente, haría falta estudios en muestras clínicas para ver en su caso", concluyen los autores.