MADRID 25 Ene. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos) publican en 'Nature' sus observaciones al respecto de un mecanismo cerebral que enseña a los ratones a evitar a los agresores. Los hallazgos pueden ofrecer información sobre trastornos sociales como el autismo.
Este trabajo revela que al igual que los humanos, los ratones viven en grupos sociales complejos, luchan por el territorio y la pareja y aprenden cuándo es más seguro evitar a ciertos oponentes. Después de perder incluso una breve pelea, los animales derrotados huirán durante semanas de los ratones que los lastimaron.
El estudio revela que ese "comportamiento de retirada" está influenciado por un área distinta en la parte inferior del hipotálamo, una parte del cerebro que controla el hambre, el sueño y los niveles de muchas hormonas. El equipo había descubierto previamente que esta región especial, llamada parte ventrolateral anterior del hipotálamo ventromedial (aVMHvl), ayuda a los roedores a defenderse de los ataques de los matones. Aquí, los autores identificaron además un papel central del área para impulsar una evitación más duradera después de ser derrotado.
De esta forma se demostró que cuando los ratones rivales se encuentran por primera vez, la información olfativa sobre los oponentes no es lo suficientemente fuerte como para activar las células aVMHvl para provocar una retirada. Sin embargo, una vez que comienza una pelea, el dolor (como el de una picadura) desencadena la liberación de oxitocina, la "hormona del apego".
Si bien esta señal se ha relacionado durante mucho tiempo con la paternidad y la atracción, en este caso se une a los receptores de oxitocina en las células aVMHvl y señala peligro. Este proceso vincula las señales de dolor con el olor del oponente, de modo que la próxima vez que el agresor se acerque, su olor por sí solo anima al ratón acosado a mantenerse alejado, dicen los autores del estudio.
"Nuestros hallazgos proporcionan una nueva visión sobre cómo la oxitocina dentro del hipotálamo impulsa el aprendizaje a partir de experiencias sociales traumáticas", comenta el autor principal del estudio, Takuya Osakada, becario postdoctoral en los Departamentos de Psiquiatría y Neurociencia y Fisiología de NYU Langone Health. "Si bien la hormona se asocia a menudo con comportamientos positivos como el cuidado, nuestro estudio destaca su papel clave en el conflicto social", añade Osakada.
"Ahora que comprendemos mejor las fuerzas críticas detrás de la evitación social, los investigadores pueden comenzar a explorar formas de aprovechar la oxitocina para tratar los trastornos que afectan las habilidades sociales, como el autismo, la ansiedad social y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad", apunta por su parte el también autor de trabajo, Dayu Lin, profesor en los Departamentos de Psiquiatría y Neurociencia y Fisiología de NYU Langone, así como miembro de su Instituto de Neurociencia.
Lin advierte que si bien el equipo relacionó el aVMHvl con la evitación social, no encontraron tal vínculo con otro comportamiento exhibido por ratones derrotados: congelarse ante un conflicto. Como resultado, los investigadores dicen que es probable que sistemas cerebrales adicionales estén involucrados en el comportamiento de derrota, y comprender dichos sistemas es esencial antes de desarrollar terapias basadas en oxitocina para los trastornos sociales humanos.