MADRID 7 Dic. (EUROPA PRESS) -
Los investigadores han desarrollado un análisis de sangre que puede detectar pequeños agregados "tóxicos" de una proteína particular en la sangre de personas con Alzheimer, así como en personas que no mostraron signos de deterioro cognitivo en el momento en que se tomó la muestra de sangre, pero que lo desarrollaron en una fecha posterior.
Según publican en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', este nuevo análisis de sangre detecta oligómeros, o pequeños agregados mal plegados, de la proteína beta amiloide, que los científicos creen que desencadena el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
Hoy, por lo general, los pacientes reciben un diagnóstico de Alzheimer sólo después de mostrar signos bien conocidos de la enfermedad, como la pérdida de memoria. Para entonces, las mejores opciones de tratamiento se limitan a ralentizar la progresión de los síntomas. Pero la investigación ha demostrado que las semillas del Alzheimer se plantan años -incluso décadas- antes, mucho antes de que aparezcan los deterioros cognitivos que hacen posible el diagnóstico.
Esas semillas son proteínas beta amiloides que se pliegan mal y se agrupan, formando pequeños agregados llamados oligómeros. Con el tiempo, a través de un proceso que los científicos aún tratan de comprender, se cree que esos oligómeros "tóxicos" de beta amiloide se convierten en Alzheimer.
Un equipo dirigido por investigadores de la Universidad de Washington (Estados Unidos) ha desarrollado una prueba de laboratorio que puede medir los niveles de oligómeros de beta amiloide en muestras de sangre. Según informan, su prueba --conocida por el acrónimo SOBA-- pudo detectar los oligómeros en la sangre de pacientes con la enfermedad de Alzheimer, pero no en la mayoría de los miembros de un grupo de control que no mostraban signos de deterioro cognitivo en el momento en que se tomaron las muestras de sangre.
Sin embargo, el SOBA sí detectó oligómeros en la sangre de 11 individuos del grupo de control. Se disponía de los registros de los exámenes de seguimiento de 10 de estos individuos, y a todos se les diagnosticó años después un deterioro cognitivo leve o una patología cerebral compatible con la enfermedad de Alzheimer. Esencialmente, en estos 10 individuos, el SOBA había detectado los oligómeros tóxicos antes de que aparecieran los síntomas.
"Lo que los médicos e investigadores querían era una prueba diagnóstica fiable de la enfermedad de Alzheimer, y no sólo un ensayo que confirmara el diagnóstico de la enfermedad, sino uno que pudiera detectar los signos de la enfermedad antes de que se produjera el deterioro cognitivo", señala la autora principal Valerie Daggett, profesora de bioingeniería de la UW y miembro de la facultad del Instituto de Ingeniería y Ciencias Moleculares de la UW.
"Esto es importante para la salud de los individuos y para toda la investigación sobre cómo los oligómeros tóxicos de beta amiloide continúan y causan el daño que causan --prosigue--. Lo que mostramos aquí es que el SOBA puede ser la base de esa prueba".
El SOBA, que significa ensayo de unión de oligómeros solubles, aprovecha una propiedad única de los oligómeros tóxicos. Cuando las proteínas beta amiloides mal plegadas comienzan a agruparse en oligómeros, forman una estructura conocida como hoja alfa.
Las hojas alfa no se encuentran normalmente en la naturaleza, y las investigaciones anteriores del equipo de Daggett demostraron que las hojas alfa tienden a unirse a otras hojas alfa. El núcleo del SOBA es una hoja alfa sintética diseñada por su equipo que puede unirse a oligómeros en muestras de líquido cefalorraquídeo o sangre.
A continuación, la prueba utiliza métodos estándar para confirmar que los oligómeros unidos a la superficie de la prueba están formados por proteínas beta amiloides.
El equipo probó el SOBA en muestras de sangre de 310 sujetos de investigación que previamente habían facilitado sus muestras de sangre y algunos de sus historiales médicos para la investigación del Alzheimer. En el momento en que se tomaron las muestras de sangre, los sujetos estaban registrados como sin signos de deterioro cognitivo, deterioro cognitivo leve, enfermedad de Alzheimer u otra forma de demencia.
El SOBA detectó oligómeros en la sangre de individuos con deterioro cognitivo leve y Alzheimer de moderado a grave. En 53 casos, el diagnóstico de Alzheimer del sujeto de investigación se verificó después de la muerte mediante una autopsia, y las muestras de sangre de 52 de ellos, que se habían tomado años antes de su muerte, contenían oligómeros tóxicos.
El SOBA también detectó oligómeros en los miembros del grupo de control que, según los registros, desarrollaron posteriormente un deterioro cognitivo leve. Las muestras de sangre de otros individuos del grupo de control que permanecieron sin deterioro carecían de oligómeros tóxicos.
El equipo de Daggett está trabajando con científicos de AltPep, una empresa derivada de la UW, para convertir el SOBA en una prueba de diagnóstico de los oligómeros. En el estudio, el equipo también demostró que el SOBA podría modificarse fácilmente para detectar oligómeros tóxicos de otro tipo de proteína asociada con la enfermedad de Parkinson y la demencia de cuerpos de Lewy.
"Estamos descubriendo que muchas enfermedades humanas están asociadas a la acumulación de oligómeros tóxicos que forman estas estructuras de lámina alfa --subraya Daggett--. No sólo el Alzheimer, sino también el Parkinson, la diabetes tipo 2 y otras. El SOBA capta esa estructura única de hoja alfa, por lo que esperamos que este método pueda ayudar a diagnosticar y estudiar muchas otras enfermedades de 'mal plegamiento de proteínas'".
"Creemos que el SOBA podría ayudar a identificar a los individuos en riesgo o incubando la enfermedad, así como servir de lectura de la eficacia terapéutica para ayudar al desarrollo de tratamientos tempranos para la enfermedad de Alzheimer", apunta.