MADRID, 9 Ene. (EDIZIONES) -
Nadie quiere al dolor. Es horrible sentir dolor por algo. Pero el dolor es necesario mal que nos pese. Es un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo sin el que podemos perder la vida. Por eso es necesario el dolor en nuestras vidas, aunque no nos guste.
En este artículo charlamos con uno de los referentes en materia de dolor a nivel nacional, con el doctor Alfonso Vidal, coordinador del servicio de Anestesia y de la Unidad del Dolor de Quirónsalud Sur de Alcorcón en Madrid, del Hospital la Luz, y del Hospital Valle del Henares de Torrejón, quien precisamente acaba de publicar un último libro sobre el tema: 'Vivir sin dolor' (Harper Collins).
Lo primero sobre lo que le preguntamos es qué pasa con el dolor, si sentimos todos lo mismo o no: "Si dos personas se ponen delante del espejo verán que son personas completamente distintas. Pero, si nos ponemos todos vestidos con una equipación similar da la impresión de que somos todos iguales o muy parecidos. En realidad, somos distintos, porque lo somos en el detalle, pero tenemos características de estructura, de funcionamiento, incluso de educación, que hacen que aunque una persona sea muy parecida tengamos una manera de manifestarnos diferente en los aspectos finos".
Así, mantiene que el dolor depende de la estructura, de la fisiología, pero luego está sujeto a la especificidad de la genética, y también a la experiencia de cada uno: "Los gemelos idénticos tienen el mismo material genético pero su experiencia nunca es igual, aunque vayan juntos".
Habla también de los pelirrojos, por ejemplo, cuya genética les lleva a tener una menor tolerancia al dolor, y a presentar cierta predisposición mayor al sangrado; y en cambio, otras personas, como las que tienen Síndrome de Down, pueden tener una mayor tolerancia al dolor. "Pero además de eso, si añadimos factores de educación, de motivación, de circunstancia, esto también se puede matizar y tener dos pelirrojos criados en entornos distintos y que respondan de manera distinta al dolor", agrega.
¿NOS PUEDE DOLER EL PELO O LAS PESTAÑAS?
Ahora bien, para entender el mecanismo del dolor, el doctor Vidal explica que el sistema nervioso, que es el que transmite la percepción dolorosa, tiene dos categorías. Por un lado, indica que se encuentran los nervios especializados en la transmisión del dolor, distribuidos "de forma generosa, pero no completa y no semejante en todo el organismo", y presentes sobre todo en las zonas con más sensibilidad, como la zona genital, las manos, la cara, o los labios.
"Pero en el resto del cuerpo tenemos otros nervios que transmiten tacto, movimiento, temperatura y que, circunstancialmente, si el estímulo es bastante intenso van a transmitir dolor también", advierte.
A veces, una cosa que inicialmente no es dolorosa, como puede ser un pequeño pellizco indefenso, según pone el ejemplo, si este aumenta en intensidad llega un momento en el que sí que se convierte en doloroso y esto lo transmiten esas fibras que no están especializadas en dolor: "Hace que, inicialmente, una cosa que en principio no sea dolorosa lo sea y también al sentido contrario. Si te das un golpe y te pones rápidamente la mano ese dolor puede aliviarse en parte. Nosotros podemos interferir esa transmisión de esos nervios no especializados en dolor saturándolos con otro estímulo".
Esto llevaría a entender igualmente que, por ejemplo, no nos duela el pelo cuando nos lo cortan, no la punta, si bien sí nos duele la raíz si estiramos del pelo. Y lo mismo sucedería con las pestañas, que en el tronco del vello no nos duele, sí si las estiramos y afectamos a la raíz, por ejemplo. Es más, señala que cuando uno trabaja mucho con el ordenador le duelen los ojos y también las pestañas: "Si el ojo tiene tendencia a estar seco es fácil, entonces podemos identificar el dolor en la pestaña, pero en la pestaña en sí misma".
CUÁL ES EL PEOR DE LOS DOLORES
A su vez, cuestionamos a este especialista por el peor dolor que existe y lo tiene claro: aquel que afecta a un ser querido. "Te puede doler por delegación. A veces, el dolor afecta a todas las esferas de la vida y muchas veces te duele mucho más el dolor de una persona a la que quieres, y no puedes más que asistirle sin apenas hacerle nada, ese dolor que supone impotencia, solidaridad o cariño. Estos dolores relacionados con las emociones también tienen un soporte orgánico. La tristeza de ver a una persona que sufre física o emocionalmente también te afecta. El dolor está muy ligado a las emociones que también se alivia en colectivo. Un dolor acompañado, siempre es menos dolor", defiende.
Además, habla del dolor procedente de patología neurológica, que además de generar las manifestaciones típicas del dolor, provoca en quien lo sufre una sensación de desazón, de desespero. Aquí, señala que la neuralgia del trigémino es de los cuadros más dolorosos que existen porque la inervación de la cara es muy rica, con muchos matices.
"Desde luego los dolores de muelas, los dolores reiterados, los cólicos renales, litiasis, los cólicos biliares, los que afectan a pancreatitis, pero luego las artrosis también son cuadros muy incómodos, las migrañas no solo es la intensidad sino la falta de eficacia de las medidas o la cronicidad, y las hace insufribles", agrega.
POR QUÉ EL DOLOR DEL PARTO ES PARTICULAR
Otro de los temas que el doctor recoge en su libro es el dolor del parto, un dolor peculiar porque, según asegura, "al final tiene una cosa buena, un premio final", y que hace que históricamente se haya aceptado que las mujeres hayan aceptado que es un proceso con incomodidad, natural, que genera necesariamente una experiencia dolorosa pero que está compensada por el nacimiento de una nueva vida.
"El dolor de parto se describe como terrible, pero la mayor parte que han tenido otras experiencias dolorosas, como un cólico renal o una neuralgia, por ejemplo, dicen que esto otro es peor, quizá por que hay premio al final del parto, y porque los niveles hormonales, sobre todo de estrógenos y de progesterona, que son muy altos al final del embarazo, dan lugar a que la experiencia del parto esté matizada por esas hormonas protectoras", valora el experto en dolor.
Igualmente, resalta que hay mujeres que no se quejan del parto: "Si tienes las estructuras más laxas, como el que tiene mucha masa muscular o mucha grasa, y el proceso de dilatación es más liviano, más fácil y no tiene problema pero, en general, casi todas las mujeres lo perciben como proceso doloroso".
Otra de las curiosidades del dolor, según señala este especialista de Quironsalud, es que existen algunas personas o grupos étnicos con trastornos en la percepción del dolor, e igual que los faquires no perciben dolor. "No percibir dolor es dañino contra tu vida porque este es un mecanismo de defensa que te permite detectar que tienes lesiones y tomar medidas para ello. Si no tienes esto, las perspectivas de dañarte sin darte cuenta, de lesionarte, y de perder una parte de tu naturaleza o de tu cuerpo son grandes, no te anticipa enfermedades internas que tengas. El dolor, por más que hablemos de él como algo desagradable, es necesario para nuestra vida", subraya.
¿PODEMOS ACOSTUMBRARNOS A VIVIR CON DOLOR?
Preguntado sobre si alguien puede acostumbrarse a vivir con dolor, el especialista insiste en que todo depende de la educación de la persona, del orden de prioridades, si bien nunca va a ser posible acostumbrarse completamente, aunque sí asumirlo.
"Sí podemos aceptarlo como algo inevitable. Como en el caso de las migrañas, estas personas tienen asumido que es una patología crónica, para la que hoy por hoy no tenemos una solución, pero sí contamos con mecanismos que nos permiten controlarlas, y actuar precozmente sobre lo que las desencadenen. Entonces, nadie puede aceptar completamente esta patología crónica como algo bueno, pero sí entender que es su circunstancia; como el proceso de envejecimiento, todos envejecemos y la vida es de esta manera, se puede llevar de una manera o de otra", relata el doctor Vidal.