MADRID, 21 Abr. (EUROPA PRESS) -
Todos los seres humanos tenemos un reloj interno, conocido como biológico o circadiano, que va modificándose ante circunstancias externas como por ejemplo la luz del día, y que regula una amplia variedad de actividades metabólicas del cuerpo.
LUZ SOLAR Y RELOJ BIOLÓGICO
En el caso de la luz solar, sabemos que nuestro cerebro recibe la información como un indicativo de que es de día y, por tanto, deja de producir melatonina, la sustancia que se segrega por la noche para conciliar el sueño.
Ahora, una investigación realizada por científicos de la Universidad de Manchester, en Reino Unido, ha revelado que el color de la luz tiene un gran impacto en cómo nuestro reloj biológico mide la hora del día. El trabajo, que se detalla en un artículo publicado en 'Plos Biology', demuestra que el color es una forma más fiable de decir la hora que medir el brillo.
Los investigadores analizaron el cambio de luz al amanecer y al atardecer para analizar si el color podría emplearse para determinar la hora del día. Además de los cambios conocidos en la intensidad de la luz que se producen a medida que amanece o anochece, estos expertos encontraron que durante el crepúsculo, la luz es realmente más azul que durante el día.
Entonces, los científicos registraron la actividad eléctrica del reloj del cuerpo, mientras se mostró a ratones se muestran diferentes estímulos visuales. De esta forma, estos expertos encontraron que muchas de las células eran más sensibles a los cambios de color entre el azul y el amarillo que a cambios en el brillo.
Posteriormente, los investigadores de este trabajo utilizaron mediciones de los cambios en los espectros de color tomadas de la parte superior de un edificio de la Universidad para construir un cielo artificial que recree los cambios diarios en el color y el brillo.
Se puso a los ratones bajo el cielo durante varios días y se registró su temperatura corporal. Como era de esperar de criaturas nocturnas, las temperaturas más altas del cuerpo se registraron justo después de caer la noche, cuando el cielo se volvió de un azul más oscuro, lo que indica que su reloj biológico estaba funcionando de manera óptima.
Cuando se cambió sólo el brillo del cielo, sin ningún cambio en el color, los ratones se volvieron más activos antes del anochecer, lo que demuestra que su reloj biológico no estaba correctamente alineado con el ciclo día-noche.
El director de la investigación, Timothy Brown de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad, explica: "Es la primera vez que hemos sido capaces de poner a prueba la teoría de que el color afecta al reloj biológico de los mamíferos. Siempre ha sido muy difícil separar el cambio de color y el cambio en el brillo, pero utilizando nuevas herramientas experimentales y un enfoque psicofísica lo logramos".
Y continúa: "Lo que es interesante acerca de nuestra investigación es que las mismas conclusiones se pueden aplicar a los seres humanos, de forma que la teoría del color podría ser utilizada para manipular nuestro reloj y resultar útil para los trabajadores por turnos o los viajeros que desean minimizar el jet lag".