MADRID 11 Feb. (EUROPA PRESS) -
El uso del fármaco candesartán, que reduce la presión sanguínea, en pacientes que tienen hipertensión en la fase aguda de los ictus no proporciona ningún beneficio y podría en realidad ser perjudicial, según un estudio del Hospital Universitario de Ulleval de Oslo (Noruega) que se publica en la edición digital de la revista 'The Lancet'.
Se desconoce cuál es la mejor forma de controlar la hipertensión en un ictus agudo y la práctica médica actual es aceptar la hipertensión en esta situación. El candesartán pertenece a la familia de fármacos para la presión sanguínea llamados bloqueadores del receptor de la angiotensina.
En el estudio participaron 1.017 pacientes mayores de 18 años con ictus agudo y presión sanguínea superior a 140 milímetros de mercurio (mm Hg) que fueron divididos en dos grupos, uno que tomaba candesartán y otro placebo durante 7 días. Durante el periodo de tratamiento, la presión sanguínea era significativamente menor en los pacientes que tomaban el fármaco. Pero durante un seguimiento de 6 meses, el riesgo de mortalidad vacular, ictus o ataque cardiaco no se diferenció entre ambos grupos.
El análisis también reveló que los pacientes que tomaron candesartán fueron más propensos a tener una mala evolución en comparación con quienes tomaron placebo, aunque este descubrimiento no fue significativo a nivel estadístico.
Nueve de los pacientes del grupo de candesartán experimentaron síntomas debido a la baja presión sanguínea frente a cinco del grupo placebo, y el fallo renal era también más frecuente en los pacientes que tomaban el fármaco que en el grupo placebo. Los autores también hicieron un meta-análisis que incluía estos descubrimientos y confirmó además la ausencia de efecto beneficioso.
Los autores concluyen que estos resultados mostraban que no existía un efecto beneficioso del tratamiento de reducción de la presión sanguínea con el bloqueador del receptor de la angiotesina candesartán en pacientes con ictus agudo y presión sanguínea elevada. Por ello, los investigadores consideran que no existe motivo para el tratamiento para rebajar la presión sanguínea en la fase aguda del ictus.