No te olvides de los lavados nasales en los niños más pequeños: ¿agua de mar o suero fisiológico?

Lavado nasal
Lavado nasal - ISTOCK
Actualizado: jueves, 30 noviembre 2023 9:40

   MADRID, 30 Nov. (EDIZIONES) -

   El lavado nasal es una técnica que consiste en introducir suero fisiológico o solución salina en las fosas nasales con el objetivo de limpiarlas y de movilizar la mucosidad. Esta práctica es muy importante en niños pequeños, ya que les ayuda a respirar mejor y a prevenir infecciones.

   Así lo asegura en una entrevista con Infosalus el doctor Rubén Ruiz Lázaro, secretario del Área de Fisioterapia Respiratoria de SEPAR y fisioterapeuta, quien subraya que cuando los niños tienen mocos les suele costar respirar por la nariz, lo que puede provocarles dificultad para dormir, comer, y jugar. "El lavado nasal ayuda a movilizar la mucosidad y a despejar las fosas nasales, a la vez que facilita la respiración. Además, es un gran aliado para reducir el riesgo de infecciones respiratorias", subraya.

Defiende que el término lavado nasal engloba un conjunto de acciones cuyo objetivo es drenar la mucosidad gracias a la irrigación del suero fisiológico o de la solución salina, introduciéndolos por una fosa nasal y saliendo por la otra. "Sin embargo, los fisioterapeutas respiratorios damos mucha importancia a otra técnica de limpieza, llamada 'drenaje rinofaringeo retrógrado' (DRR), buscando la higiene de la nasofaringe, la parte entre la nariz y la garganta. Con ello vamos a mejorar la calidad de vida de los niños y vamos a ayudar a que se sientan mejor", aclara.

   Recuerda en este sentido el miembro de SEPAR que tener despejada la nariz es "crucial" para el día a día de los más pequeños, pues ésta se encarga de filtrar el aire para que no entre sucio, lo humedece para que no vaya seco, lo calienta pues entra más frío de lo que los pulmones necesitan, pero además nos ayuda a saborear los alimentos y a hablar. "Si la nariz está congestionada, inevitablemente vamos a terminar respirando por la boca. Y esto, además de resultar incómodo, no es bueno para el sistema respiratorio. Por estas razones es importante que ante cualquier situación que nos genere un aumento de mucosidad, como las infecciones respiratorias, se realicen lavados nasales", insiste Rubén Ruiz.

¿CUÁNDO PUEDEN SONARSE LA NARIZ SOLOS?

   Pero, ¿hasta cuándo hacerle a un niño pequeño un lavado nasal? Considera este experto de SEPAR que realmente este procedimiento de lavados nasales debería formar parte de la higiene y de los cuidados personales de los niños, no habiendo, por tanto, una edad definida por la que dejen de estar indicados.

   Aquí mantiene que cuando el niño tenga más integrado la forma de hacerlo y la fuerza necesaria será cuando pueda sonarse la nariz. "La mejor forma de sonarse la nariz es tapando un orificio para limpiar el que queda libre y después cambiar. No está aconsejado tapar y destapar ambos orificios al mismo tiempo que se está sonando la nariz, pues con eso diseminamos la presión y, por tanto, la mucosidad pudiendo generar otros problemas mayores", advierte este fisioterapeuta respiratorio.

¿DEBEMOS USAR DISPOSITIVOS EN ESTE SENTIDO?

   En el mercado hay varios dispositivos que pueden emplearse para realizar los lavados nasales y preguntamos a Ruiz por ello. Los hay desde jeringuillas con adaptador, hasta nebulizadores por ejemplo. "Cada uno tiene su utilidad y en cada momento el fisioterapeuta respiratorio te puede indicar cuál puedes usar", indica.

   Precisa así que los nebulizadores son unos dispositivos que transforman un líquido en un aerosol: "Es decir, en un formato gaseoso van en suspensión partículas sólidas del líquido. Cada nebulizador viene con unas especificaciones en las que te indica el tamaño de partícula que genera. Tamaños de partículas aproximadamente de 3-5 micras irán a los bronquios y tamaños mayores se quedarán en la vía respiratoria superior. En los casos en los que se necesite hidratar el moco de forma directa estaría indicado el nebulizador".

   Mientras, este experto señala que, en el caso de los lavados nasales rutinarios, se puede escoger entre una jeringuilla o una monodosis de suero. "Simplemente son los vehículos que vamos a emplear para introducir el líquido. La jeringuilla nos va a permitir irrigarlo presionando el émbolo, por lo que debemos tener cuidado de no realizar mucha presión para impedir que salga con mucha velocidad. Si escogemos la opción de la monodosis debemos vigilar que al abrirla no se quede el plástico con una veta pues podría dañar la piel al tocar la nariz", agrega.

   Existen actualmente varios tipos de jeringuillas que se acoplan a distintos tipos de irrigadores para facilitar el depósito de la solución salina escogida, según prosigue Ruiz, a la vez que mantiene que igualmente están disponibles otro tipo de dispositivos para llevar a cabo los lavados nasales, como las duchas nasales y algunas peras en diferentes formatos.

   Por último, apunta que la mayor parte de los esprays nasales contienen agua de mar; soluciones acuosas que contienen una concentraciónn similar de sales a la del agua de mar natural, lo que les confiere propiedades hidratantes y ayudan a mantener las mucosas nasales equilibradas. "Las soluciones de agua de mar pueden ayudar a eliminar el moco, el polvo, la polución, el polen y otras sustancias que pueden obstruir las fosas nasales, así como a la hora de aliviar la congestión nasal y a prevenir las infecciones de los senos nasales y paranasales (sinusitis). Se pueden utilizar como método de higiene rutinario para mantener la salud nasal, pero son especialmente beneficiosos cuando existe alguna afección en la mucosa nasal", aconseja el miembro de SEPAR.

CUÁNDO Y CÓMO HACER UN LAVADO NASAL

   Con ello, pedimos a este especialista que nos detalle cuáles son los pasos a seguir a la hora de realizar un lavado nasal, y parte de la idea de que los lavados nasales deben ser siempre "algo normal y rutinario", a pesar de la reacción de los niños, a quienes no les suele gustar. "Según pasa el tiempo, el niño tiene la capacidad de entender que este procedimiento le ayuda a sentirse mejor y puede pasar a realizarlo por sí mismo", sostiene.

   En opinión de Rubén Ruiz Lázaro es recomendable que durante los meses de frío se introduzca una rutina en la que se realicen lavados nasales dos veces al día, por ejemplo, antes del desayuno y antes de la cena. "De esta forma limpiamos la obstrucción resultante de la noche y la del día. Desde luego, se puede realizar a demanda, es decir cuando lo necesite según cada situación personal. Pero siempre antes de haber ingerido cualquier alimento o líquido, o bien pasadas 2-3 horas de la última comida que haya realizado", resalta.

   Es más, indica que la temperatura de la mucosa nasal puede abarcar desde los 32 grados a los 37 grados, por lo que se puede adecuar el suero para evitar un choque entre la temperatura del líquido ambiente al interior. "Por ejemplo, manteniéndolo en la mano mientras preparas el resto de las cosas que necesites. Una vez hayas preparado todo lo necesario, como puede ser papel higiénico y un empapador, puedes realizar el lavado en el propio cambiador, o sobre una cama, sillón, por ejemplo. Actualmente, no existe un consenso unitario, por los que cada profesional sanitario es posible que transmita la forma de realizar el lavado nasal de una manera distinta", reconoce. Como uno de los objetivos del fisioterapeuta respiratorio es la limpieza posterior de la nasofaringe, pues es la parte con mayor sintomatología como la tos nocturna y los vómitos por accesos de tos, la forma general de hacerlo es, según detalla:

   1- Colocar al niño boca arriba, con un pequeño cojín debajo para que no esté totalmente horizontal.

   2- Asegurarnos de mantener la cabeza siempre en posición recta para evitar que se ladee o gire.

   3- Introducir el suero muy lentamente y sin presión por cada fosa para permitir que el niño pueda deglutirlo; al final el objetivo es hidratar la mucosa para mejorar la movilidad de la secreción.

   4- Conseguir la mejor forma para que el niño lleve a cabo una nasoaspiración para arrastrar la secreción.

   "Siempre hay que individualizar las recomendaciones que se hacen en cada caso, por lo que el fisioterapeuta verá la mejor indicación, y adecuará el formato de hacerlo. También verá si existe alguna contraindicación en la descripción anterior de cómo llevar a cabo el lavado nasal", insiste.

¿AGUA DE MAR O SUERO FISIOLÓGICO?

   A su vez, el secretario del Área de Fisioterapia Respiratoria de SEPAR diferencia el empleo del suero fisiológico, una solución acuosa, un suero isotónico, que contiene una concentración de sal similar a la del plasma sanguíneo, una opción que se puede emplear en los lavados nasales rutinarios diarios de los niños.

   Para casos en los que el moco sea más denso o exista mayor inflamación, tal y como apunta, se puede emplear suero hipertónico o agua de mar: "Es una solución acuosa y estéril que contiene una concentración de sal superior a la del plasma sanguíneo. Esta solución se compone principalmente de cloruro de sodio superior al 1%. Los más usados tienen concentraciones del 2,3% y 3%. Actualmente existen soluciones hipertónicas combinadas con otros productos como el ácido hialurónico que ayuda a reducir la incomodidad ante la mayor cantidad de sal y a bajar la inflamación".

   Detalla, a su vez que el agua de mar es una solución acuosa que contiene una concentración de sal similar a la del agua de mar, y que se utiliza para limpiar y humedecer la nariz, además de para eliminar la mucosidad, el polvo, la polución, el polen y otras sustancias adheridas a las mucosas. "Contiene otros elementos que ayudan a equilibrar el funcionamiento de la cavidad nasal", puntualiza.

   La cantidad de suero que se utiliza en los lavados nasales varía en función de la edad del niño, y la establece de la siguiente forma: Bebés menores de 6 meses, 1-2 mililitros por fosa nasal; niños de 6 meses a 2 años, 2-3 mililitros por fosa nasal; niños mayores de 2 años, 3-5 mililitros por fosa nasal. "Estas cantidades son aproximadas y pueden variar según las necesidades individuales del niño. En líneas generales suele ser suficiente con 1,5-2 ml en cada fosa nasal en niños pequeños y hasta 5 mililitros en niños mayores", añade.

   Otro de sus consejos en este sentido es no introducir con mucha presión y potencia la solución salina es contraproducente para la cavidad nasal, genera incomodidad y, en algunos casos, puede generar un daño a la mucosa; no emplear agua del grifo sin hervirla o filtrarla porque puede contener patógenos que pueden causar infecciones; no usar agua caliente, ya que puede irritar las fosas nasales.