MADRID, 29 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un estudio australiano de 20 años de duración no ha encontrado pruebas que sugieran que el cannabis reduce el consumo ilícito de opiáceos, y puede que no sea un método eficaz a largo plazo para reducir los daños en aquellas personas con un trastorno por consumo de opiáceos o un consumo problemático de opiáceos.
Publicado en el 'American Journal of Psychiatry', el estudio dirigido por la Universidad de Sydney (Australia) es uno de los más largos de este tipo. Entre 2001 y 2022, el estudio incluyó a un grupo de 615 personas con dependencia de la heroína, muchas de las cuales también consumían cannabis.
Un análisis adicional tampoco halló pruebas consistentes entre el cannabis y el consumo de otros opioides, incluidos los opioides recetados.
En la actualidad, el consumo de opiáceos es responsable de más muertes y discapacidades que cualquier otra droga ilícita. Los trastornos por consumo de opiáceos y cannabis representan aproximadamente el 77% de todos los trastornos por drogas ilícitas.
Los investigadores afirman que los médicos y los responsables políticos deben ser cautos a la hora de confiar en el cannabis para reducir el consumo problemático de opiáceos o como posible estrategia para ayudar a gestionar la crisis de opiáceos, sobre todo teniendo en cuenta el cambio mundial hacia la legalización del cannabis y su reconocimiento como producto terapéutico.
En Estados Unidos, algunos estados tienen políticas que permiten a los pacientes sustituir los opiáceos recetados por cannabis y el Gobierno canadiense está revisando actualmente la Ley del Cannabis en el contexto del cannabis medicinal para la dependencia de los opioides.
Para examinar el impacto del cannabis en el consumo de opioides, y viceversa, los investigadores utilizaron una técnica estadística desarrollada recientemente. Esto les permitió tener en cuenta factores influyentes en el consumo de opiáceos y cannabis en los datos, como la edad, y posibilitó centrarse en los cambios individuales en el consumo de sustancias a lo largo del tiempo.
"Nuestra investigación demuestra que el consumo de cannabis sigue siendo común entre esta población, pero puede que no sea una estrategia eficaz a largo plazo para reducir el consumo de opiáceos", afirma el autor principal, el doctor Jack Wilson, del Centro Matilda de Investigación en Salud Mental y Consumo de Sustancias, de la Universidad de Sydney.
"Existen afirmaciones de que el cannabis puede ayudar a disminuir el consumo de opiáceos o ayudar a las personas con trastornos por consumo de opiáceos a seguir el tratamiento --prosigue--, pero es crucial señalar que esos estudios examinan el impacto a corto plazo, y se centran en el tratamiento del dolor crónico y la gestión del dolor, en lugar de los niveles de consumo de opiáceos en otros contextos".
Otro hallazgo clave fue que el consumo de cannabis es frecuente entre quienes padecen un trastorno por consumo de opiáceos, por lo que es necesario que haya servicios clínicos que ofrezcan apoyo adicional a las personas que quieran reducir su consumo.
"Los trastornos por consumo de opiáceos son complejos y es improbable que se resuelvan con un único tratamiento --señala Wilson--. La mejor forma de apoyarlos son los enfoques holísticos basados en pruebas que contemplan el panorama general e incluyen terapias físicas, psicológicas y farmacoterapéuticas".